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"De Rosario a la revista Forbes"

"El negocio que imaginó e hizo realidad"

"La revista Forbes México para América Latina lo seleccionó en febrero pasado como uno de los 30 talentos destacados, como parte de los pilares de la economía nacional, dueño de una empresa camino al crecimiento."

Su cuna es El Rosario, ahí Luis Arturo Durán Niebla creció con la visión de emprendedor, con la idea de que las oportunidades se buscan y son posibles. Esa filosofía lo impulsó a crear su propia firma de confección de uniformes. Hoy es uno de los empresarios jóvenes y promesa mexicana con una forma diferente de hacer negocios.

 

Su talento es reconocido en su País y en el extranjero, la revista Forbes México para América Latina lo seleccionó en febrero pasado como uno de los 30 talentos destacados, como parte de los pilares de la economía nacional, dueño de una empresa camino al crecimiento.

 

Luis Arturo es orgulloso sinaloense, ha brillado por su visión, su ejemplo familiar.

 

A sus 38 años es dueño de Unimaster fundada en 2013, una distribuidora de uniformes industriales con sede en Tijuana, que genera unos 100 empleos.

 

“Nací en 1979 a dos cuadras de la Iglesia, mi papá era pescador y mi mamá siempre vendió zapato para dama, soy el menor de ocho hermanos. Mis papás se separaron cuando yo era un recién nacido, recuerdo a mi mamá trabajar duro para darle de comer a ocho hijos, para mí fue un ejemplo de perseverancia, de que las cosas sí se pueden, no tengo pretexto, si fijamos una meta, la logramos”, compartió en una entrevista para Noroeste.

 

De tapetes a uniformes

La historia de Luis Arturo parece la de un sinaloense que nació con suerte, aunque para él se trató de preparación, no cree en las casualidades. Está en el lugar que se fijó desde niño.

 

“Viví en El Rosario hasta los 17 ahí terminé la preparatoria, pero tuve la oportunidad de viajar a Estados Unidos de intercambio para aprender inglés; en mi casa todos cooperaron para ayudarme con los gastos, así me sostuve en Minnesota”, comentó.

 

A los 18 años Luis Arturo regresó del viaje, pero no a su tierra, se quedó en Mazatlán para entrar a la Universidad Autónoma de Sinaloa, aplicó para dos carreras: Comercio Internacional y Turismo, en las dos fue aceptado, y las estudió al mismo tiempo.

 

Siendo universitario, en un Verano Científico ganó un concurso nacional del Conacyt. 

 

Apenas a los 23 años, el rosarense ya tenía dos títulos, dominaba el inglés, y era premio en ciencias. Sin embargo, él quería crecer y buscó las oportunidades.

 

“Decidí cambiar de ciudad buscando algo mejor relacionado con mis carreras, vi que era la frontera el lugar ideal, y me fui a Tijuana, allá un hermano me ayudó tres meses para no pagar renta. Llegué directamente a buscar trabajo y al mes ya había entrado a una empresa de Estados Unidos en el área de ventas; las dos carreras, el inglés, y el premio me ayudaron mucho”, compartió.

 

En esa empresa de productos de limpieza el rosarense permaneció cinco años, tenía metas, y llegó a la Gerencia corporativa de Mercadotecnia en la Ciudad de México, entonces era el momento del siguiente paso: el negocio propio.

 

“Dejé el trabajo y me dediqué a vender tapetes por mi cuenta, buscando clientes uno me dijo que no le interesaban los tapetes, pero que le recomendara a alguien que hiciera uniformes industriales, me dio presupuesto y me encargué de buscar quién los confeccionará, me aventé el negocio yo solo, en ese momento vi que era mejor que vender tapetes y me dediqué a los uniformes”, recuerda.

 

En los siguientes meses Luis Arturo busco más clientes, era su propio representante, y se acercó a los proveedores, a los que sabían de confección.

 

“Al principio los mandaba hacer, pero me quedaban mal y yo quedaba mal con el cliente, fue que decidí tomar el control del proceso, llevaba los uniformes con cuatro o cinco personas diferentes para asegurar la entrega”, recuerda.

 

Su primer pedido fue de 500 uniformes industriales, todos para ese cliente que solo le pidió recomendarle proveedor. Actualmente entrega hasta 12 mil piezas a firmas internacionales.

Ya con 28 años, el rosarense se dedicó a comprar equipo para crear su propia empresa, empezó con una máquina de coser, luego dos, tres, hasta que llegó a 40; contrató trabajadores directos, telefonistas, y vendedores, para 2013 tenía Unimaster, el negocio que imaginó.

 

Sus servicios pasaron entonces de un par de clientes a una distribuidora de miles de piezas a clientes de estados del sur, centro, y noroeste del País.

 

A la fecha Luis Arturo tiene una empresa constituida, incluso con representantes de ventas en Mexicali y Ensenada; desde Baja California su negocio se ha expandido. 

 

Unimaster entrega uniformes para firmas internacionales, algunas con sede en Sinaloa; la  meta a corto plazo es posicionarse como una firma nacional, el reto futuro está fijado en la exportación y está seguro que lo logrará.

 

“Gran parte de los productos que tenemos iniciaron con materiales importados, ahorita estamos con proveedores nacionales de telas y de hilo, estamos cambiando lo importado por lo nacional para impulsar productos mexicanos. Yo creo que todo es posible, si te preparas, y si te fijas una meta se logra. Las oportunidades ahí están, y el que busca encuentra”, agregó.

 

¿Quieres dedicarte por completo a tu negocio o tienes otros proyectos?

“Tiene potencial para crecer, más que lo económico se trata de proporcionar empleos, que la gente tenga trabajos bien remunerados, prestaciones superiores a las de Ley; el ser de un lugar como El Rosario donde muchos de mis amigos decidieron no estudiar, yo he tratado de romper paradigmas y tener objetivos los más altos posible, yo sí me veo llevando ese mensaje como conferencista alternado con mi negocio... El mensaje es que lo que nos proponemos se puede lograr, tener una casa, un negocio no es imposible, todo se puede, es hacer un plan de vida, de trabajo, lo bien que nos da va en la vida no es casualidad es una decisión”.

 

¿Y tú te propusiste ser emprendedor?

Sí, desde niño creía que lo que me propusiera lo iba a lograr, por eso estudiar dos carreras, clases de inglés y francés; en un verano me fui a Puebla para hacer una investigación, esas pequeñas decisiones hacen la diferencia”.

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