"Zapatismo a la urna, el gran paso de la democracia mexicana"
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12/10/2017
Se llama María de Jesús Patricio Martínez y es una mujer nahua de 54 años nacida en Tuxpan, Jalisco. Una luchadora incansable por los derechos indígenas y de las mujeres participará en las elecciones del 2018 como candidata independiente apoyada por el Congreso Nacional Indigenista. Pareciera un tema menor, una candidatura de testimonio nada más, pero este paso es fundamental en la construcción democrática de nuestro país.
Lograr que el desarmado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) participe y tenga representación dentro de las vías democráticas es uno de los pasos más importantes en el largo proceso de democratización de nuestro país.
El 1 de enero de 1994 México despertó con un levantamiento armado al sur del país. Un grupo de indígenas mayoritariamente tzotziles, tzeltales, choles y tojolabales le declaraban la guerra al Ejército Mexicano, exigiendo la renuncia del Presidente de la República y del Gobernador de Chiapas. Tomaron por la fuerza los ayuntamientos de San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas, Altamirano, Ocosingo y Chanal.
Con la declaratoria de la Selva Lacandona, los indígenas del sur de México emprendieron una “revolución armada” exigiendo la atención inmediata a sus derechos elementales, argumentando que “el mal Gobierno nos tiene en el olvido desde hace más de 500 años”. Techo, tierra, salud, educación, justicia, paz, independencia y autonomía en sus costumbres, fueron las demandas del movimiento que tuvo más de 14 enfrentamientos armados en distintos puntos de la selvática geografía chiapaneca.
Medios y organismos internacionales se presentaron en Chiapas ante la “interesante narrativa” que los indígenas presentaban sobre el conflicto. La de 1994 era una guerrilla atípica, un movimiento de insurrección con profundo sentido de justicia social, ante la evidente marginación y abandono de las etnias alzadas.
El Gobierno federal en transición de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo estaba contra la pared, por un lado las demandas de los combatientes eran justas pero el movimiento armado que había declarado la guerra al “mal Gobierno” obligaba al Estado a reaccionar ante la amenaza de sublevación o insurrección, las primeras escaramuzas dejaron varios indígenas muertos.
Pronto se formaron mesas de diálogo y pacificación que dieron un gran avance al plantear el armisticio o el desarme de las tropas rebeldes planteando las “jornadas de pacificación” que marcaron el primer cese al fuego. En solo cinco meses los zapatistas lograron poner en la agenda mundial el tema de la reivindicación de los derechos indígenas.
Sin juzgar el contenido ideológico del movimiento zapatista que nace en la clandestinidad y se expresa en la revuelta armada que es el camino absolutamente contrario a la democracia, debo decir que, desde mi opinión, no ha existido otro movimiento político en México que pueda transformar el estado de las cosas para dar paso en la consecución de una agenda puntual y clara en la reivindicación de los derechos de una minoría.
Hoy a 23 años de la insurrección indigenista, el movimiento concurre a los cauces de las instituciones democráticas en la legítima intención de una mujer honesta, congruente y valiente de participar como candidata independiente a la Presidencia de México. En la democracia indispensable, cuando las profundas heridas de la violencia pueden sanar al punto de la convivencia pacífica y la participación política dentro de las instituciones, podemos como sociedad considerarlo un triunfo.
De las pretendidas candidaturas independientes, puedo asegurar que la de María de Jesús Patricio Martínez es una de las más provechosas para nuestro sistema político, porque su agenda es clara, el apoyo de su comunidades está presente, su calidad moral es suficiente y lo más importante su independencia es incuestionable. Entre María de Jesús y Margarita existe una gran diferencia, para la indígena nahua el reboso, el huipil y la independencia son cosas auténticas que no solo sirven de adorno con fines electorales. Luego le seguimos...
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