María Julia Hidalgo López
Cuenta la historia que una tribu de indios americanos salió de sus cuevas y se las ingenió para construir un lugar dónde guarecerse del frío, de la lluvia y de los animales salvajes; ese mismo lugar les sirvió para moverse de un lado a otro sin grandes dificultades. La piel que quitaban a sus presas les sirvió para cubrirse del frío, pero también para colocarla sobre unos palos amontonados que les permitiera permanecer juntos y pasar la noche. A esas techumbres las llamaron Ti pi, que significaba “lugar para vivir”. Por muchos años estos tipis fueron sus viviendas más seguras, las decoraban y asignaban espacios de jerarquía en su interior.
La leyenda dice que las mujeres eran las responsables de construir los tipis. Cuando pensaban construir uno hacían una gran comida a la que invitaban a todos sus amigos. Una vez satisfechos, todos ayudaban a cortar y a coser las pieles, pero cuando llegaba el momento de coser las alas que servían de ventana para el humo, este trabajo era confiado sólo a las personas que tenían fama de ser felices, ya que al coser entretejerían su felicidad y el humo saldría siempre de los tipis para así encontrarse con el viento. Creían que si el tipi era cosido por alguien infeliz, el humo nunca saldría y dañaría a quienes vivieran en él.
Otros dicen que el verdadero origen de los tipis corresponde a los más pequeños de las tribus. Cuentan que fueron creados por unos niños mientras jugaban con ramas y hojas; las amontonaban y los utilizaban para jugar y esconderse. Las historias y leyendas son variadas y mágicas, como mágica puede ser la imaginación. Esa es la finalidad de los creadores de Wappi Teepees, y de quien cuenta esta historia por creer en esas creaciones. Ofrecer un lugar tranquilo y seguro, donde los niños alberguen sus sueños y creen sus propias historias es una labor a la que me sumo.
¿Quién no recuerda la casita de sábanas de la infancia? Éstas se hacían cuando los primos se quedaban a dormir o cuando se planeaba una noche especial para contar cuentos y apartarnos del mundo de los adultos. Cualquier trapo era bueno para construir un mundo posible; apenas entrábamos en éste, las historias empezaban a fluir. No siempre la casita duraba toda la noche, pues al primer jalón se nos venía encima. Los tipis de Wappi Teepees están diseñados para estar de pie ante cualquier embate. Los materiales que se utilizan son seguros, telas y varas de bambú, y la elaboración es completamente artesanal. Además la empresa es socialmente responsable ya que emplea a personas con discapacidad intelectual, quienes se integran de manera creativa y comprometida al perfecto acabado de los tipis. La variedad, el tamaño, los diseños y colores están pensados para el gusto de los pequeños. Dentro de los accesorios que se pueden adquirir, se cuentan las lámparas LED, con pilas recargables, que pueden iluminar el interior con luz suave y sin cables molestos.
El mundo de los tipis puede ser un recurso inagotable. Ofrece la posibilidad de retomar el vínculo de un mundo perdido. La oportunidad de estrechar un lazo inamovible con los más pequeños, volviendo a la vieja costumbre de dormirlos con la lectura de un cuento. Asociar un espacio donde nacen las historias es rescatar la inocencia que vamos dejando en el camino... A quienes se quieran dejar envolver en ese mundo, los invito a que escriban un pequeño cuento de sus noches de infancia -participantes adultos, pueden enviarme sus escritos a mi mail-. Los textos que reciba participarán también con las historias escritas por los niños del club de lectura-escritura Polvos mágicos -ya les contaré sobre el club-. El ganador recibirá por correo postal la hermosa edición de las aventuras de un niño travieso que alguien escribiera hace muchísimos años. Con este juego iniciaremos y entretejeremos, como nuestros antepasados, una enseñadora historia que hiciera especial este mes de abril, donde los tipis han llegado para quedarse. ¿Te interesa uno?, puedes llamarme o escribirme.
Comentarios: majuliahl@gmail.com
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