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"COLUMNA"

"Expresiones de la Ciudad: ¿Tienes la costumbre de publicar selfies tirando besos?"

"Cualquier beso que sea visto en Facebook, Twitter, Instagram o en la madre que lo parió, debe ser un beso impúdico, promiscuo y frívolo"
La ruta del paladar
19/06/2017

Que no. Y nada de que el fulano es gay. Tampoco misógino. Y ya, salvado de ambas atenuantes quiero decir, y digo, que el hombrecito desprecia que se le acerque aquella mujer que siendo desconocida, de buenas a primeras, ándele, ya se encuentre dispuestísima al hola, mucho gusto, smuac, smuac. Es entonces cuando Arturo Pérez-Reverte actúa un gracioso no me di cuenta del tal y pretendido besucón: gira el cuello de súbito, levanta la mano y ofrece un saludo a nadie en diez metros a la redonda. Más sin embargo es un apasionado del sexo opuesto. Y cuando observa a una mujer callada, concluye que ella ostenta un silencio viejo y sabio, de mujer eterna. Uno de esos silencios que poseen la clave de todo cuanto el hombre ignora.Pero no imagino lo que piensa de muchas mujeres que desde que se inventaron las redes y las selfies y todo eso, dieron en alzar la trompa y ofrecer besos a quien supuestamente los quiera, como si el mundo mundial estuviera ansioso de ellos. Y no solamente mujeres, cabe aclarar, pues por allí se mira a uno que otro varón en plan mira, oye, que yo también puedo hacer el ridículo. Instalado en antier para descubrir el hilo del asunto, no alcanzo a vislumbrar, imprimiendo besos, a ningún hombre del pasado, justo como lo hacían ellas sobre el papel de cartas perfumadas que iban dirigidas al amor de sus vidas.Aunque habría que separar de todo esto a los besos de la mercadotecnia, esto es, a los que llegaron a generar tumultos en taquilla, como los de Marilyn Monroe, o los cabareteros estilo invítame una copa, como los besos que lanzaba la vedette Olga Breeskin. Aquí estoy hablando de los besos de la gente común y de todos los días, no de besos faranduleros. Y aun con esto habría que diferenciar los besos que pudieron obsequiar nuestras madres o nuestras abuelas, de los besos que se avienta una mujer, o quien sea, a través de las redes sociales.Y es tantísima la diferencia observada, oiga, porque las mujeres de antaño tenían muy claro a quién le enviaban sus besos pintados con el carmín del bilet, que eran extraordinariamente privados, profundamente exclusivos  y  luminosamente enamorados. Si los besos de ayer -de los que hablo- eran extraordinariamente privados, los publicados en las redes son impúdicos por ser tan públicos y libertinos, sean besos de mujeres, hombres o de la comunidad LGBTI.Si los besos de ayer -de los que hablo- eran profundamente exclusivos, los de las fechas que corren pecan de promiscuidad, porque pudieran ser deseados por cualquiera, con todo lo que significa ‘cualquiera’ en la extensión del término, según la paranoia que se tenga  contra la diversidad sexual, aunque por lo regular aquellos besos provocan risión y córrele porque te pego, Juan Diego.Si los besos de ayer -de los que hablo- eran luminosamente amorosos, los de hoy son aterradoramente frívolos, desamparados y materia de análisis psicológico, porque quizá se podría descubrir un alma ansiosa y abandonada detrás de ellos.Entonces, cualquier beso que sea visto en Facebook, Twitter, Instagram o en la madre que lo parió, debe ser un beso impúdico, promiscuo y frívolo, sin pretender salvar a ninguno de los que he visto publicados, así sean besos de personas conocidas, puesto que con nada se justifica que la gente ande alzando la trompa sin nadie de por medio que lo solicite. Y mira que ni permiso piden para exhibirlo a uno como cómplice canalla de esos besos vergonzosos, porque de repente una conocida, o incluso pudiera ser una amistad, te rodea con el brazo, dice que voltees a la cámara del celular para una selfie, y tú concluyes que se va a tratar de una foto común, pero cuando miras de reojo te das cuenta que la susodicha  -o el susodicho- ya tiene los labios fruncidos, y clic, ya estás allí haciendo el ridículo a lado de una persona con la trompa como de cochi. Y pues así nos la navegamos en las redes, fíjese, viendo a gente grotesca sin el más mínimo asomo de decoro; y yo, intentando veces, saber cómo es que esas personas no se dan cuenta de lo expuestas que quedan para la risión pública. ‘Ahí’ se la echan. Y si alguien me quiere alegar en plan de autodefensa, pues nada. Lo siento pero no trago.  Y punto.

Comentarios: expresionesdelaciudad@hotmail.com

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