"LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD: Desintoxicándose emocionalmente"

Esta semana, en mi página de Coach, hemos trabajado en las relaciones sanas a través del parafraseo que refiere a esas personitas que muchas veces sentimos que es mejor perderlas que encontrarlas. Es decir, conversamos de lo que hoy denominamos como la gente tóxica, término utilizado para describir a las personas negativas que sólo nos aportan preocupaciones y -como dicen los chavos- son “mala onda”.

Explicar los comportamientos de esas “personitas” que, en verdad, no aportan cosas positivas a nuestras vidas, sino todo lo contrario, es todo un reto, pero se coincide que un primer gran paso, es aprender a identificarlas y luego, con mucha inteligencia racional y social, establecer límites sanos. Muchos investigadores del comportamiento humano sugieren el alejamiento, pero debemos considerar que en muchas ocasiones no tenemos la posibilidad de alejarnos físicamente, pero sí podemos entrenarnos para que no afecten más nuestra vida.

El psicólogo clínico y periodista Dr. Albert Bernstein es famoso por su libro Vampiros emocionales, donde describe a la gente tóxica como aquellos seres que nos roban energía, sentimos que no nos dejan respirar, desarrollando relaciones hiperabsorbentes y sólo tiene palabras negativas para describir el futuro, buscando hacernos sentir culpables de sus problemas.

Estas personas son expertas en navegar en relaciones en las que el círculo de amigos es reducido, existiendo dificultad para establecer nuevas relaciones. Aquí tiene gran aplicación la frase “más vale solo que mal acompañado”.

¿Te puedes imaginar pocos en un grupo y sufrir los comportamientos de celos, paranoia, ataques de egoísmo y demostraciones de inmadurez por parte de uno de los integrantes? Claro, puede ser un infierno potencial y el gran riesgo es que nos acostumbramos a vivir en ese clima tan no deseado para el bienestar, es flagelarnos en la terrible culpa.

Comprender que al definir la culpa como la diferencia entre lo que hiciste y lo que deberías haber hecho, nos puede llevar a un sentimiento tremendamente negativo, es como vivir toda la vida en la auto condena. Como una forma de explicarme mejor te pido que recuerdes el momento en que tu equipo de trabajo no logró la meta o el compromiso establecido.

¿Experimentaste algún tipo de emoción como las que describo a continuación?:

- De manera involuntaria inicié procesos para auto castigarme y me llené emocionalmente de auto reproches.

- Asumí las culpas ajenas, es decir, no sólo sufrí por lo que yo dejé de hacer, me cargué emocionalmente de lo que otros no fueron capaces de hacer. Compré la historia completa.

Es un hecho que, en la reflexión del caso, observo que existieron áreas de oportunidad (errores), debo asumir que:

- Si me equivoco, pido perdón y reparo mi equivocación.

- No quiero cambiar a nadie, entiendo que sólo yo puedo cambiar, porque decido y quiero hacerlo.

Se puede malinterpretar que exigir es símbolo de toxicidad, pero no es así, es más tóxica la gente que se comporta mediocre y vive en un miedo constante de arriesgarse por el simple miedo de perder. Esta actitud propicia estados emocionales de pereza, al vivir sin vivir, enfocas la mirada en una crítica constante al otro.

Sólo un reflexión intensa y reparadora nos permitirá aprender a escuchar la voz de nuestra conciencia, evitaremos las sensaciones de coraje e ira, porque ya no sentimos culpa, ni vergüenza, aceptándonos con errores y virtudes, valorando nuestra imperfección desde un aprendizaje que transforma desde nuestro propio interior.

Espero que tanto tú como yo podamos interiorizar más en nuestras emociones para asumir lo que nos inquieta y desintoxicarnos. Nos vemos en mi página Oscar García Coach.