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"Columna Semanal"

"EDUCACIÓN EN LA FAMILIA:Formar a los hijos en su fuerza de voluntad"

"Los niños que entran en la adolescencia adquieren nuevas e ilimitadas oportunidades de placer, poder y fuentes de ilusión"
24/05/2017

    Sicóloga Yolanda Waldegg de Orrantia

    Los niños que entran en la adolescencia adquieren nuevas e ilimitadas oportunidades de placer, poder y fuentes de ilusión; tan fuerte es la tendencia natural al conformismo y tan poderosa la seducción para dejarse llevar por las tentaciones de la indulgencia, que los niños deben tener poder interno, fuerza de voluntad que los ayude a resistir, las presiones de sus “amigos” solo pueden tener efecto cuando hay un vacío en el carácter del niño.
    Pero resulta que ese vacío no aparece de repente, sino que todos sus años anteriores se dejaron pasar a que saliera como saliera, solita su personalidad y carácter, sin ninguna guía, ni formar hábitos, sin tareas ni responsabilidades; lo que resulta es alguien que cree que puede hacer lo que le dé la gana, que no le interesa el esfuerzo en ningún plan y que se deja llevar con completo conformismo a donde le lleve la corriente.
    El problema de la influencia de los amigos no es por lo tanto evitar las malas compañías, en estos tiempos algo bastante difícil. La pregunta en realidad es: ¿Porqué un niño es atraído de manera irresistible por esa clase de compañías?
    Y la clave está en darles las armas para que ni siquiera se lo planteen, más, que las descubran y no se dejen manipular por personalidades que si no están listos, podrán parecer hasta atractivas.
    Las armas son las siguientes:
    n Una conciencia bien formada, quiere decir, saber con claridad lo que está bien y lo que no, primero lo necesitamos saber los padres, claro.
    n Las creencias religiosas firmes, que como dije, dan sentido a la vida y trascendencia y freno a las tendencias y apetencias, se trata de religión vivida, no de nombre, de relación, de oración con Dios como quiera que le llame, también con el ejemplo por delante.
    n Se necesita también que tengan confianza en la capacidad de juicio de sus padres, que tenemos que ir ganándolo, platicando con ellos sobre las cosas de la familia, trabajo, sociedad, de por qué esto y no aquello, de lo que ven en la televisión, qué les parece, por qué, por qué se toman estas decisiones y no otras, etcétera.
    n Es importante también crearles un hábito cotidiano de autocontrol, también nos deben ver que lo practicamos y que significa saber decir que no a nuestras ganas, sentimientos y antojos, y más vale que lo practique desde chico porque así es la vida.
    n Por otro lado, no podemos descuidar enseñarles el respeto a los derechos de los demás, pero más allá de solo los derechos, es enseñarles a ser empáticos, saberse poner en el lugar del otro y ayudar, si está en capacidad de hacer algo por los demás no desaproveche la oportunidad.
    Estos son los rasgos de la personalidad de un chico para resistir y lo conducirán, finalmente, a la verdadera felicidad y al éxito en la vida, además de no convertirse en la mala influencia para otros claro, si nuestros adolescentes carecen de varias de estas cosas no habrá que preocuparse por las malas amistades, muy posible que esté considerado mala influencia por otros padres.
    Y, honradamente, la verdad, es que muchos niños están creciendo sin estas características y los padres que no trabajan conscientemente por transmitir a sus hijos estos elementos, se están buscando un gran problema.
    Los niños son esencialmente egocéntricos, buscan siempre que sea posible imponer su voluntad a los que les rodean, ellos son receptores por naturaleza, no dadores, por supuesto, su manipulación es tierna, hasta nos hace reír a veces, son encantadores.
    Formación es todo lo que los padres hacen o dicen para evitar que sus hijos crezcan de esa manera que ya no será tan tierno y gracioso si se quedan infantiles toda su vida y no habrá quién los soporte.
    A los niños se les debe enseñar a decir gracias, más tarde a sentir ese gracias y después deben aprender a dar sus propios bienes de manera generosa.
    Deben formarse poco a poco con la enseñanza y la práctica para convertirse de receptores en dadores, lo que significa no solo decir que lo haga, sino ver que así sea, no solo ahorita que estoy, sino también cuando no estoy.
    Para eso, cuando estoy, siempre checo, no a veces; formar es eso, educar en valores que hoy se escuchan mucho, pero no se tienen claros en la práctica.
    La formación del carácter no se da de manera espontánea, tiene que buscarse, procurarse.
    La experiencia de la humanidad es bastante clara en esto, si los niños no son formados en esta fortaleza de carácter por la familia, que además es donde aprende entre cariños y apapachos.
    Ellos crecerán y se convertirán en versiones a gran escala de lo que fueron de pequeños; además de tener que aprender las mismas lecciones, ahora sí con los golpes que da la vida y sin apapachos.
    El carácter es la suma de lo que la civilización cristiana ha llamado virtudes: prudencia, justicia, caridad, templanza, fortaleza, magnanimidad.
    Puedo llenar muchos renglones, lo que significa que hay mucho qué hacer en la familia para educar las más posibles.

     

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