|
"Columna semanal"

"EDUCACIÓN EN LA FAMILIA: Son dos siempre"

"Cuando atiendo a alguna persona que busca ayuda porque su matrimonio no va funcionando, es muy raro que vengan los dos, curiosamente la parte faltante siente que está bien, que quien necesita ayuda y cambiar es quien solicita y viene."
21/02/2018

    Sicóloga Yolanda Waldegg de Orrantia

     Cuando atiendo a alguna persona que busca ayuda porque su matrimonio no va funcionando, es muy raro que vengan los dos, curiosamente la parte faltante siente que está bien, que quien necesita ayuda y cambiar es quien solicita y viene.

    La realidad es que muy difícil se puede ayudar a reconstruir un matrimonio si los dos no están dispuestos a aceptar y trabajar juntos, no importa cuánto tiempo uno de los dos trabaje en la solución de los problemas, tampoco el número de terapias que tome; la relación no sobrevive sin esfuerzo conjunto.

    Pues sí, parece que siempre uno de los dos siente que no necesita ayuda, está bien y el culpable es la otra parte, de entrada no sucede que uno solo sea el culpable, no hay que buscar culpables, suelen ser dos que van dejando que se apague, apenas cuando hay problemas de drogas, de alcohol y de maltrato, pero ni así, porque se debe poner el límite desde antes de comenzar o no lanzarse si ya se notan esos síntomas.

    Entonces, darse cuenta que no se llega a ningún lado si solo se rema de un lado, para evitar llegar a estos extremos hay que tomar ciertas medidas antes de dar el paso, y si al fin deciden que sí, también hay que tomar medidas y hábitos que ayuden desde el principio.

    Antes, hay que conocer el carácter de cada uno e ir tomando nota, si es de poca mecha, si tiende a ser posesivo, si miente con facilidad, si no sabe reconocer errores, si no soporta que le llamen la atención, si busca salir de problemas con violencia o con buenos modos, si siempre quiere ganar en discusiones o lo que sea, si manipula a las personas y hace berrinches.

    Estas cosas no ayudan y si sabiéndolo decidimos entrarle al matrimonio, no se puede esperar mucho, aunque diga que no lo vuelve a hacer.

    Hay que conocer los hábitos que se tienen, algunos no tendrán mayor problema, pero otros sí, todos tenemos algún mal hábito, quien deja ropa tirada, el periódico desparramado, no cuida su higiene, son malos, aunque no graves, complican la convivencia, pero se pueden ir cambiando.

    Otra cosa serán los de tomar alcohol, drogas, juego, mentiras, que terminan siendo vicios difíciles de convivir con ellos.

    Hay que aprender a reconocer el lenguaje no verbal, los códigos que se van estableciendo con la convivencia en la relación, también pueden ser complicados y tratar de vivir con alguien que pretende que le lean el pensamiento o que le atinen con qué clase de humor se levanta cada día, no suena muy esperanzador para decidir que eso queremos para siempre.

    Desde antes, ambos deben conocer y establecer límites, por ejemplo “A mí no me hablas en ese tono”, “No pretendas que te dé cuenta de todo lo que hago en el día”, estos límites permiten una relación sana, permiten protegerse y que el otro no se desborde.

    Hay que conocer y satisfacer necesidades de afecto, de poder, etcétera, que después de la boda deberán ser satisfechas por el cónyuge y no se buscará satisfacerlas por otro lado, pero desde antes hay que saber cuáles son, no todos necesitan lo mismo, hay quien viene de familias muégano, siempre juntos y apapachándose, otros necesitan espacio y no mucho apapacho, que no significa ninguno, sino de otra manera.

    Hay que conocer y distinguir la función de cada uno en el matrimonio, sin absolutizar, que quede claro que las labores de la casa con todo y ser el ámbito de responsabilidad de la mujer no significa hacerlo todo, ella es la directora que se encarga de que las cosas caminen y funcionen, la que delega la carga según capacidades, edades, tiempo, etcétera.

    Que quede claro, antes de emprender el matrimonio, que la responsabilidad de la casa es de los que la habitan, aunque sean discapacitados físicamente, algo pueden y que quede claro que el trabajo fuera de casa o dentro de casa es igual de importante para el caso, el de dentro de casa puede ser más cansado dado que el horario es de 24 horas, sin vacaciones.

     

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!