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"COLUMNA"

"Tema de hoy: Una empresa que cree en Dios"

"Olivia y su marido Roberto Salembier, fundadores de una empresa que vale millones de dólares, padecieron durante años de alcoholismo"

    El extraño secreto que hay detrás del éxito de Olivia, solamente los amigos más íntimos y los socios más inmediatos lo saben.

    Olivia y su marido Roberto Salembier, fundadores de una empresa que vale millones de dólares, padecieron durante años de alcoholismo; sin embargo, esas personas ignoran que, en un momento de desesperación, Olivia ingirió veneno contra las hormigas en cantidad suficiente para matar a media docena de mujeres.

    La llevaron a un hospital de emergencia donde estuvo cinco días sin recuperar el conocimiento.

    Cuando volvió en sí, escuchó que el médico decía: Desde este momento, nada nos queda por hacer.

    Cuando se recuperó, en lugar de sentirse agradecida por hallarse con vida, estaba amargamente resentida; pues se imaginaba que nadie quería admitirla, mucho menos Dios. Luego, si Él no la quería, tampoco ella quería a Dios. Por eso, a pesar que el médico le había advertido que si volvía a beber se moriría, continuó bebiendo.

    Ella confesó que cuando se emborrachaba podía imaginarse que era lo mejor. Una gran pianista, una escritora famosa, una gran pintora, o si le daba por compadecerse, se imaginaba ser una pobre barrendera.

    Cierto día, una anciana le dijo a Olivia que las raíces de sus tribulaciones estaban en la bebida y que ninguna mujer bebía como ella lo hacía.

    Olivia quiso probarle a la anciana que podía dejar de beber siempre que le diera la gana; pero se dio cuenta que le era imposible. Por primera vez preguntó a un médico si existía algún modo para dejar de beber.

    El médico la invitó a ver algunos ex pacientes que habían vencido la debilidad por la bebida.

    Con gran asombro, Olivia vio que todos esos ex pacientes creían en Dios con firmeza.

    Y además le dijeron: Por nosotros mismos no hubiéramos podido dejar de beber. Es la ayuda de Dios la que nos dio fuerza para luchar contra nuestras propias flaquezas.

    Entonces como parte de su programa de recuperación, Olivia se dedicó a ayudar a los demás. Un hombre por el que se sintió muy atraída era Roberto Salembier, al que conoció cuando fue a verlo al hospital en que estaba internado por alcoholismo.

    Y al ayudarlo, se enamoró de él. Poco después, al salir del hospital, Roberto entró a trabajar en una fábrica de aeronaves; fue entonces como entre ella, él y unos cuantos amigos, reunieron 4 mil dólares para establecer su propia empresa de empaque.

     

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