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"NECESITA APOYO"

"La mujer que lo tuvo todo y que hoy vive en pobreza"

"Felícitas tuvo dinero, pero no lo supo administrar, por eso hoy es una de las 87 mil 084 personas que viven en pobreza extrema"

Felícitas Angulo Quiroz lo tuvo todo, si sólo se califica el nivel económico y el estatus social. Lo logró, sin quererlo, a sus 30 años, pero no supo administrar su dinero, por eso hoy es una de las 87 mil 084 personas que viven en pobreza extrema y que, además, necesita de urgencia una operación para poder trabajar y mantener a un hijo que adoptó hace 10 años.

Ella nació hace 72 años en La Higuerita, que pertenece a la sindicatura de Culiacancito, donde estudió hasta la primaria y nada más. Ahí aprendió a cocinar, a cuidar niños. Aprendió a ser una ama de casa. Era la educación de la época y ella lo comprendió así.

A los 15 años conoció el amor, un hombre de Elota con el que se casó y se fue para ese municipio. Con él duró 15 años casada, en una relación un tanto tropezada, que se marcó por infidelidades hasta que a él lo mataron.

"Él era bien mujeriego y yo le aguantaba, todo le aguantaba, pero no le aguanté cuando se llevó a una amiga, porque dormía ahí en mi casa, yo le daba de comer a su familia y él se la llevó y por ese motivo a él lo mataron, lo mataron por esa mujer", cuenta.

Felícitas soñó con tener hijos, pero no se le cumplió, al menos no con ese hombre.

- ¿Usted no tuvo hijos?

No, no tuve, porque haga de cuenta que el hombre no podía tener y para qué iba a traer hijos si aquel me iba a dejar sola.

- ¿Pero por qué no tuvo?

Pues porque me salió estéril y fuimos al ginecólogo y le dijo que me dejara tener hijos aparte, pero se enojó y dijo que no, que primero me mataba.

Cuando él murió, Felícitas heredó su dinero, pero ella no supo administrarlo, ni hubo quién le aconsejara en qué gastarlo.

"Yo estaba bien, nada más que no supe administrar dinero, no lo pude meter al banco de allá de Elota... no supe, estaba joven y yo era sola, nada más mi papá y mi papá falleció y ya no lo vi, por eso yo no tengo dinero, si lo tuviera imagínese", expresa.

A sus 30 años regresó a Culiacán, pero ya sin esposo y con la noticia de que sus padres habían muerto. Entonces buscó a primos y hermanos, así llegó a Las Cucas, donde se hospedó por un tiempo hasta que pudo construir un cuarto que lo convirtió en su pequeño hogar.

"Yo trabajaba en las casas, ahí... con eso puse mi cuartito, trabajaba como ama de casa, cuidando niños y así, y como ahí tengo familia, pero como si no la tuviera porque no vienen a verme, son dos sobrinos o cuatro, ya ni sé", recuerda.

En Las Cucas conoció a otro hombre, su actual pareja, que es cinco años menor que ella y que es adicto a jugar baraja.

"Ahí conocí a este flojo y pues ya está viejo también, pero de todas maneras es cinco años menor que yo y puede trabajar todavía, pero n'ombre oiga, no lo hace, ¿pero qué hago yo?, sigo con él para no morirme sola", manifiesta.

Ese hombre tampoco le pudo dar un hijo. La maternidad la conoció cuidando a niños ajenos en casas de otras personas que la contrataban para hacer limpieza y comida.

Ahí en Las Cucas también cuidó decenas de niños, hasta que nació Jesús, y de eso ya pasaron 10 años.

"Todavía tiene 10 años y conmigo nada más, no con su mamá, porque su mamá quedó malita de los oídos, se le reventaron los tímpanos, le subió la presión con esa enfermedad de la clemsia", dice.

- ¿Preclampsia?

Eso... y ya no lo pudo cuidar, mi cuñada me lo dejó a mí... en estos días ya van dos veces que me ha venido a ver, yo me convertí en su mamá y así me dice, mamá, y ahí vive conmigo, porque todos vivinos en el mismo terreno, pero ahí se la lleva conmigo.

