"Ecumenismo"

En un lapso de 8 días la Iglesia católica celebra, cada año, el octavario por la Unidad de los Cristianos, del 18 al 25 de enero, culminando con la fiesta de conversión de San Pablo, durante este tiempo se hace oración, tomando conciencia del deseo de unidad expresado por Jesús en su oración sacerdotal elevada a su Padre celestial.

El término Ecumenismo, hoy utilizado para designar los esfuerzos para lograr la unidad de quienes ostentan el nombre de cristianos, ha tenido una evolución a través de su historia, remontándose en sus orígenes hasta los tiempos del Imperio romano, durante el cual era utilizado el término aecuménicus, derivado de su original en la lengua helénica, con una referencia a la vasta extensión de sus conquistas.

El término aparece en los evangelios también con un sentido diferente al hoy usado, así San Lucas nos presenta el censo ordenado por el emperador Octavio César, en las fechas previas al nacimiento de Jesús, refiriéndose, con él, a todos los habitantes del imperio y el mismo evangelista lo usa, en otro lugar, al mencionar las propuestas de las tentaciones de Satanás, al referirse a todos los reinos de la Tierra.

En la Iglesia se empezó a usar el término a partir del Concilio de Nicea, en el Siglo 4, haciendo referencia así misma con un carácter de universalidad por su presencia en todas las naciones. Posteriormente siguió usándose para asignar siguientes concilios celebrados de manera universal, para distinguirlos de los celebrados con un carácter regional.

El término Ecumenismo, usado para designar un movimiento que busca la unificación de quienes portan el nombre de cristianos tuvo su origen a partir de los primeros años del Siglo 20 y no fue precisamente en el seno de la Iglesia católica, sino en la Iglesia Episcopaliana, asentada en los Estados Unidos. Pronto este movimiento tuvo aceptación en las iglesias protestantes.

Posteriormente la Iglesia católica aceptó el uso de este término, pero entendiéndolo como un movimiento que buscara la conversión de los protestantes al catolicismo, como una oportunidad de curar las heridas causadas  por las separaciones desde su seno, en otros tiempos de la historia. 

Fue en 1925 cuando la Iglesia empieza a tener un activa presencia en el movimiento ecuménico, entendiéndolo ahora como un medio de alcanzar el acercamiento entre todos los cristianos, así dio inicio a un diálogo respetuoso entre católicos y anglicanos.

El sacerdote Paul Watson en 1908, dentro de la Iglesia Anglicana había lanzado la iniciativa de tener un octavario por la unidad de los cristianos y más adelante, ya convertido al catolicismo, retoma su misma propuesta dentro de la Iglesia católica.

Con la llegada del Juan XXIII, llamado por católicos y protestantes el Papa bueno, un aire de renovación llega a la Iglesia católica, culminando con la celebración del Concilio Vaticano II, desde donde emana el decreto Veritatis Redintegratio, en el cual se ponen las bases del diálogo entre los cristianos, dando inicio al ecumenismo católico.

Sin duda todavía hay un largo camino por recorrer, antes de llegar a contemplar la ansiada unidad de los cristianos, sin embargo ya observamos algunos logros, sobresaliendo el respeto compartido, las acciones concretas de trabajo compartido y sobretodo la oración en común pidiendo la unidad.

Con la conciencia de que es más lo que nos une que aquello que nos separa, se ha dado un paso de enorme significado mutuo, dándose un cambio de tono al referirse mutuamente y a quienes antes se mencionaban como los enemigos de la fe, ahora se les llama, los hermanos separados.

La latente esperanza sigue en espera de algún día alcanzar el significado expresado en la oración del Divino Maestro, fundador de nuestra fe común; “Que sean uno como Tú y Yo, Padre somos uno, para que el mundo crea”.