El niño que quiere ser doctor

14 noviembre 2015

"Hace un año, la vida de Jesús Omar Pacheco Paredes cambió de repente, le diagnosticaron cáncer; ahora, a sus 8 años, desea estudiar medicina para "curar" a otros niños"

CULIACÁN._ Ceñido al renglón de una pequeña libreta de notas escribió Jesús Omar, no sin antes haber mencionado en voz alta cada una de las nueve letras que conforman su nombre, ese que semanalmente lee en la cama del hospital. 

Es también una de las pocas palabras que aprendió en la escuela y que ahora impresas en la hoja, que hasta antes estaba en blanco, escriben su historia, la de un niño de ocho años, que vive con fortaleza los días. 

Hasta hace un año, en apariencia era un pequeño común, de cabello lacio, ojos vivaces, que jugaba a la pelota, a los carritos, miraba televisión, se enojaba, reía. 

Su abuela, pero que para él es su mamá, lo notó extraño; le daban temperaturas, le dolían los pies, se cansaba y su piel se puso de color amarillo y sus labios blancos. Salieron del Campo Esperanza, El Fuerte. El diagnóstico fue rápido y certero: Leucemia Linfoblástica Aguda Infantil. 

Entonces la lucha inició y su deseo por convertirse en doctor para "curar" a otros niños, también.


Los días de niño
Jesús Omar Pacheco Paredes enciende la televisión. El Chavo del Ocho es el programa que le gusta ver. Se está preparando para recibir la quimioterapia semanal. Cada martes se encuentra con los médicos, las inyecciones y otros niños que como él desean "aliviarse". 

Esta vez, su visita al hospital no será igual. Sabe que les celebrarán el Día del Niño. Irá a dos fiestas porque en Casa Valentina, donde tienen como misión dar un techo a menores afectados de cáncer y que es el espacio que se ha vuelto su hogar, le harán un segundo festejo. De eso, no tiene duda. 

Su ropa lista. En el clóset que se encuentra junto a su cama están sus camisas y pantalones. Le emociona saber que romperán una piñata y que podrá convivir con otros niños. 

En ocasiones, dice que tiene que jugar solo a los carritos, escondidas y al fútbol con una pelota que le firmó el portero de Los Dorados, Alfredo Fausto. 

"Aunque no puedo comer muchos dulces, me gusta jugar a las escondidas y ocupo que vengan más niños porque solo no se puede", menciona. 

"A veces no me dan tantas ganas de jugar porque me da sueño cuando voy a la quimioterapia, me canso, pero como mañana es Día del Niño tengo que estar bien para la fiesta que nos harán".


Extrañando a casa
Cuando tiene la oportunidad de ir a casa, Jesús Omar vuelve a su vida "normal". Con cachucha y cubrebocas pude salir a la calle y jugar a las maquinitas. Ahí dirá que siempre sale ganando. 

"Me gusta jugar con los otros niños, me gustaría aliviarme para tener cabello. No me gustan las inyecciones en el pecho, prefiero las de los brazos porque a veces me pican varias veces porque no me sale sangre". 

"Me gustaría estar sin enfermedad porque tengo que ir al doctor en ayunas, me tengo que aguantar y me canso. No quiero estar enfermo, quiero ser doctor para curar a otros niños. Sólo sé escribir mi nombre pero cuando regrese a la escuela voy a aprender más". 

Para lograr ese deseo, junto a su mamá le reza a San Ramón, el santo patrón de los niños. A él le pide volver a casa para reintegrarse a la primaria, que sus dolores terminen y en lugar de sólo poder escribir su nombre, sean anotaciones para que otros pacientes mejoren.

La supervivencia
A cargo de Estela Paredes Puga, desde que era un niño, sus días en esta ciudad no son fáciles, a pesar de recibir el tratamiento a través del Seguro Popular y ser albergados en Casa Valentina, les es complicado sobrevivir. 

La mujer que se ha entregado al cuidado de Jesús, vive de la caridad de los demás, y de eso recuerda: " La gente ha sido buena conmigo, y él ha sido un niño muy consciente de todo esto, cuando se pone grave no nos queda más que pedirle a Dios. Él sigue siendo un niño aunque la vida se le haya vuelto difícil". 

"Él a veces se pone triste, llega cansado del hospital y se acuesta cansado. Me dijeron que apenas un milagro lo salvaría pero sus ganas de vivir son muy fuertes, ya pasó un año de eso y él sigue muy fuerte". 

Estela tiene fe en que Jesús Omar, salga adelante y que cada Día del Niño lo viva como tal, como un pequeño que a sus 8 años practica sus primeras letras, esas que ella no sabe leer, pero que en un futuro escribirán de manera completa: Doctor Jesús Omar Pacheco Paredes.

"No quiero estar enfermo, quiero ser doctor para curar a otros niños. Sólo sé escribir mi nombre pero cuando regrese a la escuela voy a aprender más".