Al rescate de la historia

Martín González
14 noviembre 2015

"Cuatro pescadores y un patrocinador comparten una hazaña: extraer la propela de un buque centenario hundido en las aguas de Las Arenitas"

LAS ARENITAS._ Cuatro pescadores, un patrocinador y una hazaña: extraer la propela de un buque centenario hundido en las aguas de Las Arenitas, que les costó el escarnio público, denuncias de saqueo y mucho esfuerzo.
La hélice es de un diámetro de 4.15 metros. Hay quienes dicen que es del buque Porfirio Díaz; otros, que es del Santa Teresa, propiedad de la familia Redo. Para José Luis, Guadalupe, Manuel Gerardo, Armando y Rafael es un sueño producto de desvelos. 

El reto nació hace dos meses. Un paseo y la búsqueda de ostiones que terminó con el hallazgo. Los amigos comenzaron la planeación para desprender la propela. Primero como un juego y luego por orgullo.
"La cosa no estaba fácil", comenta José Luis García Valenzuela.
El inicio del rescate 

Dedicado a la compra-venta de camarón, García Valenzuela, joven de 38 años que patrocinó la expedición, pidió averiguar la manera de cortar la flecha, donde estaba embonada la hélice.
"Arrancamos todos al taller", cuenta José Luis, "se hizo la segueta y empezamos. Le metimos cinco y no sirvieron. Le metimos una más gruesa y con esa miramos que sí avanzaba". 

El artefacto está expuesto a 2 metros de la bahía. Sus dimensiones suscitan la admiración de quienes se reúnen para admirarla. Las especulaciones sobre el tamaño del buque nacen y se enriquecen con los comentarios.
Ya con la segueta adecuada comenzaron el corte de la flecha, cuyo diámetro es de alrededor de 30 centímetros.
"La gente nos tachaba de locos", interviene Armando Acosta, "que qué estábamos haciendo ahí. Nos dijeron que nos la íbamos a robar y nos demandaron". 

Un grupo numeroso rodea la propela escamosa por el óxido. Se inmortalizan en los pixeles de sus celulares o escuchan la plática. 

'Locos', 'ladrones de cobre' y con la policía encima 

A los pescadores los acusaron de pretender desvalijar el armatoste, y tuvieron que llevar a los policías municipales al lugar del hallazgo para mostrarles el trabajo de rescate que estaban haciendo.
"Llevamos a los oficiales para que se dieran cuenta, estuvimos con el síndico porque según estábamos robando bronce y cobre", comenta Rafael Acosta Flores.
Las jornadas diarias eran de seis o siete horas a 7 metros de profundidad durante los 20 días que tardaron en cortar la flecha. 

El corte fue cosa de juego. El reto consistió el aboyar la propela.
Armando Acosta Quevedo lo relata:
"Le metimos boyas, 24 tambulacas y siete barricas y muy poco fue lo que aboyó. Después con el tecle para levantarla. Metimos embarcaciones que casi se 'zambutían'".
El riesgo para los buzos era enorme por el fango que hay en el lugar. 

"Cada día era un paso más", expresa Rafael Acosta Flores, "porque si quedaba aplastado iba a estar cabrón que me sacaran de ahí". 

El arrastre a la orilla, a más de 2 kilómetros de distancia, lo hicieron en 10 días, apoyados con tres pangas grandes prestadas.
"Ya casi en lo último una se nos quebró..." recuerda.
José Luis García Valenzuela dio 250 pesos diarios a cada uno para que llevaran algo a casa, donde esperaban esposas e hijos, y contrató dos grúas para que pusieran en tierra el artefacto. 

La hazaña 

A casi 60 días de comenzada la "locura", José Luis, Guadalupe, Manuel, Armando y Rafael ven coronados sus esfuerzos. La propela es admirada por decenas de personas. "Queremos que se haga un proyecto para exhibir la propela y un apoyo económico para todos", enfatiza José Luis.
"Que todo el esfuerzo que hicimos no quede en vano", interviene Guadalupe Solís Sáinz, "porque arriesgamos la vida y duramos como unos ocho días sin dormir, pensando cómo sacarla". 

La idea es, dijeron, que la propela sea un atractivo turístico y le de vida al campo pesquero.
"Que jale gente porque a Las Arenitas la tienen bien olvidada", manifestó Rafael.
Arturo Carvajal Castillo, habitante de Eldorado, dijo que de acuerdo a historiadores de la sindicatura, estos podrían ser los restos del buque Santa Teresa y no del Porfirio Díaz. 

"Los Redo lo tenían ahí para almacenar productos como camarón y pescado. Dicen que se llama Santa Teresa, pero hablan de 1920, que es la época en la que ese barco se quedó aquí y se azolvó", comentó.