El rehilete de la vida

07 noviembre 2015

"La familia López Méndez vende artesanías en los cruceros, pero temen que les quieran quitar a sus hijos o a la mercancía"

Enrique Serrato

CULIACÁN.- Son rehiletes de colores hechos por manos artesanas. Son las piezas que ahora adornarán los hogares, los panteones, que girarán cuando el viento así se los permita. Se ofrecen por las calles de esta ciudad, por la Doctor Mora, por la Avenida Álvaro Obregón.
La familia López Méndez ha venido desde Guazacapán, Oaxaca. Están aquí desde que inició el periodo vacacional y junto a sus hijos Lupita, de 12 y Armando, de 7, Gloria Méndez y su esposo buscan difundir la riqueza de estas artesanías. Se piensa que los rojos sirven para el amor y los amarillos para el dinero. Cuestan 85 pesos y dos por 150.
Mientras los carros circulan, la familia ofrece los rehiletes. Las piezas toman sus mejores formas. Su proceso de elaboración había sido de poco menos de una hora. Ellos los han traído desde la colonia Mazatlán, donde rentan un cuarto por 400 pesos.
Es ahí donde sus manos les han dado forma, y aunque hacen otro tipo de trabajos como tortilleros, cestos, canastos, bolsas, esta ocasión le tocó al rehilete ser el protagonista de este verano, en el que termómetro ha alcanzado en muchas ocasiones los 45 grados.
Aquí el lenguaje, es el de las formas, el de los colores. Ellos poco hablan español, es el mixteco su lengua de origen, la que poco a poco ha sido olvidada por la jungla de concreto.
Las jornadas que viven son arduas, muchas veces con miedo a que las autoridades les confisquen la mercancía o les quieran quitar a los hijos. Aquí no es como en otros lados, dice Gloria. En Torreón, ciudad donde les ha tocado trabajar, sí reciben apoyo de las autoridades, a los pequeños les ofrecen comida, educación y vivienda.
"Aquí nos tratan como ladrones, el año pasado unos supervisores del DIF nos quisieron quitar a nuestro hijo, quien ya tiene miedo de que se lo vayan a llevar; en otra ocasión nos quitaron toda la mercancía y nos pedían 700 pesos por devolvérnoslas y pues como ya no nos convino mejor la dejamos ahí", expresa.
En un día bueno lo más que llegan a ganar son 300 pesos, pero también hay días malos, en los que no se logra vender nada. Es como el azar, como si la propia vida fuera un rehilete, a veces de colores luminosos, otras oscuros.