"La historia de una vaca que se llamaba Lupe"

"A unos kilómetros de Mazatlán, antes de llegar a La Noria, se puede comer y jugar con la familia al aire libre"

17/03/2018

La historia de una vaca que se llamaba Lupe

Ariel Noriega

Un par de kilómetros antes de llegar a la comunidad de La Noria hay un restaurante donde mandan las mujeres, se cocina sólo comida de la región y se recuerda a una vaca que se llamaba Lupe.

La historia del restaurante al aire libre, donde usted se puede quedar sentado en la mesa después de comer el tiempo que quiera, es la historia de un habitante de La Noria que regresó a luchar por sacar adelante el pueblo de su infancia.

Decidido a rescatar un restaurante devorado por el monte, el empresario Roberto Osuna Valdez, mejor conocido como “El Zeus”, se pasó un mes sacando maleza del terreno hasta que le dio forma a un paraíso familiar donde se puede escuchar a las aves, estar en contacto con la naturaleza y comer bien.

Aquí en La Vaca Lupe, la naturaleza es la protagonista, la comida se hace sólo con materia prima que producen las huertas, gallineros y corrales de la zona.

“Desde que abrimos dijimos, y lo hemos sostenido, que el concepto iba a ser campirano, campirano, campirano, que los niños que vengan se vayan chapeteados, irse raspados, que vengan y conozcan a las vacas, borregos, un chivo, un burro, los animales de los ranchos”, explica Roberto Osuna Valdez.

La idea del restaurante donde usted puede desayunar o comer está pensada en la familia, de ahí que usted se pueda quedar el tiempo que quiera, mientras explora en la granja de animales o disfruta de la ruta extrema para ciclistas de montaña.

De la música se encargan las “cuichis”, gallinas salvajes que anidan en los huanacaxtles y que se la pasan armando alboroto junto a los pericos de marzo, todos silvestres y responsables de ambientar un entorno donde uno puede comer huamúchiles o encaramarse en un árbol, pasear en bicicleta o jugar al futbol en familia.

Y si usted va a ir a disfrutar de la Vaca Lupe, la recomendamos llegar, ordenar su comida y después bajar a conocer a los habitantes del restaurante convertido en un rancho, donde los animales tienen nombre y se puede ver en directo a una gallina poner un huevo.

La recomendación viene a cuento porque aquí la comida se hace en el momento, no hay nada prefabricado y hasta el café de olla recibe su piloncillo cuando usted está listo para probarlo.

“Tenemos un letrero que dice ‘la comida es lenta’, porque si tú pides chicharrones, si pides carne asada, todo se hace al momento, por eso decimos que la cocina es lenta, pero sabrosa, porque las cocineras cocinan como lo hacen en su casa”.

Por un costado de La Vaca Lupe pasa un arroyo y como aquí todo funciona, si le toca temporada de lluvias, observará como corre el agua junto a unos árboles centenarios que echaron raíces en suelo con agua suficiente para soportar un siglo.

“Yo estoy convencido de que para que un lugar se levante no le toca al gobierno, nos toca a nosotros los ciudadanos. Yo como oriundo de La Noria, pues me interesa mi pueblo”.

Además de un lugar para comer y divertirse, La Vaca Lupe le da trabajo a más de 20 personas los fines de semana, sobre todo mujeres, que de otra manera no tendrían oportunidad de llevar dinero a sus hogares.

La Vaca Lupe era una vaca brava que recorría La Noria como una señora de mal genio, a la que todo mundo respetaba.

Hoy se ha convertido en un hermoso rancho donde se puede comer como si uno estuviera platicando con la abuela, mientras sus hijos se balancean en columpios amarrados a la historia de árboles centenarios y un puerco de origen vietnamita le da la bienvenida.