|
CARNAVAL DE MAZATLÁN

RAÚL RICO: Hacedor de carnavales

Detrás de más de 5 mil personas que construyen la fiesta grande de Mazatlán se encuentra un hombre capaz de hacer realidad los sueños de un pueblo entero
12/02/2018

Ariel Noriega

Sabe de música, pero no canta ni baila; conoce de oropel y brillantina, pero no hace una carroza ni se anima a ponerse un antifaz; no se emborracha en Olas Altas y ni siquiera sueña con subirse a un carro alegórico... Raúl Rico González es mucho más que eso, él simplemente hace el Carnaval.

Detrás del ejército de miles de personas que trabajan día y noche para confeccionar el Carnaval más importante de México y uno de los mejores del mundo se encuentra un hombre que dirige la fiesta grande desde sus recuerdos de niño y las posibilidades del mundo moderno.

En su escritorio nacen las ideas que recordarán los mazatlecos durante años, un equipo selecto de artistas, técnicos, maestros y voluntarios le dan forma, y un millón de personas, venidas de todo el planeta, las hacen suyas.

Las montañas que hay que escalar son numerosas: presupuestos raquíticos, políticos veleidosos, la violencia siempre amenazante, la crisis, el clima, una candidata a reina en el hospital, se fue la luz, se descompuso una carroza, los músicos quieren más dinero o no tocan, un mar infinito de problemas que este señor resuelve para hacer posible que inicie el Carnaval.

 

Un niño en Olas Altas

La relación de Raúl Rico con el Carnaval viene de tiempo atrás, cuando de niño tenía la oportunidad de recorrer las calles de un Carnaval que comenzaba a profesionalizarse, después de un siglo de huevos con harina y proclamas que terminaban a pedradas.

“La casa de mi abuela estaba por Olas Altas y me iba al balcón a ver pasar la gente, jalar la tambora y ver el comportamiento del borrachito y de las familias. El Combate Naval me parecía impresionante, lo hacía El Polvoritas”, recuerda.

Rico se refiere a los años 60, cuando personajes como Leopoldo Reyes y Héctor Díaz dirigían un Carnaval cada vez más moderno, integrando a todos los sectores sociales del puerto.

Al pequeño Raúl le tocó presenciar las primeras carrozas de Rigoberto Lewis, que le darían al desfile una identidad única y majestuosa; observó como los desfiles iban ganando en tamaño y altura.

Su padre, Raúl Rico Mendiola, era el responsable, junto con Antonio Haas, de sacar adelante los Juegos Florales, el elemento que hace la gran diferencia con otros carnavales y que enriquece culturalmente la fiesta mazatleca.

Su padre organizaba los juegos florales en los años 50 del siglo pasado, cuando en 1953 Raúl Rico nació; incluso una anécdota recuerda que un médico que asistía a los juegos como invitado atendió a Raúl, entonces un bebé enfermo de escarlatina.

“Yo estaba enfermo, de 2 o 3 años, estaba sentenciado, no debería de amanecer al día siguiente, de fiebre escarlata, y no había un médico aquí que la curara, entonces mi papá fue a los Juegos Florales donde estaba como mantenedor el doctor Jesús Aguilar Pico, que era Gobernador y médico muy competente, y después de eso lo llevó a verme y me salvé”, recuerda Rico.

En ese entonces, los Juegos Florales se realizaban en el Cine Teatro Zaragoza, con capacidad para 3 mil personas, con un escenario que se comía las primeras cuatro o cinco primeras filas de asientos y con una severa formalidad, donde poetas y oradores daban paso a una caravana de artistas.

 

Sus primeros eventos

Y mientras su padre organizaba los Juegos Florales, Raúl Rico se fue a estudiar a Monterrey, donde dirigiría sus primeros espectáculos artísticos

En la universidad conoció a Gerardo Maldonado, figura mítica del teatro y de Difusión Cultural del Tecnológico de Monterrey, quien lo adoptaría como su “hijo”.

