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"DÍA DEL NIÑO"

"Cinco hermanos unidos por el mismo destino"

"Leydi, Armando, Manuel, Martín y José Daniel se cuidan entre sí, mientras su papá sale a trabajar a los campos agrícolas del municipio"

ESCUINAPA._ Leydi, de 10 años, cuida a su hermano Armando, de 5, mientras convalece de varicela.
Ninguno pierde la sonrisa, aunque hayan perdido un día de clases, sus otros hermanos se encuentran en la primaria.
Desde hace cinco años Leydi, Armando, Manuel, Martín y José Daniel tuvieron que aprender a protegerse mientras su papá Manuel sale a trabajar al campo, en la zona del valle.
Un día mamá se fue de casa y Armando, con 6 meses de edad, tuvo que empezar a ser alimentado con jugo de arroz  por su papá y por Leydi, a quien llama mamá desde que tiene uso de razón.
“Es que él no conoce a mi mamá, todos los demás sí la conocemos, por eso me dice mamá” explica la pequeña.
La semana en casa no ha sido fácil.
No hubo para pagar la renta de mil pesos del lugar donde viven, se tuvieron que olvidar de regalos o ropa nueva para ir a la escuela a celebrar el Día del Niño.
Las carencias son algo que estos hermanos conocen bien, pues tampoco en su hogar ha habido regalos en Navidad, éstos han sido escasos.
“Vivíamos en El Roblito, a las orillas, me quise venir para acá más al Centro por ellos, porque tengo que salir a trabajar y dejarlos solos, aquí está más cerca la escuela, no hubo dinero para estrenos”, dice Manuel, el papá de los pequeños.
Armando, quien está en preescolar y apenas en octubre pasado fue registrado con 5 años, fue el único que pudo tener un cambio nuevo, es el más pequeño y es algo que Martín, de 7 años, Manuel de 11, y Jesús Daniel, de 13, entienden.
Saben también que papá tiene que salir a trabajar y que ellos como hermanos son lo únicos que se tienen.
En general son felices sabiéndose juntos, aunque tengan qué calentar el desayuno y la comida que su papá les dejó hecha desde las cinco de la mañana, antes de irse a trabajar, y que tienen que esperarlo en casa cuando vuelva del campo.
“Mi papá llega y ya nos hace de cenar, yo sólo lavo mi ropa y la de Armando, mi hermano mayor va y vende empanadas” explica Leydi.
De todos, ella es la más espontánea, algo que ha contagiado a Armando, quien busca salir en las fotos.
En sus rostros hay sonrisas, sólo bajan la cabeza al recordar que no hubo juguetes en Navidad, sólo hubo abrazos y juegos entre ellos.
Los varones mayores sonríen, pero se mantienen callados, se apenan cuando muestran los huaraches rotos de Martín.
Han pasado cinco años desde que mamá se separó de ellos.
“Ya que crezcan haré mi vida, por ellos me esfuerzo, aunque no siempre alcanza”, precisa Manuel.
Los maestros demuestran su admiración por estos menores, ya que van impecables a la escuela, y cumplen con sus tareas.
Leydi, Armando, Martín y Manuel no celebrarán hoy el Día del Niño, no habrá pastel en casa, tampoco regalos.
Papá tiene que salir a trabajar y para ellos será un día más.
Pero el regalo más preciado será compartir otro día por salir adelante juntos.
 
 
 
“Vivíamos en El Roblito, a las orillas, me quise venir para acá más al Centro por ellos, porque tengo que salir a trabajar y dejarlos solos, aquí está más cerca la escuela, no hubo dinero para estrenos”.
Manuel, papá de los pequeños

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