"Negocios son negocios"

"Las Vegas, capital lúdica del mundo."
06/11/2015

    Alonso Carrillo

    Estar en Las Vegas equivale a probar un bocado de muchos países y regiones, no sólo por la gran cantidad de turistas que llegan de todas partes, sino también por el panorama, ambiente y sabor que proveen sus mayores hoteles temáticos y sus cientos de restaurantes especializados, enclavados la mayor parte en Las Vegas Boulevard, conocido comúnmente como el Strip, que se extiende por más de 7 kilómetros.
    Desde una réplica exactamente a la mitad de la Torre Eiffel, acompañada de su propio Arco del Triunfo y un palacio parisino; los canales de Venecia, con todo y sus clásicas góndolas; los pilares de la antigua Roma; los rascacielos de Manhattan y la Estatua de la Libertad; sin descartar por supuesto al antiguo Egipto y la Edad Media.
    De todo se ve en esta impresionante ciudad de 550 mil habitantes y una zona conurbada cercana a los 2 millones, la cual ha experimentado en los últimos años uno de los más rápidos crecimientos tanto en Estados Unidos como en el mundo entero, superada tal vez sólo por algunas metrópolis asiáticas, como Shenzen y Shanghai, en China, o Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos.
    Entre las razones del sorprendente desarrollo de la que en tamaño es la ciudad número 28 de la Unión Americana se encuentran su creciente oferta de trabajo; su buen clima, al menos comparado con la mayoría de las ciudades del vecino país; su creciente demanda de servicios, sus bajos impuestos, y, por supuesto, su principal ancla y atractivo: la floreciente industria del entretenimiento.
    En 2002, la revista Forbes consideró a Las Vegas como la tercer mejor ciudad de Estados Unidos para hacer negocios o desarrollar una carrera, en un estudio que comparó 200 áreas metropolitanas de todo el país. Las únicas ciudades que le llevaron delantera fueron San Diego y Santa Rosa, ambas en California.
    Reconocida como un paraíso para los turistas por sus numerosas opciones de entretenimiento, gastronomía y centros comerciales, Las Vegas es una ciudad que recibe cada día más crédito por ofrecer también un mejor nivel de vida a su población en aspectos como el cuidado del medio ambiente, la vialidad y la generación de opciones de esparcimiento paralelas al entretenimiento mayormente nocturno que se ofrece en el Strip y el viejo centro de la ciudad, donde se encuentra la famosa Fremont Street.
    Esto no ha resultado nada sencillo en una urbe que tan sólo entre 1990 y el año 2000 registró un aumento poblacional de 75 por ciento. El reto para las autoridades de la ciudad ha sido absorber este crecimiento sin descuidar las atenciones para los cientos de miles de visitantes que llegan cada año.
    Una de las estrategias ha apuntado a la diversificación de la economía, buscando atraer empresas manufactureras, bancos y otro tipo de negocios. La ausencia de impuesto sobre la renta tanto individual como corporativo ha ayudado a este propósito. Hoy en día, sectores como el transporte y la alta tecnología han adquirido gran relevancia.
    El esfuerzo de planificación urbana ha sido también muy importante. Cuando uno sobrevuela la ciudad puede apreciar el orden con que están trazadas sus calles y la calidad de la mayor parte de sus residencias. Llama la atención la gran cantidad de albercas que se aprecian desde el aire, obedeciendo desde luego al agobiante calor que azota esta desértica región en el verano, pero también a su elevado ingreso per cápita, que supera los 34 mil dólares anuales.
    Lo más sorprendente de Las Vegas es que hace un siglo esto no era más que arena en un desierto calcinante, con apenas algunos manantiales y áreas verdes que resaltaban en el árido horizonte. De estos veneros se deriva su nombre, otorgado a la zona por el comerciante mexicano Antonio Armijo, quien junto a una caravana la descubrió accidentalmente en un viaje de Texas a California a principios del Siglo 19. La ciudad como tal fue establecida en 1905 y fundada formalmente en 1911, lo que la convierte en la única gran urbe del mundo creada durante el siglo pasado.
