Centro de Ciencias de Sinaloa, sendero de la educación pública
09 noviembre 2015
"Vicisitudes de un parto que cambió la imagen cultural de Sinaloa, y que sigue demandando volver al modelo de sus progenitores"
NTX/UNIV
El viernes 12 de junio de 1992 se publicó en el Órgano Oficial del Gobierno del Estado el decreto que creó el organismo público descentralizado Centro de Ciencias de Sinaloa (CCS), con personalidad jurídica y patrimonio propio, domiciliado en Culiacán Rosales. A la fecha habría cumplido ya 19 años, pero si consideramos que desde años antes se concibió y empezó a construirse en base a una muy nutrida y controvertida disputa por afianzar sus fines y objetivos temáticos, estaríamos celebrando sus primeros 20 años, cuya conmemoración habría de culminarse, precisamente, en junio de 2012. ¿Qué es, qué ha sido este digno episodio en la búsqueda de una educación fundamental en ciencia y tecnología? Pareciera oportuno dar a conocer sus orígenes, y a partir de ello elaborar una serie de análisis que ponderen su importancia, su valor educativo y, sobre todo, lo difícil que ha sido mantenerlo en el nivel de prestancia con que ha servido al sector de la enseñanza. Valores y objetivos que le dieron vida El decreto consideró como valores supremos de su realizaciónestos principios:
*El programa para la Modernización
Educativa 1989-1994: inaplazable
necesidad de otorgar a
la educación un carácter integral
*El ritmo de crecimiento demográfico
como impulsor de que
diariamente uno de cada tres
educandos asiste a las aulas
* Los cambios pertinentes para
alcanzar la calidad educativa y la
búsqueda de nuevos modelos de
apoyo e impulso en el proceso
enseñanza-aprendizaje
* Y la aceptación de que la ciencia y la tecnología son productos culturales que requieren de promoción, difusión y fomento en la sociedad sinaloense para que se familiarice con su conocimiento, el uso productivo y la utilice en mejorar sus condiciones de vida. ¿Están aún vigentes estos valores? Eso habrá que analizarlo a la luz de la experiencia vivida en dos décadas.
Objetivos básicos que
le asignaron:
*Promover y desarrollar la investigación educativa y fomentar la difusión científica y tecnológica a través de exposiciones y otros medios
* Estimular a la juventud y sociedad sinaloense sobre las alternativas de formación en las disciplinas derivadas de las ciencias naturales
* Auspiciar en la sociedad sinaloense el conocimiento y aplicación de tecnologías susceptibles de ser utilizadas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes e incrementar la productividad y el desarrollo tecnológico
* Colaborar en la realización de la investigación científica y promover la innovación tecnológica en el ámbito educativo, en apoyo de programas de excelencia académica a cargo de las instituciones responsables ¿Qué tanto de estos objetivos se habrán alcanzado? Eso habría que preguntársele a las autoridades actuales que regentean el CCS.Una historia de tropiezos y de tutelajes académicos
El mismo viernes 12 de junio de 1992, se expidió el nombramiento de director general al doctor en ciencias José Gaxiola López, bajo esta invocación del Gobernador Francisco Labastida Ochoa. "Reciba usted mi sincero reconocimiento por tan merecida distinción, cuyo origen son los méritos, capacidad y lealtad a las instituciones demostradas a lo largo de su vida".
Sucede que, desde el inicio de su periodo (1987- 1992), el Gobernador Francisco Labastida Ochoa planteó su inquietud de formar una institución de fomento a la cultura científica y de apoyo al desarrollo tecnológico del Estado. Formó un reducido grupo de académicos para darle cuerpo a la idea con la intención de un museo de ciencias y tecnología. Se asignaron tareas coordinadoras a los arquitectos Antonio Toca y Carlos Mercado para el proyecto arquitectónico.
La doctora Teresa Uriarte de Labastida, además de esposa del Gobernador, en ese momento rectora de la cultura en el sexenio labastidista, buscó darle forma al contenido con apoyo de un grupo de asesores museográficos de la ciudad de México, que llegó a contar hasta con 20 participantes. Empero, en el grupo de asesores no hubo académicos sinaloenses. Museo tradicional no, centro de ciencias, sí. Como museo, la temática se enfocó a la Historia de la Ciencia y la Evolución de la Vida en el planeta, de ahí que historiadores y antropólogos fueran los principales orientadores del proyecto. Hubo viajes al extranjero para incorporar experiencias nuevas.
