Hace Gianfranco Pezzini de Mazatlán su hogar

Cecilia Barrón
09 noviembre 2015

"Lo que empezó como unas vacaciones para el italiano y su familia, terminó por convertirse en toda una vida radicando en el puerto"

Abrumado por la crisis económica y el desempleo de 1994 en Italia, Gianfranco Pezzini planeó unos días de vacaciones en el puerto con su familia. Diecisiete años después de haber pisado tierras mazatlecas, confiesa haberse encontrado a sí mismo adoptando la ciudad como su hogar, además de lograr destacarse aquí en el ramo gastronómico, educativo y la hotelería.
"Yo estaba casado en Italia, trabajé en un banco durante 21 años y la situación en el País en el 94 fue muy pesada. Nos corrieron de un día al otro, duré meses atormentándome hasta que conocí Mazatlán de vacaciones en junio de ese año, por recomendación de un vecino que hablaba maravillas de aquí. Una vez que llegué ya no quise regresar a mi País, así comencé mi historia", relató.
Al llegar al puerto Franco, como le llaman sus amigos y compañeros de trabajo, dejó de lado las finanzas y estudió gastronomía siguiendo los pasos de su abuelo que era chef en Milán, Italia, donde él nació.
"Vendí mi casa en Italia y yo sabía que en mi ADN tenía facultades para la cocina, porque mi abuelo era chef, así que decidí estudiar gastronomía".
El ahora gerente de Alimentos y Bebidas de un prestigiado hotel de la Zona Dorada confiesa que no fue tarea fácil aventurarse a vivir en México, sin embargo, siguió su instinto y lo hizo.
"Al principio convencer a mi familia de viajar a México no fue fácil; lo platiqué varias veces, mi esposa accedió, pero mi hijo me puso como claúsula que trajéramos también a su mascota, Bloober, un perro salchicha. No me preocupaba el trabajo, tenía la visión de que todo me saldría bien", aseguró.
En sus primeros años en Mazatlán el panorama no era alentador, aunado a los comentarios negativos que sus amigos de Italia le manifestaban. Franco fue víctima colateral del delito cuando fue despedido del primer hotel en el que laboró, cuando su propietario fue asesinado en 1997.
"En julio mataron al dueño del hotel en el que comencé a trabajar, ahí descubrí la otra cara de Mazatlán. Ahora veo al puerto con amor, pero me impactó porque yo vi al señor antes de morir en su oficina, en cuanto me moví a la cocina para seguir con mi trabajo, escuché los balazos, salí y encontré un mar de sangre. La consecuencia fue peor, porque todos los que trabajabamos ahí entonces perdimos nuestra chamba", narró.
Al pasar el tiempo, Franco, de 55 años, fue superándose en el ámbito profesional. Su constancia y tenacidad lo llevaron a obtener un lugar reconocido como profesor de Italiano y Gastronomía en la Universidad Autónoma de Sinaloa.
La demanda de tiempo de su jornada laboral, que alternava entre sus ocupaciones como encargado de un departamento en el hotel y la institución educativa, terminaron por "cobrar la factura": su matrimonio se fue a pique, sin embargo, luego de un periodo en soledad encontró también el amor en el puerto.
"Entré a la UAS como maestro de Italiano, tengo 10 años haciéndolo y también de Gastronomía internacional... poco a poco he salido adelante. Llegó un momento en el que mi matrimonio no funcionó, estuve solo por un tiempo hasta que conocí a una mujer mazatleca y me enamoré de nueva cuenta", manifestó.
Como extranjero, Gianfranco ha hecho de Mazatlán su hogar y, aunque recuerda con nostalgia su lugar de origen, asegura haber encontrado aquí su realización como persona.
"En Mazatlán he pasado de los momentos más bellos de mi vida; es sorprendente cuando la gente no te conoce y te abre las puertas. Soy sincero, extraño a mi País un poco, pero me hizo bien venir para acá. Estoy viviendo una etapa mágica en mi vida, por eso digo viva México 20 veces al día", expresó.
Gianfranco Pezzini es sólo uno de los ocho italianos que radican en la localidad. Como ellos, cientos de personas emigran de sus raíces para buscar destacar laboralmente en otros países del mundo.

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