El significado de la congruencia
"El significado de la congruencia"
La congruencia es una palabra con un gran significado: hacer lo que se dice que se va a hacer. Si una persona dice una cosa y hace otra, entonces es incongruente entre lo que dice y lo que hace.
La incongruencia es quizás una de las enfermedades más acendradas en el ser humano, pues la gente dice que llegará a una hora y no llega, dice que hará tal cosa y no la hace, promete cosas que no cumple y tiene proyectos que no realiza... en serio, la incongruencia es la enfermedad más común en los seres humanos.
Llevando el tema de la incongruencia a la nutrición, es fácil ver cómo también se hace presente, pues todos los inicios de año son lo mismo: "ahora sí voy a iniciar con la dieta y el ejercicio"... y se compra ropa deportiva, tenis caros, aparatos de casa que terminan siendo percheros caros, etc. etc. a la vuelta de unas semanas.
El ser humano es verdaderamente extraño, pues sabe que sus malos hábitos lo van a matar, y sabe que será más temprano que tarde, y que podría dejar hijos chicos a su muerte, viudas jóvenes, etc. y de todas maneras parece no importarle. Cierto es que todos moriremos de algo, de eso no hay la menor de las dudas, pero también es cierto que tener mejores hábitos minimiza las probabilidades de morirse joven; y esos hábitos son comer sano, tomar ciertos suplementos alimenticios, hacer cierta cantidad de ejercicio razonable unas cinco veces por semana, dormir lo suficiente diario, no fumar y tomar con medida.
Hay quienes se escudan en que tienen mala genética para justificar su falta de voluntad de tener mejores hábitos y enseñar mejores hábitos a los suyos; es súper frecuente escuchar palabras más o palabras menos: "para qué me preocupo por ser delgado si todos en mi familia son hipertensos o diabéticos y todos son obesos y propensos a morir de infarto".
Si todas las personas pensaran así, entonces habría muchos más muertos en el panteón de los que hay actualmente, pues hay quienes desafían mala genética y sobrepasan la edad promedio de sus familiares por muchos años con vidas plenas y felices.
A mí en lo personal no me preocupa que de repente las personas subamos un poco de peso, siempre y cuando volvamos al buen camino, pues no dejamos de ser humanos. Una forma desafortunada de curar ciertos males es comer de manera obsesiva compulsiva y hasta de manera neurótica y en esta sociedad que carga con más estrés del que debería, esto es el pan nuestro de cada día, y esto sí es preocupante, porque estamos heredando a nuestros hijos malos hábitos alimenticios, poco ejercicio y vivir con más tensión de la necesaria.
Ahora nuestros hijos son obesos y les estamos acortando su vida fácil unos 30 ó 40 años, al grado en que llegará el caso en que los padres enterremos a nuestros hijos... ¡sí, un drama fuera de toda proporción!... pero cierto.
Aquí es donde entra al caso el tema de la congruencia, pues les decimos que nosotros terminando la tarea salíamos a la calle a jugar a los encantados, al beis con la pelota de esponja, al fútbol barrio contra barrio, a andar en bicicleta, qué se yo, y les alegamos que los juegos electrónicos y la tele los tienen sin vida y que por eso están gordos, sin contar con las porquerías con las que comen mientras juegan al Playstation o ven la tele; sin embargo no somos capaces de salir a andar en bici al menos dos veces por semana con ellos los sábados y los domingos, o a caminar rápido o a trotar lento, cosas que podríamos hacer con ellos... los niños aprenden con el ejemplo, no con las palabras, señores y señoras.
La otra cosa terrible que hacemos es que llevamos a nuestros esposos o esposas o hijos(as) al nutriólogo para que les den un programa y bajen de peso, pero nosotros no nos solidarizamos con ellos siguiendo los preceptos nutricionales que se les inculcan, que desde luego también nos servirían a nosotros mismos. Más incongruencia. Repito, señores y señoras, los niños aprenden lo que ven, no lo que escuchan... aprenden más por el ejemplo que por las palabras. Si ven que el que no está haciendo dieta come lo que le da la gana a toda hora, no le parece congruente y eventualmente deja el programa de nutrición que le den, y en cierto modo tienen razón, pues sus papás o sus esposos, o esposas o hijos o hijas que les llevaron con el nutriólogo, ¡les recomiendan una cosa y ellos hacen otra! ¡INCONGREUENCIA!
Mi llamado es a ser más congruentes con nuestros semejantes y más solidarios a la hora de empezar un programa nutricional que servirá para alargar nuestras probabilidades de vivir más tiempo y con mejor calidad de vida; y para poner el ejemplo, haré yo un grupo de ejercicio por las mañanas con mis pacientes y talleres de nutrición para que aprendan a comer como se debe, pero yo lo haré con ellos.