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"COLUMNA"

"LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD: Aprender a tomar decisiones"

"¿Por qué desde que nuestros hijos nacen, nuestra preocupación se enfoca más a evitar que sufran? ¿Por qué asumimos que equivocarse sólo genera dolor? Como consecuencia adoptamos una actitud sobreprotectora y dominante"
LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
17/10/2017

El día de ayer viví un día de altos contrastes, pasé de una junta con altos directivos con promedio de edad de 35 años, a una junta con jóvenes preparatorianos entre los 15 a 16 años, el común denominador fue el reto, ponernos de acuerdo para tomar “las mejores decisiones” para el logro de nuestros compromisos, de nuestros proyectos personales y colectivos.

Desde mi observación como formador, las emociones que generan los comportamientos que presentamos ante este reto son muy similares, no importa la edad y el contexto, el mayor impacto son fortalezas de carácter que aprendemos desde casa y fortalecemos en el día a día con las experiencias.

Si partimos del hecho, que tomar decisiones es una tarea que hacemos de forma constante y muchas veces hasta rutinaria, en muchos casos en algunas actividades lo hacemos de forma casi mecánica. Con tal razón podemos afirmar que es básico que nuestros hijos aprendan bien a realizar este proceso en la vida. La capacidad que desarrollemos para habilitar exitosamente este reto constante con grandes variables que fluctúan desde su nivel de dificultad, nos puede garantizar un mayor de bienestar pleno en la vida futura.

Seleccionar el criterio de qué es lo mejor para que aprendan y fortalezcan nuestros jóvenes esta capacidad de decidir, nos invita a reflexionar ¿por qué desde que nacen, nuestra preocupación se enfoca más a evitar que sufran? ¿Por qué asumimos que equivocarse sólo genera dolor? Como consecuencia adoptamos una actitud sobreprotectora y dominante, que a largo plazo sólo limita e incapacita. Si compartimos la opinión de que educar es ayudar a crecer en libertad y responsabilidad, tendremos que ayudar a nuestros jóvenes a aprender a tomar decisiones modificando muchos comportamientos no deseados.

Conocer el proceso de toma de decisiones nos ayudará a visualizar el nivel de oportunidades. Ante el reto de decidir, te suena familiar la pregunta frecuente “¿Papá o mamá, qué hago?”. A los que estamos en las organizaciones también nos sucede con alumnos con muy buenas calificaciones que se convierten en operarios para evitar equivocarse y tener siempre una persona a quien culpar si no es exitosa la decisión.

Este es el primer gran paso del proceso donde debemos intervenir, debemos enseñar a nuestros hijos a definir el problema, dilema o meta a lograr, aquí se centra una de las grandes áreas de oportunidad y mucho más en nuestros jóvenes que viven con un alto sentido de inmediatez. En el momento que nosotros les resolvemos este paso, les limitamos esa curiosidad innata para saber más, para indagar más.

Por ello, el segundo paso es orientarlos a buscar información del dilema a resolver, tenemos la oportunidad hasta de darle un mejor uso a las redes sociales, cuando los incentivamos a buscar más.

Con la información recabada ellos deben experimentar y plantear cuáles son las posibles alternativas de decisión, esto les regala una mirada más amplia del mundo en el que viven y de los retos a enfrentar.

Después de estos tres pasos llega el momento de tomar una decisión, pero lo más importante es hacerse cargo, ser responsable de sus resultados sean deseados o no deseados. Si son los deseados llegará un cumulo de emociones positivas que impactaran su autoestima, su autodeterminación, su autoconfianza.

En caso contrario, la vida nos regala la maravillosa oportunidad de aprender de los hechos vividos, transformar la experiencia no deseada en todo un proceso de crecimiento, desarrollando la fortaleza de la humildad para aceptar los resultados sin culpar a nadie, tan solo hacerse cargo de los mismos. De esta forma estamos impactando muy fuerte la autorregulación y la inteligencia social.

Ambas reuniones terminaron con un mismo enfoque, la intención de ayudar a reflexionar y plantearse preguntas muy interesantes ¿Qué es lo que se quiere conseguir? ¿Cuáles son los caminos para llegar de forma más eficiente? ¿Cuáles son las ventajas y no ventajas de cada alternativa?

También cerré la sesión con un gran aprendizaje: No permitir preguntas “urgentes”, las decisiones apresuradas no siempre son las correctas. Hay que pedir la mayor cantidad de datos posibles: dónde, cuándo, con quiénes, para qué, cuáles es la métrica, marquemos números, premiemos las afirmaciones, vamos eliminando los gerundios y los juicios sin validar.

Te invito a decidir seguirme a través de mi página Oscar Garcia Coach.

 

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