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"ENTREVISTA"

"'Es muy satisfactorio ver un negocio crecer': Enrique Habermann"

"Un agricultor de tercera generación, que empezó a sembrar desde cero y hoy encabeza una de las principales empresas agrícolas de la entidad"

Por azares del destino, luego de la Primera Guerra Mundial, el alemán Juan Enrique Habermann Schomburg llega a Sinaloa para trabajar en una ferretería propiedad de un compañero de trinchera en la guerra, se queda en Mazatlán y con el tiempo se casa con una joven de Villa Unión, producto de ese matrimonio nacen tres mujeres y un varón, Gustavo Enrique.

Cuando sucede la Segunda Guerra Mundial, para evitar que lo llevaran de nueva cuenta, Habermann Schomburg se viene a Culiacán a trabajar en el campo La Biznaga, con la simple condición de asistir a firmar un reporte de que estaba allí trabajando.

 Pasa el tiempo y el hijo varón Gustavo Enrique Habermann Paredes llega a una edad en que puede trabajar y se va al campo con su padre, esto inspira a Juan Enrique Habermann Gastélum a estudiar para Ingeniero Agrónomo Administrador en el Tecnológico de Monterrey, campus Obregón. Pero estando en el primer semestre, a sus 20 años, pierde a su segunda inspiración, su padre, Gustavo Enrique.

 "Habían sido años muy malos de cosecha, tomate y demás, por lo que muere mi papá y vendemos prácticamente todo el negocio, se pagan las deudas, todas, y cuando salgo yo de la carrera me vengo a empezar de nuevo el negocio, porque no había quedado nada", recuerda Habermann Gastélum.

 Cuenta que su abuelo y su padre sembraban hortalizas, tomate, pepinos, bell pepper también granos como soja, maíz, cártamo y ajonjolí, pero los años malos se acabaron el negocio.

Cuando Habermann Gastélum se gradúa comienza desde cero a sembrar granos y en un intento de expansión renta unas tierras en Quilá, pero ese año hubo problemas por el fenómeno climático de "El niño" y no quedó nada de la siembra debido a un huracán. Entonces se puso a pensar qué iba a hacer con la deuda porque sabía que si seguía con puro maíz no iba a terminar de pagar nunca.

"Qué chinga nos pegó entre el 91 y 92, no quedó nada, la pura cuenta. Me acerqué a la Caades en aquel tiempo, al departamento de CIDH para ver qué otra cosa podía sembrar porque dije: 'con el maíz no voy a salir de la cuenta esta nunca', vi entonces que el ejote era una posibilidad porque no requería mucha inversión inicial", recuerda.

Dice que en un principio sembró tres hectáreas de ejote y luego conoció a unos americanos de origen japonés quienes hasta la fecha son sus socios, amigos y familia con los que hizo trato. Con ellos son los que vende el ejote, siembran en la primavera y el verano y él entra en invierno, lo que les ha permitido tener oferta de ejote todo el año.

"Yo estaba recién casado en el 92, o sea que traía la carga bien pesada, le acababa de comprar un carro a mi señora y cuando se viene el 'error de diciembre' dije 'esto va a ser un desmadre, se van a subir todos los intereses, todo, se puso bueno y fui y pagué el carro', señala.

 Dice que cuando se comienza con una relación de amistad y de negocios con alguien y el primer año es bueno, se empieza positivamente. Es lo que a él le pasó, al segundo año de trabajar con los americanos le apoyaron para meter el primer equipo de goteo que puso y así es como empezó a crecer.

 "Con años buenos y años malos, en el camino a habido de todo, rotamos la tierra, sigo sembrando maíz y actualmente comenzamos la labranza sustentable, sembramos el maíz arriba del ejote a como lo vamos cortando, por lo que tenemos doble cultivo y rotación, con superficie total de riego por goteo", explica.

 Mientras toma un puño de ejotes de la banda en la que los lavan y desinfectan previo al empaque, luego de un suspiro profundo, recuerda cómo ha sido la evolución de la empresa, cuando en los inicios se servían de tablones de plástico para hacer ese proceso, ahora dice, tiene un sistema mecánico que les facilita esa labor y les ha permitido aumentar en gran medida la producción.

