|
"COLUMNA"

"Expresiones de la Ciudad: Cuando tu ciudad se vuelve miserable"

"."
La ruta del paladar
12/02/2018

En serio. Me juego el bistec si los presuntos implicados saben lo que allí se erigía, en el pasado. Pero desde la altura atroz de su burbujeante ignorancia, lo más seguro es que el mundo exista a partir de las seis velitas que encendieron para festejar el aniversario del Modular Inés Arredondo.

Es más: no sólo me juego el bistec, sino también el café del amanecer y el vino tinto de la cena, si alguno de ellos me ilustra sobre la vida y obra de doña Inés, pero al derecho y al revés, rediez.

Sucede que para saber eso y el propio acontecer del edificio desde que el Cine Reforma oscureció su pantalla y fue cedido al Ayuntamiento, habría que contar con al menos unos gramos -aunque sea rudimentarios- de historia local, media cucharadita de cariño por la cultura y quizá una barnizada leve de honestidad y decencia, para reconocer lo contrario, Olegario.

A mí me supo amargo el bistec del desayuno cuando me enteré de cómo se abrazaron, ¡bravo!, se dieron la mano, compartieron pastel y se atragantaron con las palabras del discurso presidencial de Antonio Castañeda, quien dijo sentirse feliz, divi-divi-divi, al recordar cuando estampó su firma por la época de la regiduría y boom ¡cataplum!, el cabildo, con un manotazo estruendoso, hizo caer la personalidad de cultura popular que había adquirido el edificio en su acepción de Auditorio Inés Arredondo, para darle paso a los desfiles de modas, a la fantasía de hipnotizadores y a personajes parecidos a la Chupitos, hágame usted el favor, Agapito.

Lo que quiero decir, y digo, es cuán miserable se vuelve una ciudad que casi mira con desprecio la línea del arte y sus expresiones, cuyo organismo que la rige, el Instituto Municipal de Cultura, desde que fue creado, la mayor parte del tiempo se la pasó de renta en renta para poder contar con un espacio y que cuando los centavos se hicieron más chiquitos, fue enviado a instalarse a un costado de los animales del parque zoológico, escatológico.

Lo curioso es que el gobierno municipal cuenta con el inmueble cumpleañero, auditorio incluido, ubicado en una zona envidiable, pero ordenado desde los años de Jesús Vizcarra a partir de una visión estrictamente empresarial, donde por supuesto la cultura estorba, porque no deja, porque los pesos y los billetes no son visibles mediante su actuar.

Y por eso, desde su reconstrucción, a Cultura la dejaron fuera (el inmueble estaba en sus manos); y ahora, casi de lástima, de vez en cuando la dejan que se asome por allí, Anahí. Pero poquito. Nomás la puntita, Cuquita.

Aunque carraspeen algunas gargantas, el único edil que escuchó quejas al respecto, que sentó a un director del MIA que hubo allí y le espetó de que ya estuvo, cálmate, me vas suspendiendo el numerito de los desfiles de modas y le vas proporcionando una agenda de uso, fija, al Instituto Municipal de Cultura, fue el sonriente Aarón Rivas Loaiza, ahora candidato a diputado federal. De allí para el real, cero, carnal. Nadie.

Podría decir que por lo menos recuperasen el teatro griego del Parque Culiacán 87, desde hace años en manos de la Marina y con letreros de “Prohibido el paso” por todos lados; sin embargo, ese Modular no tiene razón de ser respecto a su uso y administración, aunque se hayan inventado un Instituto inexplicable, carente de razones para existir. Debería estar en manos de Cultura. Incluso debían estar allí sus oficinas.  Y punto.

 Comentarios: expresionesdelaciudad@hotmail.com

Periodismo ético, profesional y útil para ti.

Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.


Suscríbete
Regístrate para leer nuestro artículo
Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


¡Regístrate gratis!