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"COLUMNA"

"VÉRTIGO EN LÍNEA: LA TORTUGA ROJA"

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Estrenada en la Ciudad de México en junio de este año, La tortuga roja (La tortue rouge, Francia-Bélgica-Japón, 2016), primer largometraje de Michael Dudok de Wit, nunca llegó a esta ciudad, alejada de los dioses del buen cine. No se preocupe: aunque lo ideal sería verla en pantalla grande, esta notable película animada –nominada al Óscar 2017 al Mejor Largometraje de Animación- ya se encuentra disponible en el sitio de Cinépolis Klic (www.cinepoliskli.com) en donde puede rentarse por unos módicos pesitos.

La ópera prima del ganador del Óscar 2001 Dudok de Wit (triunfador por su corto animado Father and Daughter/2000) es producida por la reverenciada casa Ghibli, la misma del siempre no retirado gran maestro Hayao Miyazaki.

La historia inicia cuando un náufrago llega a una pequeña y paradisiaca isla (modelada a partir de las Islas Seychelles, aparentemente) de la que intenta escapar en tres ocasiones, fabricando una balsa de bambú, solo para ver que, en cada uno de esos intentos, la balsa es destruida por una enorme tortuga roja que parece no querer que el hombre salga de ese lugar. 

Al final de cuentas, el hombre se queda en la isla y hace pareja con una misteriosa mujer pelirroja que un buen día aparece en la playa y con quien termina procreando un hijo.

Como quien dice, el hombre ha alcanzado el paraíso en la tierra (o en todo caso, en esa pequeña isla), pero como nada es para siempre, el ciclo de la vida tendrá que cumplirse tarde o temprano.

La animación tradicional a mano de Dudok de Wit presume un fascinante manejo de los colores -gris, verde, amarillo, rojo, turquesa- con el que trata de transmitir la inasible belleza natural en la que sobrevive nuestro protagonista, primero solo y luego con su encantadora y primigenia familia nuclear.

El carácter alegórico del relato -me recordó el extraordinario clásico japonés La isla desnuda (Shindo, 1960), solo que en versión luminosa, en más de un sentido- está subrayado por el hecho de que no hay diálogo alguno en todo el filme, aunque la historia está acompañada por música ad hoc -una partitura a veces demasiado invasiva de Laurent Perez del Mar- y un fascinante diseño sonoro, responsabilidad de Bruno Seznec.

Un filme que merece revisarse en pantalla grande, pero qué remedio: a falta de pan, streaming.

 Comentarios: en la página web www.ernestodiezmartinez.com, en la cuenta de twitter @Diezmartinez y en el correo electrónico ernesto.diezmartinez@gmail.com

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