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"Una historia en el limbo"

"La soledad de don Martiniano"

"A sus 78, Martiniano ha quedado en un limbo: sus familia se ha alejado; Ramona, su última compañera, murió hace un mes"

A sus 78, Martiniano ha quedado en un limbo: sus familia se ha alejado; Ramona, su última compañera, murió hace un mes y hoy pasa las horas esperando que dé la tarde en su domicilio de la colonia Las Coloradas.

No puede trabajar porque tiene un problema del corazón. Fue albañil durante 20 años y los últimos activos los pasó cuidando una bodega cerca de la calzada Heroico Colegio Militar a la salida sur de Culiacán, pero lo corrieron cuando contrataron a alguien más joven.

Le negaron el servicio, recuerda, y ahora lucha por ingresar a un programa de ayuda, luego de que ya una vez en el 60 y más, sólo le robaron sus papeles.

"Si hubiera tenido dinero, Ramona no hubiera muerto", lamenta afuera de su casa, bajo un tejabán hechizo de madera y lona reciclada.

Ahí el sol no castiga tanto, porque la calle por donde vive está en la loma y casi toda está llena de árboles. De hecho, cuando el aburrimiento es demasiado, se duermea ratos.

Le ha prendido una veladora casi por cada día que se le fue Ramona, la señora de 70 años cuya fotografía en un portarrerrato está de espaldas colgada en un alambre.

La última veladora está encendida casi en la esquina del único cuarto acondicionado como habitación de lo que fue su casa.

Ahí, en una cama de herrería, madera y un colchón, dormía Ramona. Él nunca pudo. Sentía que se ahogaba en el cuarto de rstar encerrado y el colchón le daba dolor de espalda y mucho calor, porque nri tiene aire.acondicionado.

¿Qué si extraña a Ramona? Pues más por las tardes, recuerda Martiniano. Ella lo atendía y él la trataba bien, era muy limpia y celosa: a veces por las noches salia a palpar a ver si había otro cuerpo acompañándolo en el catre que él mismo remendó y en el que todavía él duerme afuera.

"Ahora, a veces me dan ganas de que venga por mí y me lleve", dice Martiniano y parece que va a llorar.

Por eso también tiene la fotografía de Ramona. No vaya a ser que se le aparezca.

Ramona se le enfermó del corazón y la llevó al Hospital General una vez. Batalló para pagar porque no tiene más ingreso que lo que le lleva una de sus hijas o cuando vendía algo.

"Pero ella apenas puede con sus plebes, no le alcanza", asegura.

Le compraba medicina cuando había dinero y poco a poco se mejoró, fue hace como un año. Esta última vez a Ramona le fue peor, además de su dolencia cardiaca, tenía el cuerpo lleno de llagas.

Murió justo cuando el Regidor Irán Zazueta había conseguido la atención. Personal del DIF recogió el cuerpo y uno de los hijos de Ramona fue contactado. Él reclamó el cuerpo y lo enterró, pero Martiniano no fue invitado.

Desde entonces está solo en aquella loma de Las Coloradas, come cada vez que alguien le echa la mano y a veces que no.

Dejó un hijo cerca de Canelas, Durango, de donde él es oriundo. Allá don Martiniano creció sembrando caña y elaborando panocha dulce.

Tuvo varias novias, recuerda. Se juntó con la madre de sus tres hijos y cuando uno de ellos enfermó, decidieron venir a la ciudad para tratarlo.

 

Vivieron un tiempo en El Barrio

 

En El Barrio, allá sí tenía a dónde ir o con quién platicar, señala, aquí en Las Coloradas, no conoce a nadie.

Martiniano se separó y conoció a Ramona cuando esta ya era viuda, ambos eran treinteañeros con personas en sus pasados e hijos.

Yo estaba puliendo el techo en una tortilleria y la mujer pasaba y pasaba. Pasaba y me "gritaba: apúrate, que no te va a rendir. Yo pensé que esta vieja algo quería", sonríe.

Martiniano asegura que padece un problema cardiaco con el que nació y se le complicó de viejo.

Después de más de 20 años de albañil, tuvo que dejar la cuchara por miedo a sufrir un infarto. Luego fue velador y no pudo trabajar de otra cosa porque es enteramente analfabeta.

En algún momento se acercó para gestionar su tarjeta de apoyo para adultos mayores, pero sus papeles se los hicieron perdedizos, lamenta.

 

Cuando no alcanza nada

Hoy vive sus últimos años en la añoranza de los campos de caña de azúcar, los tres arroyos y el terreno que heredó de su padre, nos recuerdos de Ramona y las dificultades de alguien de la tercera edad cuando la familia de ha alejado y los programas no los alcanzan.

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