Daniel Gaxiola
La costumbre arraigada en los sinaloenses de detonar armas de fuego con motivo de la celebración del Año Nuevo, fue sentida por ciudadanos al término de 2007, según la percepción de algunos culiacanenses, aunque para otros se dio en menor medida que otros años.
Aun con la campaña de concienciación realizada por los gobiernos estatal y municipal, además de las amenazas de arrestar a quienes sean sorprendidos efectuando disparos, muchos de los amantes de las armas le dieron gusto al gatillo.
"Estuvo muy fuerte (la balacera), se escuchaba mucho y por lo mismo se acuesta uno temprano", dijo Selene Guerrero, residente del sector Esthela Ortiz.
"Se escucharon muchos balazos, por aquí pasaron de largo los policías", coincidió Jesús, de la Guadalupe Victoria.
Ramón García, habitante de las Quintas, zona de alta incidencia en disparo de armas, señaló que en su experiencia de fin de año sí percibió una baja en la práctica de los culiacanenses, ante el constante patrullaje de elementos preventivos y policías especiales.
En la colonia Rubén Jaramillo también fue menor, según la percepción de Pablo Corona, quien señaló que sí se escucharon detonaciones pero no en la magnitud que ha sucedido en el pasado.
"Es muy mal que suceda eso, una balacera que no se puede salir a la calle en la noche, cuántas personas inocentes están encamadas", lamentó María Pérez, de la colonia Toledo Corro, quien sufre en carne propia de un hermano hospitalizado por una bala perdida en el estado de Jalisco.
"No sentí como el año pasado", atestiguó Patricia Miranda, desde la colonia Infonavit Solidaridad, "estuve aquí hasta las 1:30 horas, pero en otras colonias sí hubo bastante".
Luz Mercedes de Alfaro, residente de la Chapultepec, afirmó haber percibido disparos de armas al filo de la media noche, pero no en la magnitud acostumbrada en cada 31 de diciembre, dándose a notar la tranquilidad en la zona.
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