Cinco a seis meses después, se incorporó la Empresa Museográfica, misma que obtuvo el contrato de planeación del contenido. El grupo asesor se redujo, la empresa asumió la responsabilidad, encabezada por el arquitecto Jorge Agostini, que al último de junio de 1991 presentó el plan completo. Junto al proyecto museográfico se presentó también un presupuesto de museo por 21 mil millones de pesos antiguos, ya con los planos ejecutivos. Se puso la primera piedra el 13 de septiembre del mismo año.Una historia de tropiezos y de tutelajes académicos
El mismo viernes 12 de junio de 1992, se expidió el nombramiento de director general al doctor en ciencias José Gaxiola López, bajo esta invocación del Gobernador Francisco Labastida Ochoa. "Reciba usted mi sincero reconocimiento por tan merecida distinción, cuyo origen son los méritos, capacidad y lealtad a las instituciones demostradas a lo largo de su vida".
Sucede que, desde el inicio de su periodo (1987- 1992), el Gobernador Francisco Labastida Ochoa planteó su inquietud de formar una institución de fomento a la cultura científica y de apoyo al desarrollo tecnológico del Estado. Formó un reducido grupo de académicos para darle cuerpo a la idea con la intención de un museo de ciencias y tecnología. Se asignaron tareas coordinadoras a los arquitectos Antonio Toca y Carlos Mercado para el proyecto arquitectónico.
La doctora Teresa Uriarte de Labastida, además de esposa del Gobernador, en ese momento rectora de la cultura en el sexenio labastidista, buscó darle forma al contenido con apoyo de un grupo de asesores museográficos de la ciudad de México, que llegó a contar hasta con 20 participantes. Empero, en el grupo de asesores no hubo académicos sinaloenses. Museo tradicional no, centro de ciencias, sí.
Como museo, la temática se enfocó a la Historia de la Ciencia y la Evolución de la Vida en el planeta, de ahí que historiadores y antropólogos fueran los principales orientadores del proyecto. Hubo viajes al extranjero para incorporar experiencias nuevas. Cinco a seis meses después, se incorporó la Empresa Museográfica, misma que obtuvo el contrato de planeación del contenido.
El grupo asesor se redujo, la empresa asumió la responsabilidad, encabezada por el arquitecto Jorge Agostini, que al último de junio de 1991 presentó el plan completo. Junto al proyecto museográfico se presentó también un presupuesto de museo por 21 mil millones de pesos antiguos, ya con los planos ejecutivos. Se puso la primera piedra el 13 de septiembre del mismo año. Primeras objeciones fueron de la Secretaría de Educación Se explicó el proyecto ante la Secretaría de Educación Pública estatal, cuyo titular lo era el doctor Francisco Frías Castro, mismo que ahora la encabeza en el gobierno de Mario López Valdez, y ahí empezaron las primeras discrepancias: a) Había que ponerle más atención a las áreas científica, matemática y de proceso educativo del Estado
b) Era exigible obtener la promesa de apoyo financiero para corregir esta falla de origen
c) El proyecto como museo no debía aceptarse, lo que finalmente así ocurrió Se procedió entonces a darle seguimiento a las observaciones de la SEPyC, a la búsqueda de un director general que le diera al proyecto visión científica y, por supuesto, a la elaboración de una tercera versión del guión museográfico.
Un director objetado y finalmente eliminado
Fue así que se llamó entonces al doctor Gaxiola, para que se hiciera cargo del proyecto como director general. ¿Quién era, dónde estaba ese bautista que habría de anunciar la venida anticipada del siglo 21 al crisol culiacanense? Originario de Pericos, Mocorito, egresado de la UAS, maestría y doctorado en Ciencias en el IPN, doctorado en sociología en La Sorbona, de París, y posdoctorado en antropología y filosofía en Mánchester. Cuando se le llamó estaba en Mánchester, Gran Bretaña. Su trayectoria, hasta entonces, había sido sociología, historia de las ciencias, filosofía de las ciencias que era lo que hacía en Mánchester, donde era profesor visitante en los departamentos de Sociología y Gobierno.
"No me llamaban mucho la atención los museos tradicionales -según sus palabras en entrevista con el autor-. Me preocupaba el descuido de la inclinación científica de los niños. Mi experiencia en el museo de la enseñanza de la ciencia y las artes en París; la iniciación de los niños hacia la ciencia en Mánchester que en esos momentos estaba ocupado en el polo científico (habían surgido bastantes científicos de renombre) me acercaron a la ciencia desde esas disciplinas.
Tuve oportunidad de visitar museos en Ontario, Canadá, y en Chicago y San Francisco, en Estados Unidos. En San Francisco me impactó el Oppenheimer, de donde me surgieron muchas ideas para una nueva concepción de la museografía científica". Oppenheimer, un modelo que inspiró otra visión
Para la concepción del CCS, la experiencia de Frank Oppenheimer en San Francisco era un referente muy sugestivo, por haber sido uno de los iniciadores de los museos de ciencia en Estados Unidos. En 1965 se empeñó en crear su museo propio, llamándole "proyecto San Francisco". Aceptada su propuesta en 1969 abrió el Exploratorium, que a la fecha de su muerte en 1985, era ya un figura emblemática universal de los museos científicos. De esa experiencia, novedosa para el momento de concebir el CCS, se nutrió bastante el proyecto sinaloense.
