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"EN EL TEATRO ÁNGELA PERALTA"

"Un canto al final a la vida"

"Arrancan con el pie derecho Escena Mazatlán, con la obra ‘Todavía... siempre’ con Tara Parra como protagonista"

MAZATLÁN._ Con una obra conmovedora arranca el Festival Internacional de Teatro Escena Mazatlán 2017. “Todavía ... siempre” cumplió con las expectativas del público porteño que espera cada año este festival; asisten a una experiencia de teatro de calidad, buscan ser provocados para reflexionar sobre la vida, sobre su existencia, la de cada espectador que se sienta en una butaca en donde puede vivirse una catarsis a partir de lo que sucede en el escenario.

Tara Parra es una actriz de 82 años, en la ficción representa a un personaje que se está despidiendo de la vida. Carga con alegría con todas las limitaciones que impone a cualquier ser humano una avanzada edad, todos van para allá o todos tienen a un ser querido que está en esa etapa de la vida.

Ahí se evidenció ante los ojos de los espectadores el primer espejo en el que se reflejaron, esa fue la primera provocación para reflexionar, para sentir.

La obra no trató de disimular la falta de memoria que a la edad de 82 años cualquier persona tiene, al contrario, utiliza eso como una herramienta que le da fuerza a la obra, pone un apuntador-actor que representa la conciencia de la actriz, conversa con la actriz en un juego con el que le recuerda el texto.

Esa herramienta enfrenta al público con el deterioro irreversible, pero el director Claudio Valdés Kuri lo aprovecha para crear un discurso que usa las emociones para comunicar, el público en las pausas que la actriz hace para permitir que el apuntador refresque su memoria, se hecha a andar un mecanismo de sensaciones de reconocimiento al esfuerzo, de empatía con la actriz que se expone ante el público con valentía con el arrojo de un joven que se lanza con alegría para ofrecer su mejor esfuerzo.

Es una obra diferente, lo que podría ser una deficiencia el director lo convierte en una cualidad que genera una comunicación instantánea entre el público y los actores, entre la historia de una mujer anciana por su físico, pero con un corazón cargado de vida, de ganas de llenarse de sonrisas, de ver llover flores, de entregar amor y dejarse llevar por la alegría.

Una lección de sentido común es “Todavía... siempre”. En la puesta en escena las preguntas ¿qué es la vejez?, ¿qué es la muerte?, ¿qué es la vida?, están siempre flotando en el aire, revoloteando como mariposas entre el público y el escenario, la obra no da respuestas, simplemente muestra a una mujer llena de vida, que canta “Nada de nada”, la emblemática canción de Edith Piaf y la imita desde la silla de ruedas en la que permanece sentada durante toda la obra.

Guillermo García Proal es su conciencia, actúa como apuntador, como alter ego que le habla al oído para que reflexione sobre la vida.

La trama es sencilla, las ideas son profundas, una mujer mayor engaña a sus hijos y huye del hospital donde la internaron por un rosario de enfermedades que la afectan y que la tienen al borde la tumba, en un parque ella empieza ha hablar de su vida, de su amor por el teatro y la pintura, de su pareja, sus hijos, de la muerte de su madre, de cómo fue la única de sus hermanos que se animó a desconectarla para que la naturaleza hiciera su trabajo, y cómo el dolor le enseñó a recibir con naturalidad a la muerte y sobre todo de su irrefrenable alegría de vivir.

De todo eso se entera el público, porque los hijos le hablan constantemente por teléfono para saber donde está y ella los engaña divertida, todo el tiempo está hablando con un joven del público que invitó para que la acompañara en el escenario y le ayudará a escribir una carta de despedida que al final lee el espectador convertido en actor, después de que ella deja de existir, gozando, literalmente, hasta el último suspiro.

MUCHAS PREGUNTAS

SIN RESPUESTAS

- En la puesta en escena “Todavía... siempre” las preguntas ¿qué es la vejez?, ¿qué es la muerte?, ¿qué es la vida?, están siempre flotando en el aire, revoloteando como mariposas entre el público y el escenario.

- La obra no da respuestas, simplemente muestra a una mujer llena de vida, que canta “Nada de nada”, la emblemática canción de Edith Piaf y la imita desde la silla de ruedas en la que permanece sentada durante toda la obra.

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