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"SER NIÑOS"

"¡Viva la Infancia!"

"Pareciera que esta desapareciendo el concepto de la infancia y los niños cada vez son menos niños, toman decisiones y llevan un estilo de vida propio de adultos"

¿Has pensado en el significado de la frase “Los niños son el mañana del mundo”? Tener un enfoque de los niños sólo como un proyecto del hombre del mañana constituye una valoración inadecuada de la esencia y el destino de las personas, sin pensar en la importancia del aquí y el ahora, especialmente cuando se es niño.

Una de las tensiones que con mayor frecuencia ocurre en la relación padres-hijos es una exagerada vivencia del futuro, en la que se subestima el presente y se piensa que durante los años de infancia el juego, la convivencia con otros niños y la diversión son una pérdida de tiempo, cuando lo ideal es “invertir el tiempo” en actividades formativas, que le den herramientas para “cuando sea mayor”.

Y así, clases de inglés, de bellas artes y de disciplinas deportivas suelen ser la actividad obligatoria extraclase que durante toda la infancia ocupa la tarde de cientos de miles de niños, porque un día les van a ser de ayuda.

Las aproximaciones del niño con su entorno, el ejercicio de su capacidad de asombro y los procesos creativos e interactivos deben ser parte natural del proceso de crecimiento de los niños y los deben encaminar hacia una excelente salud física, mental y social, que permita mediante un adecuado desarrollo de la personalidad, afrontar la vida en las mejores condiciones, pero desde ese momento en que ocurre, no para el futuro.

A veces se tiene la impresión de que la infancia está huyendo de los niños, pero no sólo por la agenda a cumplir, sino porque toman decisiones y dan órdenes que no corresponden a su edad, como es elegir qué quieren comer, a qué escuela asistir y hasta qué tipo de teléfono celular usar.

Es sabido que si se le asignan tareas y responsabilidades de adulto, para las que no está preparado, se le priva de disfrutar plenamente su niñez y existe el riesgo de afectar su desarrollo, ya que se salta pasos importantes del desarrollo.

Lo mismo pasará si se le permite decidir qué comerá, cuanto tiempo jugará con su consola de video o navegará en internet, si es quien elige las actividades de la familia (incluyendo elegir la película a ver cuando van al cine), qué regalos recibir en Navidad y hasta cómo festejar su cumpleaños. Todas estas son decisiones y obligaciones que corresponden a los padres, no a un niño.

La parentificación, término que refiere al hecho de que al niño se le asignen responsabilidades y cuidados que no corresponden con su edad, puede involucrar estar a cargo de la disciplina o cuidado de un hermano, exceso de tareas, fuertes responsabilidades en casa, así como ser el principal soporte emocional para los padres, una práctica que está creciendo en las familias de hoy en día.

El conocimiento y la responsabilidad deben ser graduales y progresivos, al igual que la toma de decisiones. 

Permite a tus hijos vivir su infancia como es: la etapa en que los cuidados y atención de los padres les permitirán llegar a ser adultos plenos y felices, responsables y con valores.

 

1. Demuestra siempre a tu hijo lo importante que es para ti. Exprésale tu amor incondicional a cualquier edad con palabras, sonrisas y gestos: besos, abrazos, caricias.

 

2. Cuida de su salud y ayúdale a crecer sano. Tú eres su modelo. Enséñale estilos de vida saludables en alimentación,  actividad física, sueño, higiene y también en cómo vivir sus emociones. Usa el sentido del humor.

 

3. Dedícale tiempo a diario. Juega y disfruta con él, sin dirigir mucho sus gustos o preferencias. Procura que tenga tiempo libre y disfruten juntos de la naturaleza.

 

4. Estimula y apoya su aprendizaje. Fomenta su autonomía desde pequeño para las actividades cotidianas, como vestirse, lavarse o comer. No le des todo hecho. Es bueno que poco a poco vaya teniendo sus responsabilidades.

 

5. Trasmítele seguridad, tranquilidad, confianza. No fomentes miedos artificiales, apóyalo y ayúdalo a entender sus propias emociones. Así fortalecerá su autoestima, su motivación y capacidades.

 

6. Educa con cariño. Elogia lo que hace bien y también los esfuerzos por intentarlo. Ponle normas que pueda y deba cumplir: pocas, claras y adaptadas a cada edad. Enséñale lo que está mal, sin violencia, castigo ni humillación.

 

7. No hace falta acumular cosas materiales. El tiempo que le dediques, la educación y los valores que le trasmitas serán tu mejor herencia.

 

8. Escucha y dialoga con tu hijo desde pequeño. Muestra interés por su mundo, adáptate a los cambios normales de cada edad y acéptalo y valóralo como es: único y diferente a los demás.

 

9. Favorece las relaciones con la familia y los amigos. Lo acompañarán a lo largo de su vida. Ayúdale a ponerse en el lugar de los otros. Aprenderá a convivir y amar.

 

10. Déjale ser niño. No le hagas partícipe antes de tiempo de las preocupaciones de los adultos. Pero no le ocultes los hechos importantes de la vida. Enséñale y ayúdale a entender que la enfermedad, el dolor o la muerte existen y forman parte de ella.

 

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