Felícitas vive en un cuarto que construyó con sus ganancias, pero está mal hecho, porque el hombre con el que vive prefirió gastar el dinero en la baraja.

Esa construcción ha aguantado poco. Apenas el año una lluvia provocó que Felícitas perdiera su colchón, su ropa, su estufa. Prácticamente todo, pues sólo quedó levantado un ropero donde guarda parte de su ropa.

Su techo está compuesto de lámina de cartón, y por eso cada vez que llueve su cuarto se llena de agua. Entonces dormir ahí se volvió imposible.

"El cuarto está pegado con lodo, ni siquiera con mezcla, porque yo le daba dinero a él para que comprara la mezcla... dos años compré material para arreglar ahí y él me lo vendía para jugar a la baraja", dice.

Durante 42 años ella ha trabajado en decenas de casas, limpiando y cuidando niños, aprovechando los espacios que ella, dice, alguna vez tuvo pero no aprovechó.

El trabajar de manera incesante le ocasionó hace 10 años una hernia, la cual se pudo operar porque una de sus patronas le ayudó.

Los médicos le indicaron que debía descansar durante seis meses, pero ella no aguantó, tenía que trabajar y la herida se reventó, de tal forma que la hernia que carga es prácticamente un tercio de su complexión.

"Tengo 10 años con la hernia", dice.

- ¿Cómo fue que le creció?

Porque ya me habían operado el ombligo, ya me lo habían operado y trabajé también los cinco meses, no me cuidé porque tenía que trabajar y mi patrona me dijo que fuera a cuidar a una amiga de ella, nada más cuidarla, pero ya estando allá su hija me mandó a traer un garrafón.

"Yo le dije que no iba a hacer negocio, sólo a cuidarla, pero cuando me puse a hacer comida ya cargué el garrafón y las puras vendas tenía, y cuando lo alcé ya sentí un jalón aquí arriba y sentí que me ardió el ombligo y me volvió otra vez y pues ya no me cuidé y me fue creciendo y creciendo", dice.

"Ahorita ya no puedo, no puedo caminar, porque ya de la nada me caigo, como el otro día que me caí y pensé que me abrió la rodilla porque me ardió, pero es porque me abrí más la hernia, se me rajó poco", explica.

Los problemas de salud en Felícitas han incrementado en los últimos 10 años, y le han alejado de trabajar plenamente. Ahora lo hace desde su casa y de manera precaria.

Ahora Felícitas no sólo tiene el problema de hernia, pues desde hace un año se le detectó que tenía piedras en la vesícula, lo que ha provocado dolores e infecciones en su abdomen.

Los médicos le dijeron que debía atenderse y operarse, pero el tratar esa cirugía le costará al menos 20 mil pesos.

Por no tratarse, hace 15 días la trasladaron al Hospital General, donde se han hecho cargo, sin costo para ella, de su salud, pues le han dicho que dejarla salir sería un riesgo.

"Tengo un año con la vesícula y venía pero nada hasta que en el centro de salud me mandarona hacer un ultrasonido y salió la vesícula y pues tengo piedras, tengo un cascajal dije yo", menciona.

"Entonces me dieron omeprazol, cada vez que venía me daban omeprazol hasta que dejé de venir, porque no tenía para pagar el camión, pero ya una vez me trajeron y me dejaron aquí, porque me agarró la infección, me daba frío con la calentura y el niño es el que se apuró a buscar carro para que me trajeran", dice.

Felícitas necesita operarse, pero no cuenta con los recursos económicos, por eso un vecino de ella y activistas sociales han hecho la labor de búsqueda de fondos con partidos políticos, beneficencia pública e instituciones no gubernamentales, pero no han logrado reunir los fondos suficientes.

En total se necesitan 20 mil pesos para la operación, la cual, aseguró Felícitas, será para que ella pueda recuperarse y poder trabajar desde su casa sin problemas de salud.

 

PARA APOYAR

Si usted quiere ayudar a Felícitas, puede marcar al siguiente número celular, 6672 08 18 61, con Celsa Guerrero.

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