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"In Memoriam Manlio Tirado López, (1938-2017)"

"El gran viaje de un periodista"

"El viernes murió Manlio Jaime Tirado López, el sinaloense que recorrió el mundo sólo para descubrir que no había mejor lugar para vivir que Rosario, Sinaloa, el pueblo que lo concibió en 1938 y de donde salió para convertirse en periodista."
28/03/2017

Ariel Noriega

Vivió el siglo 20 en primera fila, observó a México desde las redacciones de algunas de las mejores publicaciones del País, recorrió Centroamérica en guerra, entrevistó a los protagonistas de una Latinoamérica encendida y visitó las heladas estepas de la Unión Soviética cuando el comunismo todavía inspiraba a los jóvenes.

Por su trascendencia en el periodismo sinaloense, hoy replicamos este perfil de Tirado López publicado en 2014, cuando se retiró de Noroeste.

 

Los caminos de Manlio Tirado siempre terminaron en el mismo sendero: el periodismo.

Después de 56 años como periodista, una decena de libros, cientos de entrevistas y miles de artículos escritos, el rosarense termina una etapa en Mazatlán y se dispone a reunirse con su hermano Víctor, en Managua, Nicaragua, desde donde seguirá ligado a Noroeste.

Protagonista de los cambios que afectaron a Sinaloa, a México y el mundo desde hace más de medio siglo, Manlio narra su vida y con ella va desgranando una película a la que asistió en primera fila y que no es otra que la historia de la humanidad vista por un sinaloense.

Con la humildad de los testigos convencidos de que su presencia no importa, sino la historia que hay que contar, el periodista que entrevistó a personajes como Fidel Castro, que trabajó para decenas de periódicos y revistas, que viajó de la Unión Soviética a Nicaragua, sonríe a los 75 años de edad y asegura que está listo para vivir su siguiente aventura.

 

Una revista para un niño

 

Rodeado de periódicos, en su casa de El Rosario se leían tres al día, Manlio nació en 1938, en una casa con un patio enorme donde florecían los guayabos y su abuelo ejercía de joyero.

Su padre, un funcionario municipal, le heredó el gusto por la lectura y con la lectura vino la curiosidad por el mundo.

“Con mis padres crecí en una atmósfera de lectores, de gente que leía. Leíamos, por ejemplo, tres periódicos al día”, recuerda.

Después de culminar la primaria, Manlio viaja al puerto, donde estudia en la Preparatoria Mazatlán, aquella escuela casi legendaria para los mazatlecos de medio siglo, donde se leía poesía y donde el charleston, el mambo y el rock ponían a bailar a toda una sociedad.

“Yo escuché por primera vez el rock en 1955, en una película que se llamaba Semilla de maldad, con Sidney Poitier y Glen Ford, era Rock around the clock”, Manlio se sumerge en sus recuerdos y tararea aquella canción que ponía a bailar a un grupo de niñas en blanco y negro.

En Mazatlán, Manlio leía poesía en la escuela y novelas en una biblioteca en la Ángel Flores, esquina con 5 de Mayo.

Pero fue la revista Siempre, que lo había cautivado de niño, la que pondría el periodismo en su horizonte, aunque en aquellos años él repetía de manera recurrente que estudiaría física y matemáticas, por lo que terminó dirigiéndose a la Ciudad de México a estudiar una ingeniería.

 

En la capital del País

 

Acompañado de un grupo de amigos, Manlio llegó en 1957 a estudiar en la UNAM.

“Viajabas en autobús, eran 18 horas, pasabas por Morelia, Mil cumbres, Zitácuaro, era un viaje larguísimo”.

Mientras Manlio estudiaba, su hermano Víctor decide tomar otro camino, aprende el oficio de joyero del abuelo y se incorpora a grupos de izquierda, lo que lo llevaría a luchar en la revolución nicaragüense, un suceso que marcaría la vida de Manlio.

Pero las aventuras de Víctor apenas eran sueños cuando Manlio decide abandonar su carrera de ingeniería y en 1958 se presenta en el periódico de izquierda, El Popular, una publicación que funcionaba como vocero de la CTM.

En ese periódico había escrito Octavio Paz y novelistas como José Revueltas, y ahí llegó Manlio queriendo aprender periodismo, pero en lugar de aprendiz, la inestabilidad política y social de la época lo convierte rápidamente en reportero.

