Dismorfofobia, obsesión por la belleza

06 noviembre 2015

"Mostrar preocupación excesiva por un defecto corporal mínimo o inventadopuede ser síntoma de este trastorno"

Es normal que todo ser humano se preocupe por la imagen que proyecta hacia sus semejantes y que invierta cierta cantidad de tiempo y esfuerzo para adquirir su guardarropa, cambiar de peinado o mejorar su apariencia. Sin embargo, resulta preocupante cuando esta conducta se vuelve obsesiva y autodestructiva, por lo que se recurre a numerosos tratamientos de embellecimiento, dietas, asesores de imagen o cirujanos plásticos sin quedar conforme con los resultados aunque, eso sí, con una vida social y economía personal muy desgastadas.
La dismorfofobia tiene mayor incidencia en adolescentes de ambos sexos y, al parecer, guarda relación con las transformaciones de la pubertad, que comienzan hacia los 12 años de edad.
Complejo problema
El síndrome de distorsión de la imagen fue descrito en 1886 por el psiquiatra italiano Enrique Morselli, quien le llamó dismorfia corporal, y en la actualidad se le clasifica dentro del grupo de los trastornos somatomorfos, es decir, aquellos en los que el paciente presenta quejas y síntomas físicos sin que los exámenes médicos demuestren la presencia de alguna enfermedad.
Las causas de la dismorfofobia son múltiples y actúan sobre cierta predisposición individual, la cual puede ser heredada de los padres. En casi todo paciente se encuentra que ha sufrido burlas y señalamientos respecto a su cuerpo o alguna parte del mismo durante su infancia y, sobre todo, en la adolescencia.
Falta de aceptación y autocastigo
Las personas que padecen dismorfofobia suelen ser perfeccionistas, tímidas, ansiosas y muy sensibles al rechazo; también, la mayoría sufre depresión, que generalmente se manifiesta con intenso sentimiento de angustia e inferioridad, pudiendo presentar también alteraciones graves en la alimentación.
A este respecto, es muy importante señalar que depresión va de la mano de la dismorfofobia, y que esto puede llevar al paciente a tratar de cometer suicido. En efecto, la persona puede convencerse durante una crisis de que sólo al quitarse la vida pondrá fin a su angustia, ocasionada por los defectos físicos que cree tener.
Existen soluciones
Los especialistas en salud mental coinciden en que esta enfermedad no es curable, pero puede controlarse mediante terapia psicológica para tratar de modificar las ideas y conductas del paciente, a fin de que mejore la relación consigo mismo, aprenda a manejar el estrés y supere sus temores.
La mayoría de los pacientes llegan a consulta al psicólogo o psiquiatra porque son encauzados por un dermatólogo, cirujano plástico o médico general que sospecha de trastorno dismórfico corporal, aunque también es frecuente que sean los padres quienes remitan al joven, pues notan actitudes extrañas en su comportamiento.
Por tal motivo, y aunque es evidente que no existe una sola medida a seguir, se deben destacar los beneficios que obtiene un joven cuando crece en un ambiente familiar donde prevalecen el respeto, la comprensión y la comunicación. Cuando la educación del adolescente le permite tener confianza y seguridad en sí mismo, es notable que se evitan problemas psicológicos por su imagen física.