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"MARIGUANA Y NARCOTRÁFICO, PARTE 2"

"Mitos que engendran culturas"

"Se dicen muchas historias en torno a la mariguana. ¿Cuál es realidad y cuál es sólo un mito?... Conoce la historia de su uso y prohibición"
04/10/2017

Heriberto Giusti Angulo

Segunda de tres partes

Un análisis integral sobre la mariguana no sería posible sin una mirada a las ideologías sociales vinculadas con el consumo de esta planta, tales como la narcocultura, el clasismo hacia los que consumen, los movimientos liberales y conservadores, entre otros.

Cultura es la palabra clave. Pero, ¿qué es cultura? Para empezar, no es algo que ande por ahí tomando el sol en un camastro, sino más bien algo que está aquí: entre nosotros, y debido a nosotros.

Cultura es la manera en cómo lo seres humanos nos entendemos, en cómo decidimos qué vale la pena o qué no vale la pena, qué es bueno o qué es malo, qué está a la moda o qué no lo está. Y todo esto, por supuesto, es relativo, subjetivo e intangible, pero no por eso es falso o innecesario.

Ahora bien, las culturas cambian y evolucionan. Y es por eso que para entender cómo es nuestra cultura respecto a la mariguana y el narcotráfico, lo que sigue a continuación es un acercamiento a la historia. Una historia llena de controversias y emociones fuertes:

  

 LOS PRIMEROS AÑOS

Aunque no lo crean, la mariguana no es nativa de México: en algún punto de la Conquista Española, ellos vinieron y la dejaron, relata el portal de información VICE en una investigación hecha al respecto. ¿Para qué se usaba? Comercialmente, como fibra para telas; recreativamente, como apoyo en los rituales indígenas, de la mano de otras plantas psicoactivas de uso ancestral.

El uso que le dimos cambió en los años que siguieron a la Independencia. Un análisis del portal noticioso Milenio relata la primera vez que aparece su aspecto medicinal: alrededor de 1840, bajo la influencia de médicos europeos que descubrieron en la cannabis una planta multiusos, los médicos mexicanos la empezaron a recetar para diversas afecciones; por otro lado, también se expresa que al tiempo que se usaba medicinalmente, un pequeño número de ciudadanos fuera de los círculos indígenas la comenzaron a usar de manera recreativa, pues la planta nos producía efectos muy diferentes a las sustancias favoritas en ese entonces, como el pulque y el mezcal.

¿Y qué consecuencias trajo su uso? Debido a que la mayoría del país no la consumía, y como es natural en el ser humano discriminar algo que no conoce, el misterio de sus efectos generó que se cantara al unísono “¡La mariguana es mala!... Arruina, corrompe y destroza vidas… Es una enemiga de la nación… ¡Es la encarnación vegetal del demonio!” Y aunque suene gracioso, tal es el tono que hoy se le imprime. Lo significativo de todo esto, afirma el mismo estudio de Milenio, es que no fue sólo el gobierno quien indujo a pensar así; no fueron grandes campañas de marketing, sino los mismos habitantes, ricos y pobres, hombres y mujeres, gobernados y gobernantes, analfabetos y cultos… Y así, la historia se convirtió en histeria.

Histeria que alcanza su máximo esplendor mundial durante el siglo pasado, con mucha ayuda de Estados Unidos. Durante la Revolución Mexicana, el consumo de mariguana crece sustancialmente; como lo dice el famoso corrido: a los soldados, como a la "La Cucaracha", les faltaba mariguana que fumar para poder combatir con energía y valor a las fuerzas porfiristas. Pero con todo y que la planta pudo haber ayudado a vencer al Dictador, la criminalización no tardó en llegar, y en poco tiempo se publicó el documento federal “Disposiciones sobre el cultivo y comercio de productos que degeneran la raza”, en el que se prohibió tanto la venta como el consumo de cannabis.

Meses después de la Revolución, abatidos por el desastre posguerra, medio millón de mexicanos se vieron en la necesidad de buscar "El Sueño Americano", asegura el prestigioso historiador Richard Davenport-Hines en su "Histora global de las drogas, 1500-2000".