Repleto de anécdotas, Manlio recuerda que en esos días terminó detenido por la policía, donde lo confundieron con algún sindicalista buscando camorra, hasta que el periódico lo rescató del malentendido.

 

Recorriendo México

 

Después de unos meses en El Popular, Manlio y un amigo deciden que hay que viajar a Estados Unidos para convertirse en verdaderos periodistas.

Inician el viaje, pero el dinero se les termina en Hermosillo, Sonora, donde su amigo decide regresarse, mientras él solicita trabajo como reportero en el periódico El Imparcial.

“Ahí me dijeron que me iban a poner a prueba un mes y si no sirve
 bueno, eso me pareció razonable”, comenta Manlio mientras se le escapa una carcajada.

Tenía 20 años de edad y pasó la prueba con creces, en unos días ya cubría asociaciones campesinas, obreras, y sobre todo de izquierda.

Durante dos años, Manlio recorrió el Valle del Yaqui, donde conoció los campos agrícolas más desarrollados de México, algo que le serviría para no dejarse sorprender por los soviéticos cuando le mostraban sus campos en Ucrania y le aseguraban que eran muy modernos, pura propaganda política.

Es en Hermosillo donde entra en contacto con el Partido Comunista, del que se convierte en miembro.

Dos años después, de Hermosillo viaja a Tijuana, donde no encuentra la ciudad que pensaba, así que regresa a El Rosario a visitar a sus padres y de ahí a Monterrey, donde pide trabajo en El Porvenir, el periódico preferido por los regiomontanos en esa época.

En Monterrey trabajó un año, en 1961, pero el Partido Comunista lo llama de regreso a Sonora a difundir su propaganda, se regresa y entra a trabajar en el periódico El Dictamen.

 

Lucha revolucionaria

 

En Sonora se reencuentra con su hermano Víctor y juntos deciden luchar por la revolución para instalar el socialismo en México.

“Ahí comienza otra historia, ligada al periodismo, pero también a la lucha revolucionaria, nos dedicamos a la revolución y ahí en Ciudad Obregón había maestros y ejidatarios que eran la base del partido”.

Pero a pesar del idealismo que el comunismo impregnaba a la época, Manlio siempre tuvo una gran dosis de claridad para darse cuenta que la lucha armada que algunos proponían no tenía futuro en Sonora.

“Yo me di cuenta que la lucha armada no tenía ningún eco ahí, apenas iban a los mítines, además en ese tiempo el anticomunismo era muy fuerte. En Magdalena (de Kino) nos iban a linchar, haciendo mítines por el Partido Comunista, y sabes por qué no nos lincharon, porque nos protegió la policía”, y suelta otra vez una carcajada, al señalar la ironía de la ocasión.

En esa época, lo llaman a la capital a cubrir una vacante en La Voz de México, el periódico del Partido Comunista, ahí Manlio sienta cabeza y permanece 10 años.

 

El gran viaje

 

En 1962, Manlio es enviado a Moscú por el Partido Comunista, a una institución internacionalista donde se preparaba a los cuadros comunistas, ahí estudia las grandes obras de Carlos Marx y Lenin, bebe vodka y chapurrea un ruso que se le olvidará con el tiempo.

Al finalizar el curso, los soviéticos le ofrecieron llevarlo a conocer la zona del país que prefiera y pide ser llevado a Ucrania, a conocer los campos agrícolas que pregonaba el comunismo como los más modernos del mundo.

“Pero cuando llego a Ucrania y veo los campos agrícolas y los comparo con los campos del Valle del Yaqui, me di cuenta que eran inferiores. Tenían su desarrollo, pero no llegaban a nuestro nivel en agricultura”.

Manlio no les dice nada a los soviéticos, se guarda sus impresiones, pero su fervor comunista comienza a apagarse y 10 años después cierra ese capítulo y sigue en el único sendero que nunca abandonó: el periodismo.

A mediados de los 60, Manlio conoce a una hermosa comunista llamada Ana Victoria Jiménez.

“Me caso con ella, rentamos un departamento en la Colonia Obrera, tuvimos un hijo, Ramón, me asiento”.

Decepcionado del comunismo y acuciado por los gastos de una familia, Manlio decide dejar su trabajo en 1970, pero sabía que su condición como comunista sería un problema para encontrar trabajo en otro periódico, así que acepta un trabajo para la televisión, haciendo un programa para campesinos de Guanajuato.

Los años dedicados a la televisión se convierten en un periodo de transición, que terminan cuando es llamado a una revista de la UNAM, donde edita trabajos de investigación en una publicación mensual.