 Juan Enrique dice que siempre se ha preocupado por el rubro social con sus trabajadores, brindarles guarderías, escuela, médicos, consultorios, internet inalámbrico, les paga por tarjeta de nómina y en la tienda hay terminales, es una pequeña cooperativa y con la utilidad de la tienda se reinvierte en mejorar la vivienda y servicios que les brinda a sus empleados.

Cuenta que cuando fue presidente de la AARC hizo un convenio con las gaseras para el beneficio de los productores del Valle de Culiacán y Navolato, para que les pusieran cocinetas en aquel entonces, con el compromiso de comprarles el gas.

A la actualidad dice, cuando viene una familia del Sur a trabajar en su Campo, lo que hace es ayudarles con el costo del primer tanque, para que luego del primer cheque puedan guardar el dinero para pagar ellos su consumo de gas.

 "Es muy satisfactorio ver que estamos generando un mundo de empleo aquí a la gente, traemos fácil 800 empleados entre el empaque, la planta, los fijos, el corte, es muchísima gente. Es satisfactorio también ver un negocio que empezó chico puede crecer, que como todos los negocios en la agricultura tiene años buenos y años malos, pero avanzando".

 Los principales retos para Habermann han sido el financiamiento para crecer, encontrar buenos empleados, las bajas del mercado y el clima, pero dice que la constancia y dedicación, gente buena que empezó con él y sigue "chambeando", que ha crecido junto con el negocio, que ahora que está prácticamente fuera toda la semana maneja todo y llega a acuerdos por teléfono y sólo se ve a sus empleados para platicar el fin de semana.

 "El tema del financiamiento fue un problema en un principio, la deuda generada por 'El Niño' la terminé de pagar hasta el 1998, seis años me llevo pagarla, estaba bien ensartado… ahora hay financiamiento por todos lados, te presta financiera, te prestan otros, es muy diferente cómo ha evolucionado el tema del financiamiento y hay más fuentes de financiamiento, muchísimas más", señala.

 

Agrícola De la Costa

Ahora, la Agrícola De La Costa, el emporio construido a base de mucho esfuerzo, trabajo y dedicación que maneja Habermann Gastélum, es de primera, para entrar a la planta se requiere de gorro, cubre boca, lavarse las manos, los empleados usan guantes, es impresionante ver la agilidad con la que se empaca el ejote, actualmente tienen tres variedades, francés, orgánico y convencional.

Tiene su propia planta de procesar ejote para darle valor agregado, comenzó hace 15 años, primero maquilaba con salsas el Yauco, luego colocó en la propia agrícola una planta, para solo cortar y al momento maquilar el ejote fresco.

Justo en la entrada de la planta se observa un distintivo, el Premio Nacional de Exportación 2012, lo recibieron de las manos del presidente Felipe Calderón Hinojosa, que reconoce el desempeño de las empresas que se han destacado en la exportación, se entregó a Juan Enrique Habermann, director general, y a Silvia López, directora administrativa.

"Fue muy satisfactorio, estamos certificados, somos una empresa socialmente responsable…actualmente tenemos cuatro estaciones: La Biznaga, El Parral, El Chamizal y San Antonio, todos los años es una película nueva y un capítulo nuevo", refiere Habermann Gastélum.

A sus 52 años, siembra alrededor de 800 hectáreas, dice que le ha quedado claro que no se tiene que desbocar, tiene que planear las cosas, que es muy cierto el mensaje de los viejos: "las vacas gordas son para las vacas flacas", y sobre todo ha tratado de ser muy consciente de su gente, porque no es él, es un equipo de trabajo y cada uno es responsable de su área.

 

SOBRE EL AGRICULTOR

Él es la tercera generación de agricultores en su familia.

Es de Culiacán y nació el 7 de febrero de 1966. Es Ingeniero Agrónomo Administrador en el Tecnológico de Monterrey, campus Obregón.

Produce maíz y ejote francés, orgánico y convencional

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