Gaxiola dejó Mánchester y llegó a reorientar el proyecto. Lo primero que detectó fue un gran desorden de ideas entre arquitectos, museógrafos, aficionados a la astronomía. El problema, empero, a resolver, era que en el estado los jóvenes y los niños no tenían oportunidad de dedicarse a la ciencia; el único laboratorio para la enseñanza lo tenía la Prepa Central de la UAS.
No obstante haberse insertado al proyecto inicial en 1989, fue en septiembre de 1991, que Gaxiola aceptó el cargo de coordinar el proyecto, cosa que ocurrió el 1 de octubre del mismo año. Inició entonces el trabajo de información documental de todo lo realizado. Analizó resultado de viajes, estudios, planos y presupuestos. No halló esfuerzos por comprender y conocer el estado de la educación, la ciencia y la investigación. Coordinó reuniones con asesores, constructores y museógrafos.
El 9 de octubre presentó su plan de trabajo, que le fue aceptado por el gobernador. El Centro comprendía tres espacios: Culiacán, Mazatlán (acuario, ciencias del mar, jardín botánico interactivo); Los Mochis con tecnología de alimentos y agricultura. Primeras objeciones
por atender fueron:
* No debería ser museo; debía cambiarse la orientación con elementos ligados al proceso educativo, participativos e interactivos en un 80% de ellos, más que contemplativos
* Que la arquitectura y la museografía
se supeditaran a los
contenidos científicos
* Iniciar operaciones por etapas,
para que entrara en el ánimo de
la sociedad
n Realizar actividades de divulgación
*ientífica
* Abrir el planetario en abril, y en
mayo la sala de teleconferencias,
el año siguiente
*En julio el Centro de Documentación
y laboratorios
*Las salas de exhibición en septiembre
*El edificio debería estar terminado a más tardar en junio Todo esto según el programa previsto, debería estar disponible en febrero de 1992.
Punto crucial de las objeciones, mismas que plantearon serias controversias entre la concepción de un museo y un centro de ciencias, fue que se disolviera el grupo asesor traído de la ciudad de México, a partir de diciembre de 1991. Se invitó a algunos para trabajar en Sinaloa, pero no aceptaron. Sin embargo el grupo no se disolvió por la amistad con la doctora Uriarte de Labastida, pero se creó en la SEPyC un comité de apoyo al CCS y otros grupos de asesoría a la Dirección General.
Días más tarde se firmó contrato de administración de la obra por 8 mil 425 millones de pesos, sin enterar a la Dirección General; de ello informó al gobernador, lo cual suponía la existencia de dos contratos con la empresa Museográfica.
No obstante, se hicieron cambios en el proyecto:
* Que la biblioteca y la sala de lectura se adecuaran al centro de documentación científica para impulsar la investigación, incluidos mapoteca, videoteca y acceso a Bancos de información y Hemeroteca
*Que espacios de experimentación
se ampliaran para iniciar a
jóvenes en la investigación
* Que el auditorio se transformara en sala de telecomunicaciones, que además de recibir señal por satélite, pudiera emitir imagen, procesar video y traducción simultánea
* Que como la construcción obedecía a un proyecto educativo y científico, que en los espacios y servicios que faltaban se incluyera aire acondicionado El proyecto def initivo quedó formalmente aceptado mediante el Decreto del 1 de junio de 1992. Se previó que el edif icio estaría terminado al 100% y equipado a fines de enero de 1993, pero que algunas partes podían ya prestar servicios.
En cuanto al doctor Gaxiola, su función y separación del proyecto ocurrieron al término del gobierno del licenciado Labastida. Éste, al parecer, había ya recomendado que lo supliera Fausto Burgueño Lomelí. Áquel no volvió más al CCS. Se ocupó entonces del Colegio de Sinaloa.
De Gaxiola podría decirse, como lo escribí en mi columna TROPOS del 1 de febrero de 1997, que es un ejemplo de aquel viejo dicho: "nadie es profeta en su tierra". En los hechos registrados en la historia (en esta historia), los pocos profetas que han sido, siempre han salido crucif icados. José Gaxiola López es un profeta de esos.
"Esta obra será un
instrumento formativo
de los niños y jóvenes
sinaloenses en las
áreas de la ciencia y
la tecnología "
Ernesto Zedillo Ponce
de León
Noroeste, 16.07.92