    La legalización de las apuestas, restaurada a principios de los años 30, durante la Gran Depresión, marcó el inicio del fenómeno que hoy conocemos como Las Vegas. Por esos mismos años se inició la construcción de la presa Hoover, que en su etapa más intensa empleó a más de 5 mil personas. Estos dos eventos, aunados al desarrollo del ferrocarril Union Pacific, dieron un empujón a la nueva ciudad.
    Pero las semillas de la verdadera expansión de Las Vegas como centro turístico mundial fueron sembradas en los años 40, cuando se empezaron a construir grandes hoteles con sus respectivos casinos, siendo uno de los primeros el Flamingo, supervisado por el mafioso Benjamín "Bugsy", Siegel. La película Bugsy, dirigida por Barry Levinson y estrenada en 1991, nos cuenta parte de esa historia.
    Como ninguna otra ciudad del orbe, Las Vegas renueva sin descanso su apariencia, derribando hoteles y construyendo nuevos. Tan sólo en los últimos años se han levantado tres en el Strip: el Wynn, el Palazzo y el Planet Hollywood, y las grúas, que no paran, están a punto de colocar las últimas piezas del proyecto City Center, entre el Montecarlo y el Bellagio.
    Una de las mejores estrategias de Las Vegas para atraer turismo constante y de alto nivel es la realización, durante todo el año, de convenciones y exposiciones, las cuales se llevan a cabo mayormente en el Centro de Convenciones de Las Vegas (Las Vegas Convention Center), uno de los espacios cerrados de un solo nivel más extensos del mundo. De hecho, esta semana inicia la mayor exposición de todas, la de computación.
    Entre las cosas que le podemos aprender a Las Vegas es su enfoque hacia la generación de valor mediante la especialización en una industria ancla: el turismo, al mismo tiempo que se busca diversificar la base económica, fortaleciendo otros sectores. Como lo hemos apuntado en anteriores ocasiones, si en Sinaloa realmente queremos salir adelante y posicionarnos como un estado de vanguardia nacional e internacional, tenemos que ser identificados con una industria poderosa, que debe ser, desde nuestra apreciación, también el turismo, pero en nuestro caso el de playa.
    También debemos aprender a sus autoridades la forma en que han administrado su impresionante crecimiento mediante una adecuada planeación urbana. Con estos ejemplos deberíamos en Culiacán y nuestras ciudades sinaloenses hacer una verdadera planeación que nos conduzca al orden y favorezca un mayor desarrollo. Sabemos que se están haciendo esfuerzos, sin embargo, los resultados están llegando a cuentagotas, cuando lo que requerimos es una transformación radical.
    Necesitamos ejecutar un plan maestro que determine el uso del suelo para las siguientes décadas, trazando las vialidades que serán necesarias para una población y una flota vehicular que seguramente se desdoblarán en los próximos años. Si estamos asustados por el impresionante crecimiento que se ha registrado durante la última década en la capital sinaloense, donde los carros ya no caben y los cuellos de botella se multiplican, más nos habremos de asustar en el futuro, pues es un hecho que cuando las ciudades logran el tamaño que Culiacán ha alcanzado (alrededor del millón de habitantes) están apenas en su punto de despegue.
    Tenemos que atender al mismo tiempo las necesidades presentes y futuras en lo referente a calidad del aire y del agua, transporte público y manejo de aguas pluviales. Debemos, en síntesis, planear y administrar el crecimiento, no sólo medio resolver las dificultades que nos aquejan en el momento. Al escribir esto recuerdo la experiencia del famoso arquitecto brasileño Jaime Lerner, artífice del desarrollo urbano de Curitiba, quien me comentó que durante su largo paso por el servicio público (fue dos veces gobernador de Paraná y tres alcalde de Curitiba) dedicaba las mañanas a lo urgente y las tardes a lo importante. De esa manera podía compaginar los intereses de corto plazo con una visión de largo alcance.
    Tal vez eso deberíamos empezar a hacer en Sinaloa. Resolver sí, y bien, lo de hoy, pero sobre todo, tomar los mejores ejemplos del mundo, como el que nos ofrece Las Vegas, para proyectar nuestras ciudades hacia un futuro donde, no hay vuelta de hoja, seremos más personas, con más empresas, más carros, más contaminación y una mayor demanda de servicios públicos.

    Alonso Carrillo es Director de la Revista Bien Informado. Comentarios: alcarrillo@bien-informado.com

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