Pero a los norteamericanos no les gustó que llegáramos a quitarles sus empleos. Y como la planta allá prácticamente no se conocía, y como algunos de aquí la usaban para rendir más, (rezago del reciente pasado de “chamba bélica”), pues a los gringos se les ocurre un puñado de chistes racistas y exageraciones mediáticas: el discurso federal era que la mariguana inducía a la violencia, el crimen y otros comportamientos socialmente reprobables, principalmente cometidos por “razas inferiores”… Y así, este oficial disgusto hacia los "pachecos" mexicanos, aunado a que la prohibición del alcohol (de 1920 a 1937) hizo elevar el consumo de la mariguana en varios sectores del país, condujo a que Estados Unidos prohibiera federalmente el uso de la planta con el Marijuana Tax Act de 1937.

 

LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA

Y con estas prohibiciones, la historia contemporánea comienza: en 1930 se crea el Federal Bureau of Narcotics (FBN). Esta agencia antidrogas estuvo encabezada 32 años por Harry Anslinger, quien es recordado por haber sido autoritario, mentiroso, egoísta y sin escrúpulos, y cuya filosofía respecto a la mariguana se resume en que “una sola inhalación podría volver al fumador un violador, asesino y ninfómano”... Cierto o no, es un hecho que Harry fue la primera (y quizá más grande) influencia en el “Combate a las Drogas”: durante estos años, el FBN se encargó de lanzar una superamarillista (y superinfluyente) estrategia de mercadotecnia contra el uso de drogas; y así, para bien o para mal, TODOS los países del mundo le seguimos la corriente, al grado que la Organización Mundial de la Salud declara en 1955 que “bajo la influencia del cannabis, el peligro de cometer asesinatos es muy grande... y esto puede suceder sin ningún motivo aparente, simplemente por placer”, como relata Davenport-Hines en su estudio.

Conforme fueron pasando los años, muchos países comienzan a reclasificar a la mariguana como una droga muy adictiva y sin ningún beneficio medicinal, justo al lado de las metanfetaminas y la heroína…

Y entonces… churro, cárcel, churro, cárcel, churro, cárcel. Todo de acuerdo al plan, todo bien para los gobiernos… todo bien, esto es, hasta que surge “El Narco”. ¿Pero dónde nace “El Narco”? Eso depende… Si se toma como definición de narcotráfico “el comercio y uso de narcóticos”, sucede que todas las culturas, en todos los lugares y en todos los tiempos, han usado sus drogas preferidas para calmarse o inspirarse: llámense cafeína, nicotina, Prozac, Ritalin, Tafil, opio, alcohol o mariguana… Así que no, no conviene esa definición… Más bien, el narcotráfico viene siendo algo así como el "comercio y uso de drogas más allá de la ley, con fuerza bruta, con sangre". Y así entonces, ¿dónde nace el narco?

Nuestra nueva y visceral definición nos remite a dos puntos distintos: Estados Unidos, 1940, Segunda Guerra Mundial; y Sinaloa, 1977, Operación Cóndor. Durante la Segunda Guerra Mundial, comenzaron a escasear las importaciones de mariguana para producir cuerdas, paracaídas y otras necesidades militares; asimismo, escaseó el flujo de morfina (producida por la amapola) para eliminar el dolor de las heridas de combate. En respuesta a esto, el Departamento de Agricultura Estadounidense lanzó el programa "Hemp for Victory" en el que apoyó a varios agricultores, lo mismo americanos que sinaloenses, para producir la materia prima de tales necesidades bélicas, como lo testifica el respetable programa de periodismo de investigación estadounidense PBS: FRONTLINE, en su análisis del caso... Tiempo después, y una vez concluida la guerra, los agricultores sinaloenses recibieron instrucciones oficiales de erradicar todo plantío de amapola y mariguana, pues ya no eran necesarias. Pero, ¡por supuesto!, no lo iban a hacer. Y no lo iban a hacer porque eran muchas hectáreas, y porque ellos, a fin de cuentas, eran agricultores.