La Editorial Nuestro Tiempo lo llama a editar libros, mientras su matrimonio comienza a naufragar, hasta que la joven pareja decide separarse en buenos términos, continuando una relación de amistad que aún sobrevive.

Su hijo Ramón se convierte en la principal preocupación de Manlio, que seguirá visitándolo a lo largo de su vida y a pesar de que su destino lo llevaría por diversos países.

 

Noroeste en el horizonte

 

A principios de los 70, Manlio se pone en contacto con Silvino Silva, director de Noroeste y rosarense como él.

“Desde entonces comienza mi relación con Noroeste”. 

Manlio se convierte en una especie de corresponsal para Noroeste en la Ciudad de México, entrevista a los políticos, escritores y empresarios que comenzaban a hacer carrera en la capital, además el diario le solicitaba temas de interés para sus lectores en Sinaloa.

Ahí entrevista a un joven Enrique Jackson, a Francisco y Jaime Labastida, y a todos los sinaloenses que comenzaban a destacar.

En esos años realiza varios reportajes que llaman la atención de periódicos como Excélsior, donde comienza a escribir para la revista Plural, dirigida por Jaime Labastida.

Después de un reportaje de los jornaleros en Culiacán y uno sobre el impacto del desarrollo petrolero en las zonas agrícolas del sureste, el periódico Excélsior lo incorpora a sus filas de manera permanente.

Al mismo tiempo, su hermano Víctor, ya convertido en Comandante de la Revolución Sandinista, entra triunfante en Managua y se convierte en uno de los principales dirigentes de una revolución que pone a Nicaragua en los ojos de todos los periódicos del mundo.

Manlio convence a Excélsior y es enviado a Nicaragua, donde viviría 11 años reportando los sucesos que enfrentaban a la pequeña nación centroamericana con Estados Unidos.

Muchos de sus reportajes se conviertieron en libros, sobre la guerrilla en México, las elecciones, el petróleo mexicano, la lucha armada en El Salvador, la Revolución Sandinista y su preferido, un volumen de conversaciones con el poeta nicaragüense, José Coronel Urtecho.

En 1990, Manlio decide regresar a México, al mismo tiempo que la Revolución Sandinista languidice en las urnas y el mundo pierde interés por Nicaragua.

 

Mazatlán, su casa

 

De regreso en México, Manlio trabaja en la sección cultural de Excélsior, con Edmundo Valadés, hasta 1997, cuando decide regresar a Mazatlán, cansado de las grandes ciudades, y Noroeste lo recibe como jefe de información, un viejo sueño de regresar a Sinaloa.

Ramón su hijo se había convertido en un economista brillante y seguía en contacto permanente con Manlio, quien viajaba desde Nicaragua cada seis meses para visitarlo.

Manlio afianza esa etapa de trabajo en Mazatlán como jefe de información, después hace reportajes especiales y cubre la mayoría de los temas de importancia para el puerto.

En el 2003, el dolor lo llama para informarle que su hijo Ramón ha muerto de un infarto al corazón, algo tan incomprensible como inesperado por sus escasos 37 años.

El periodista se recupera de la pérdida con el contacto constante con su nieto Víctor Ramón, y continúa trabajando, siempre en los periódicos que leyó desde niño y donde siempre se sintió en casa.

Hoy, a los 75 años, Manlio se prepara para regresar a Nicaragua donde vivirá cercva de su hermano, Víctor, el comandante que cada cierto tiempo regresa a México a visitar a su hermano. Dos hombres unidos por el mismo origen y el mismo destino, estar juntos hasta el final, a pesar de llegar a su meta por diferentes caminos.

Manlio asegura que seguirá escribiendo para Noroeste... para nosotros siempre seguirá aquí, recordándonos que todavía existen periodistas para toda la vida.

 

 

SUS LIBROS

*10 años de guerrillas en México

*El problema del petróleo: Tabasco, Chiapas y el Gasoducto

*¿Qué opina el mexicano de las elecciones?

*La crisis política en El Salvador

*Conversando con José Coronel Urtecho

*La Revolución Sandinista

*El tapadismo

*El 10 de junio y a izquierda radical

*La nacionalización de la banca privada en México

*Como México no hay dos

 

Medios en los que trabajó

* El Popular

* El Imparcial

* El Porvenir

* El Dictamen

* La Voz de México

* Excélsior

* Noroeste

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