"Las alas de Titika"

María Julia Hidalgo López

"Sentarme a bordar tu nombre". Fue una idea que sólo albergó en su cabeza. Pasaron los meses y un día se decidió. Caminó hacia la fuente de Los Venados, en pleno centro de Coyoacán, y se sentó con otras mujeres. No conversó, sólo tomó el tramo de tela y empezó a bordar en silencio. Los turistas pasaban y se detenían a observar la labor de los bordadores —aunque pocos, pero se habían sumado algunos hombres—, uno de ellos se paró frente a ella y le preguntó qué hacían. —Bordamos el nombre de nuestros muertos, para mostrar nuestro dolor. —¿Todos ellos han sido asesinados? —Asesinados o desaparecidos. 

Todos ellos son los daños colaterales de la absurda guerra que empezó el ejecutivo federal contra el narcotráfico. Los nombres que aquí bordamos pertenecen a quienes han perdido la vida en fuegos cruzados, persecuciones, emboscadas, equivocaciones, injusticias…así la perdió mi hijo, dijo Rosario.

Fuentes Rojas es un grupo de personas que se han sumado para hacer un memorial ciudadano de manera colectiva. La idea es hacer comunidad y compartir la pérdida y las ausencias. Bordar mensajes, nombres, fechas, lugares, edades, hechos ocurridos en México durante los últimos años. Bordando por la paz y la memoria. Una víctima, un pañuelo. Hombres y mujeres de todas las edades se dan cita para bordar los agravios. Telas blancas, hilos rojos que simbolizan la sangre de las víctimas, hilos verdes para las personas desaparecidas; el color que alberga la esperanza de encontrarlos. “Puntada tras puntada, nombrando y bordando. Somos una voz de hilo y aguja que no se calla”.

Iniciativas como Fuentes Rojas, han retomado la plaza pública para expresar el atropello que sentimos como comunidad y así exigir el mínimo respeto. Ese mismo día, en mi paseo por el jardín Centenario, en Coyoacán, un grupo de vecinos también protestaba contra las arbitrarias construcciones que están desplazando los pocos sitios de esparcimiento que quedan en su barrio. Y así, todos formamos parte de ese dominical paisaje, donde vendedores ambulantes, sin regulación alguna, brotan por todos lados. Banquetas bloqueadas con vendimias de chatarras y baratijas de pésima calidad. Niños obesos que, víctimas del mercantilismo, caminan ingenuos con churro relleno de mermelada en mano. Una activa plaza, en la que ese domingo los turistas de todo tipo deambulaban con un claro signo de interrogación. 

Apenas uno pasos del grupo de bordadoras, el teatro callejero se hacia de un ávido público. Un artista que no dejaba de animar a los paseantes, quienes atentos participaban en la puesta de Caperucita Roja. Un alto necesario para recoger tremendas carcajadas y escuchar al teatrero, que, entre frase y frase, no perdía oportunidad para delatar todo aquello que nos han arrebatado. Aplausos y algarabía, todo fue posible ese domingo, y cada fin de semana que uno tenga la oportunidad de recorrer esa plaza de cafés y restaurantes de terraza.

Yo no olvidé a Rosario y regresé a las bancas de las bordadoras. Me senté junto a ella y tomé un tramo de tela. Mi texto a bordar decían: Un hombre fue ejecutado cuando se encontraba en la sala de espera de un consultorio en la colonia Las Quintas, Culiacán, Sinaloa….Un joven no identificado fue asesinado a balazos en la colonia Villa Satélite, Culiacán, Sinaloa… testimonios y declaraciones de todos los rincones del país. Habría que sentarse y y tomar un hecho; sólo puntada tras puntada se puede ser capaz de entender todas las muertes y de acompañar a quienes sufren las ausencias. Fuentes Rojas se encarga de que no lo olvidemos y formemos parte de las manos que tejen sus nombres para dejar de ser sólo números. ¿Será que la compañía nos consuela? No lo sé, pero esa tarde bordar al lado de Rosario fue como abrazar un poco su tristeza. Gracias Fuentes Rojas.

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