Firmas

Vladimir Ramírez
08 noviembre 2015

"Nuestras 'ventanas rotas'"

"Tolerancia cero", es decir, combatir a fondo aún los delitos considerados menores…
Rudolph Giuliani



Hace más 40 años que en la Universidad de Stanford se realizó el experimento de sicología social que inspiró la conocida teoría de "las ventanas rotas". A cuatro décadas de la investigación, esta conducta social de alguna manera se refleja en Culiacán. Quizá por eso valdrá la pena retomar algunos de sus argumentos ya publicados. Dicho experimento consistió en dejar dos autos iguales abandonados en la calle, uno en el Bronx, zona marginada, pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona exclusiva, rica y tranquila del estado de California. El abandonado en el Bronx en poco tiempo sufrió el robo de todas sus partes y el de Palo Alto se conservó intacto.
Comúnmente esta conducta se atribuye a la pobreza como causas del delito. Sin embargo, como parte del mismo experimento, una semana después el auto abandonado en el Bronx estaba prácticamente destruido y el de Palo Alto continuaba impecable. Fue entonces que los investigadores rompieron un cristal del automóvil de Palo Alto.
El resultado desató el mismo proceso que en el Bronx y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron al vehículo al mismo estado en que quedó el del barrio pobre. ¿Por qué el cristal roto en el coche abandonado en un vecindario supuestamente seguro era capaz de generar todo un proceso delictivo?
Para los investigadores esta conducta no tiene que ver con la pobreza, sino con la sicología humana y con las relaciones sociales. Un cristal roto en un coche abandonado transmite una idea de deterioro, desinterés o despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como los de ausencia de ley, de normas y reglas que se asocia con algo que a nadie le importa.
Para James Q. Wilson y George Kelling, autores de la teoría de "las ventanas rotas", desde un punto de vista criminológico, el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.
Ahora bien, en Culiacán, la irresponsabilidad ciudadana y la violencia e impunidad como forma cotidiana y acostumbrada de vida, nos lleva a analizar la afirmación de que si se cometen "pequeñas faltas", como estacionarse en un lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja sin aplicar una sanción, comenzarán faltas mayores y luego, delitos cada vez más graves. Si se permiten actitudes violentas como algo normal, el patrón de desarrollo de nuestros jóvenes y niños será cada vez de mayor violencia y cuando éstos sean adultos; ya que "aprendieron" que esa actitud era "normal" y/o "correcta"; actuarán de manera delictiva, teniendo la certeza de que esos actos no son ilegales.
Algunos ejemplos nos ilustran en nuestra ciudad: En la primera sección del Parque Agricultores, la mayoría de los juegos y equipamiento urbano han sido destruidos por propios vecinos. En cambio el parque de la Colonia Canaco fue recuperado por los que ahí viven. En el caso de la violencia y los asesinatos que a diario se cometen contra personas de distintos niveles económicos, la sombría tolerancia ciudadana es igual en todos los casos.
En nuestra sociedad no sólo no reparamos nuestras ventanas, sino que hemos terminado por romper también las ventanas de nuestra conciencia. Este quizás sea no un buen augurio para el futuro, pero también el anuncio de la posibilidad de cambiarlo.

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