Una de las preocupaciones más frecuentes de los padres de familia es que los hijos estén expuestos al consumo de drogas.
En lo primero que debemos pensar es que algunos de los motivos que llevan a los jóvenes a ese terrible vicio, tiene un origen mental.
La gente joven requiere, por su propia evolución, tener experiencias nuevas, aumentar su prestigio personal sobresaliendo de alguna manera, sentirse parte de su grupo y tener importancia dentro de él.
Estos requisitos son naturales en cada persona, niño, joven o adulto; por eso se forman grupos que cultivan una afición, un tipo de estudios, un juego,etc., y comparten tipos de actividades que satisfacen su anhelo de ser aceptados.
Cuando alguien se siente aislado o que no se le concede la importancia natural que le corresponde, tiene la necesidad natural de hallarla y procede a su búsqueda. Pero el problema es que cuando no se tiene la suficiente experiencia, se sigue un camino equivocado, o se escoge mal el grupo al que se incorpora.
El mejor grupo que se puede tener es la familia, pero hay que saberlo y sentirlo así.
Hay que tener interés en la vida familiar, ser parte importante de ella.
El cultivo de tal condición está a cargo del padre y de la madre, desarrollándola a medida que los hijos crecen y adquieren una adecuada formación, con la cual los jóvenes tendrán la suficiente inteligencia para discernir sobre sus actitudes y conducta. Pero es necesario una voluntad decidida para actuar.
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