La maestra Rebequita
08 noviembre 2015
"Con casi 42 años de servicio, cuenta el trabajo desarrollado en las aulas; asegura que le encantan los niños y tiene vocación para enseñar"
Rebeca Guadalupe Ochoa SimentalProfesora
Una tarde, la maestra se quedó después de las 18:00 horas. Como era su costumbre al final de la clase se dedicaba a avanzar con los alumnos que tenían dificultad para aprender ciertos contenidos.
En esa ocasión apoyaría a uno de sus alumnos, el hijo del cacique del pueblo.
Mientras repasaban la lección de lecto-escritura, un hombre entró al salón casi gritando.
"Maestra son las seis y media, ¿por qué tiene castigado a mi hijo?".
"No señor", le respondió, "estoy trabajando con su hijo porque no va bien en la lecto-escritura".
"Pues si usted no lo deja salir .", insistió el hombre amenazante, al tiempo que le apuntó en la cabeza con un arma que había sacado de entre la ropa.
La maestra Rebequita dice que no sintió temor, al contrario su indignación fue en aumento, y sin dudarlo le respondió en el mismo tono.
"Pues jálele, pero su hijo no se va hasta que termine, y también sé trabajar con padres alcahuetas como usted; yo no le tengo miedo ni a usted ni a nadie".
Del enojo, el hombre pasó a la sorpresa, y acto seguido guardó la pistola.
"Así me gustan las viejas, que no le tengan miedo a nadie", exclamó para luego marcharse por donde había llegado.
'Nunca jugué a la escuelita'
La historia es una de las decenas de anécdotas que ha acumulado durante casi 42 años Rebeca Guadalupe Ochoa Simental, la maestra Rebequita, quien dice que para ser maestra se tiene primero que querer a los niños, pero sin dejar de ser firme.
"Ser maestra se trae por vocación, pero yo nunca jugué a la escuelita; me encantaban y me encantan los niños, porque yo creo que eso es lo principal que debe de tener una maestra para educar con cariño pero sin dejar de ser firme, y yo la verdad soy una maestra muy querendona", menciona.
En la primaria Miguel Castillo Cruz, de Pradera Dorada, donde coordina un grupo de apoyo de Educación Especial, Rebeca atiende a niños con necesidades educativas especiales. Su camino en la docencia comenzó en 1968, a los 18 años. Hasta 2002 fue profesora frente a grupo, y en Bachigualato educó a decenas de generaciones durante 19 años.
El inicio
Los padres de Rebeca eran profesores rurales. Su papá, Antonio Ochoa Ibarra, era conocido como el Maestro Constructor, "porque a donde iba hacía escuelas". Murió en un accidente automovilístico en 1976 mientras se dirigía a Cosalá.
Su mamá, Godeleva Simental, dedicó también su vida a la docencia. Ella murió recientemente.
"Tanto mi papá como mi mamá eran maestros de corazón, siempre andaban en escuelas, de rancho en rancho, y la educación que nos dieron a mis tres hermanos y a mí fue como la de antes, estricta pero con mucho cariño y comunicación", explica.
"Mi papá era muy honesto, no le gustaban las mentiras, era muy recto, justo, y tenía muchos amigos, incluso el Gobernador Sánchez Celis era amigo personal de él, y llegaba a nuestra casa en Cosalá como si fuera la suya".
Los intereses profesionales de sus progenitores no fueron impuestos a los hijos. Y la decisión de Rebeca de ser maestra surgió por interés propio.
"Mi papá jamás me dijo vas a ser maestra, ni mi mamá, yo terminé mi secundaria, 'qué quieres estudiar hija', me preguntó mi papá y le dije 'voy a ser maestra'", expresa.
En ese momento, Rebeca había dejado la casa paterna en Cosalá y vivía con sus abuelos en Culiacán. En la Normal de Sinaloa cursó la secundaria y se graduó de maestra en 1968.
"Para el 11 de octubre de ese año me llegó mi nombramiento, me daban a elegir plaza en Mezquitillo, Los Mochis y Mazatlán, y yo obviamente joven, escogí Mazatlán, pero luego luego mi abuelita me dijo 'usted se va a Mezquitillo, porque yo la voy a llevar y traer", relata.
Allí trabajó en un aula multigrado con alumnos de primero, segundo y tercero. De allí la cambiaron a Bachigualato, donde permaneció 19 años como docente de primero, segundo y cuarto año.
Preparar para la vida
La maestra Rebequita indica que como profesora más que enseñar números o enunciados, ha procurado educar para la vida.
"Yo buscaba preparar a los niños para la vida, y más en las comunidades, prepararlos para la vida, con mucho amor, cariño, pero también con exigencia", señala.
En su afán por mejorar la forma de enseñar, en 1980 decidió estudiar la especialidad en Audición y Lenguaje en la Ciudad de México.
"En ese tiempo tenía apenas 2 años mi hijo, hablé con mi mamá, hermanas, que si me apoyaban, y me dijeron 'vete', y dejé a mi hijo chiquito con ellas y me fui", narra.
En 1984, al finalizar la especialidad, fue invitada a trabajar en la Escuela Normal de Especialización como maestra de educación especial.
"Impartía las materias de Problemas de Lenguaje, Contenidos y Laboratorios a futuros maestros".
De la plaza estatal se jubiló en 2002, y como maestra federalizada cumplirá 28 años en 2012.
Rebeca, a sus 62 años, dice que pese a lo que se afirme, la forma de enseñar es la misma.
"Para mí ser maestra es mi vida entera, lo que me ha dado grandes satisfacciones, claro que he tenido bajas porque nadie es perfecto, pero he tratado de dar de mí lo mejor como profesora. Mi hijo me dice en broma 'mamá ya déjate de jugar a la escuelita.., pero esto es mi vida".
Rebeca, será una de las docentes, que hoy recibirá la medalla Ignacio Manuel Altamirano, por 40 años de trayectoria.
MAÑANA:
Entrevista al maestro Rafael Zazueta Zazueta
"Ser maestra se trae por vocación, pero yo nunca jugué a la escuelita; me encantaban y me encantan los niños, porque yo creo que eso es lo principal que debe de tener una maestra para educar con cariño pero sin dejar de ser firme, y yo la verdad soy una maestra muy querendona".
"Para mí ser maestra es mi vida entera, lo que me ha dado grandes satisfacciones, claro que he tenido bajas porque nadie es perfecto, pero he tratado de dar de mí lo mejor como profesora".
Rebeca Guadalupe Ochoa Simental
Maestra con más de 40 años de servicio