Maldonado era el responsable de los grandes eventos musicales del Tec, donde conseguía montar, con puros estudiantes, espectáculos a la altura de cualquier teatro de primer nivel en el mundo; ahí un joven Raúl aprendería los cimientos de su verdadera carrera en el arte: la producción.

Con el título de administrador de empresas bajo el brazo, regresó al puerto en 1974, donde su padre inmediatamente le entregó la “estafeta” y le pidió que se encargara de organizar los Juegos Florales.

“Yo ya había tenido alguna experiencia con eventos culturales en el pasado, por eso para mí fue como muy natural entrar”, asegura.

Con una pasión por la cultura, especialmente por la ópera, y con lo que había visto y vivido en Monterrey, el recién graduado comprendió que los Juegos Florales necesitaban una modernización inmediata, algo que después aplicaría a todo el Carnaval en general.

Después de varios años organizando los Juegos Florales, Rico va a tener su primera oportunidad como director general del evento.

Pero su llegada oficial a la dirección del Carnaval, en 1987, no fue fácil, apenas en su primer año y faltando dos semanas para el inicio de la fiesta grande renuncia y con él se lleva a todo su equipo.

Las razones para su salida son el encontronazo que vive con el Alcalde de entonces, José Ángel Pescador, por diferencias en el método de elegir a las reinas.

Rico sale del Carnaval, pero al final la historia le daría la razón: la siguiente administración, dirigida por Humberto Rice, le vuelve a dar la oportunidad y en esta ocasión le dan la libertad necesaria para imponer los cambios que modernizarían la fiesta.

Entre 2008 y 2010, vuelve a quedar fuera del Carnaval, ya que no fue invitado por el Alcalde Jorge Abel López Sánchez en Cultura, sin embargo siempre encontró la forma de seguir en el mundo de la cultura mazatleca.

“Si me quitan el Carnaval me duele pero sobrevivo, en esos tres años que no estuvimos creamos Vivace y sin recursos externos pudimos hacer ópera, ballet, seguimos trabajando”, cuenta.

 

Sus secretos

Una de sus principales virtudes es hacer equipo. Rico ha conseguido crear una infraestructura humana de alrededor de 60 personas que trabajan de manera permanente en eventos como el Carnaval, pero cuando llega el momento, ese equipo se convierte en uno de 5 mil; la mayoría es de voluntarios o que trabajan por un salario simbólico.

Y aunque parece un sabelotodo, no lo es. Reconoce que hay muchas áreas que no son su fuerte, así que suma a personas que le ayudan a resolver esas tareas.

También tiene la suerte de contar con personajes que han coincidido en su época y la capacidad para aprovecharlos al máximo, uno de ellos es el director de orquesta, Enrique Patrón de Rueda, figura habitual en los grandes eventos del Carnaval.

Y como él hay decenas de grandes artistas y directores de las escuelas que aportan su arte y el material humano que se suma a la fiesta.

Claro, manejar a genios del arte no es fácil y parte del trabajo cotidiano de Raúl es manejar los egos de artistas siempre dispuestos a explotar en cualquier momento.

Su receta parece fácil: jamás explota, es experto en dar cuerda y estirarla cuando se necesita, y si es necesario es capaz de llegar a dar las gracias a cualquiera, por más importante o grande que éste sea, finalmente lo único que importa es la fiesta.

Otro de sus trucos es tener una segunda opción para ocupar el puesto de alguien que quiera bajarse de último momento del “barco”, pero finalmente pocos “divos” se atreven a abandonar el Carnaval, una de las mejores plataformas que tiene un artista para mostrar su valía.

 

Epicentro cultural

Aunado a su esfuerzo, Rico ha tenido la fortuna de contar con hechos históricos que explican el auge cultural en Mazatlán y con ello el crecimiento y modernización del Carnaval.

“El nacimiento del teatro (Ángela Peralta) ha sido como un círculo virtuoso que fue transformado todo el Centro Histórico”, afirma.