Así que gran parte del “business” del narco comenzó de las rezagas de la Guerra Mundial. Pero, como sabemos, para que un negocio prospere requiere de algo más que oferta del producto: requiere también de la demanda de los clientes. Y vale señalar que los historiadores coinciden en que el incremento de consumo de drogas es el denominador común de todos los periodos postguerra de la historia humana. ¿Es de sorprenderse? Por supuesto que no: después de tanta miseria es totalmente lógico que los seres humanos nos sumamos en la sensación de que nada vale la pena, de que los gobiernos no sirven para nada, de que en última instancia todo es muerte y estrés sin cesar.

Pero como si no fuera poco con lo causado por la Segunda Guerra Mundial, el negocio del narco se intensifica con una fallida estrategia gubernamental mexicana, llamada Operación Cóndor. En 1977, por órdenes federales, 2 mil 200 elementos del Ejército fueron enviados a la zona del Triángulo Dorado (Sinaloa, Chihuahua y Durango) y se dieron a la tarea de incinerar las cientos de matas de mariguana y amapola que quedaban de la guerra, así como de erradicar a todos los sospechosos presentes. Esto causó muchos decesos y capturas, sí, pero también la huída de muchos narcos más a otras zonas del país, inaugurando entonces todos los demás cárteles mexicanos… Lo cual desembocó en mucha más oferta, mucha más guerra, y, por ende, mucha más demanda.

  

SIGLO 21

Y así llegamos a nuestros días: Siglo 21. ¿Qué ha cambiado? ¿Quiénes son los “conquistadores” de hoy? ¿Cuáles los directores de la DEA? ¿Cuáles los capos? ¿Y los conservadores? ¿Y los liberales?... Los nombres cambian, la dinámica no, el racismo no, las muertes no. Sin embargo, algo que sí parece cambiar es que la sociedad se vuelve más incoherente: se “indigna” de la violencia y consume narconovelas; muchos dicen que no, pero anhelan los lujos y el poder de "San Capo" y “Santa Buchona": hasta se visten como ellos, escuchan su música, adoptan su lenguaje…

Por otro lado, algo más que parece cambiar (y cambiar considerablemente, para variar) es la regulación de la mariguana en el mundo: Uruguay, Estados Unidos, Holanda, Portugal y otros, han optado por esta vía alterna. Ya se conocen las estadísticas, pero ¿cómo lo ve la gente? ¿Vale, o no, la pena? Pues por un lado, el Papa Francisco comenta que “No es la liberalización del consumo de drogas lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química ... La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad ... Es preciso afrontar los problemas que están a la base de su uso promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común." Por otro lado, Juan Francisco Torres Landa, Secretario General de la fundación México Unido Contra de la Delincuencia, y una de las 5 personas con el derecho de consumir la planta en México, comenta que "La libertad de elegir es un derecho humano y debe ser respetado por el Estado. Por lo tanto, consideramos que debe enfocarse la autoridad hacia la regulación de la mariguana, pero no a una prohibición y mucho menos a la criminalización del consumo".

  

¿QUÉ SIGUE?

En pocas palabras, lo más reciente de nuestra historia sobre el narcotráfico y la mariguana es que por su lado el Papa (y prácticamente todos los conservadores) piden "valores en sociedad", y por el otro lado los liberales piden "libertad para elegir".

En realidad, esto no se trata de algo históricamente nuevo, sino de la repetición de los mismos patrones culturales: la sociedad está ante la presencia de la misma lucha y juego eterno entre libertades individuales y responsabilidades sociales…

¿Cuándo acabará este debate? ¿Cuándo se entenderá que ambas partes tienen la razón?

¿Qué nuevo capítulo se escribirá en nuestra historia? Puede ser un capítulo de más de lo mismo. O puede ser, ¡por fin!, uno en el que predomine el sentido común. Es decir, ya se tiene conocimiento de la historia del narcotráfico y del uso de la mariguana. Se tiene también conocimiento de la manera en cómo se ha tratado de solucionar el asunto en todo este tiempo, y del modo en cómo la percepción del tema se ve afectada por los medios, los gobiernos y las pláticas entre amigos. Además, siendo esto lo más importante, hoy en día se tienen mil maneras nuevas de comunicarse y revertir la situación, lo que hace sólo algunos años era imposible.

La pregunta es: ¿Tendremos la voluntad? Porque los hechos no van a dejar de existir aunque uno decida ignorarlos.

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