“Hay lugares donde se iluminan los edificios, se arreglan las calles y no pasa nada, en Puerto Vallarta arreglaron el Centro Histórico y se vació. En Mazatlán no, porque está vivo, porque se usa y se usa bien, y hay un espíritu artístico, unos como espectadores y otros como artistas”.

Otro ejemplo que utiliza Raúl es el de ciudades mexicanas que han construido enormes teatros, pero que carecen de las escuelas de formación de artistas, lo que los obliga a traer espectáculos foráneos para mantener vivos los teatros.

Una de sus principales aportaciones es la de ver la formación de artistas como una industria que abastece los espectáculos mazatlecos y que finalmente nutre al Carnaval, y a su vez, la fiesta grande presta su infraestructura al resto de festivales culturales del puerto.

En los espectáculos del Carnaval participan artistas de Cuba, Rusia, Polonia, Rumania, Estados Unidos, Brasil… un ejército de profesionales que traen lo mejor de sus países, encuentran un lugar para trabajar y vivir, y además dejan su semilla en los jóvenes que aprenden su arte en el Centro Municipal de las Artes.

 

El futuro del Carnaval

El Carnaval seguirá evolucionando, cada año incorpora nuevos elementos, incrementa su presupuesto y su gasto, cada año cuesta más y es más profesional, lo bueno ha crecido, pero los peligros también.

“Si queremos que la esencia del Carnaval sobreviva tiene que seguir siendo de los mazatlecos, de ahí la importancia de las comparsas escolares, son parte de la fiesta, es un equilibrio entre lo que pretende ser profesional y lo que es espontáneo. En el momento en que se pierda el ingrediente popular se pierde el Carnaval”, dice Rico.

Una de sus principales preocupaciones es que el Carnaval sea siempre familiar.

“No estoy hablando de ‘mocherías’ sino del buen gusto, de la civilidad, el buen trato, la cordialidad”.

El responsable de la fiesta grande de los mazatlecos da una clave para entender la forma en que defiende el destino de la fiesta.

“Lo que parece que todo es espontáneo en realidad es una canalización de voluntades. Sí hay un organismo rector que aprueba el tema, el diseño de los vestuarios de las comparsas, la aprobación de la música para tocar en la fiesta, la gente que se suba a los carros.

“En el caso de las comparsas, nosotros damos los diseños y ellos los ejecutan, y supervisamos. En los carros alegóricos se les hace el vestuario y se cobra un depósito, de esta manera controlamos el diseño”.

Y no deja los temas polémicos de lado.

“Aún la comunidad gay puede participar, dentro del buen gusto, de la temática del Carnaval, no se trata de ser mochos, se trata de tener un buen nivel en lo que se hace”.

El futuro de Raúl Rico está ligado al Carnaval, pero a sus 64 años ya piensa en su relevo.

“Algún día me voy a tener que retirar, y mi preocupación es formar un equipo sólido, que al año siguiente se pueda decir: ‘mejoraron lo que se les dejó, no se destruyó un proyecto’. Ahorita mi trabajo es la formación de gente especializada, ese es el reto”.

 

 

Una carroza real recorre la Avenida del Mar, en el cielo retumba el Combate Naval, suenan los papakis, bailan miles al ritmo de 10 bandas, la historia y la tradición de un pueblo viajan en una fiesta que tiene un verdadero rey que trabaja entre bastidores... apenas puede caminar un par de cuadras, no canta ni baila, pero puede hacer los sueños realidad.

 

PERFIL

Raúl Rico González

Licenciado en Administración de Empresas, Monterrey

Maestría en Administración y Mercadotecnia para empresas sin fines de lucro, Austin, Texas

Administración de las artes, Ciudad de México

Diferentes talles de audio, iluminación y escenografía

 

Periodismo ético, profesional y útil para ti.

Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.


Suscríbete
Regístrate para leer nuestro artículo
Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


¡Regístrate gratis!