Los Padrinos

Ernesto Hernández Norzagaray
08 noviembre 2015

"A los padrinos los estamos viendo en el actual proceso electoral bajo el ropaje de alianzas interpartidarias"

Una de las tantas singularidades que tiene el proceso político sinaloense es la del llamado padrinazgo sociopolítico. Es decir, una suerte de tutelaje existente en sociedades que no han alcanzado la madurez democrática y necesitan de ese resorte para las promociones políticas. El diccionario de la Lengua Española, que percibe ese comportamiento, es concluyente cuando lo define como el acto de "bautismo en la función pública". Y aunque ese acto fundacional parecería el resultado de la promoción de uno, en realidad es algo más complejo, pues es directamente proporcional al cargo de promoción y los intereses en juego. Algunos podrían ganar mucho, otros ganar incluso perdiendo o perder todo en política.

Y es que la política mexicana tiene hondas raíces en el patrimonialismo, que nos viene de la época colonial. Vamos, lo peor que le puede suceder a un político es no conservar y aceitar su propia red de intereses.

Alguna vez le escuché una historia de este tipo a un prestigiado académico de la UAS, que luego de una larga militancia de izquierda había enderezado su ruta política hacia el PRI, buscando quizá ahí mejores espacios de realización. Afirmaba que después de un tiempo en el PRI se había dado cuenta de que para poder escalar posiciones era indispensable que alguien de arriba le echara la mano y ayudara a subir. Si no, aun con su preparación y ambición, su carrera estaba destinada a fracasar. Así lo hizo, pero algo truncó su carrera en el PRI.

Esta imagen, nada edificante para quienes se han preparado para el ejercicio del poder y deben recurrir a estas prácticas poco honrosas, es una constante en la vida política y pública. Se necesita el padrinazgo. Para no ir muy lejos, a los padrinos los estamos viendo en el actual proceso electoral bajo el ropaje de alianzas interpartidarias y están influyendo tanto en él como ha sucedido en el pasado, e influirán en el derrotero que tome la sociedad sinaloense independientemente del resultado.

Juan S. Millán
El perfil del ex Gobernador es el de un político interesado en permanecer en el juego transexenal. Y para ello trabaja incasablemente a fin de lograr sus propósitos. Su historia política da cuenta de un ánimo de independencia respecto a otros personajes de la vida pública. Así fue su renuncia como dirigente estatal del PRI cuando se da la llamada primera concertacesión en 1989, que a la postre permitiría al PAN alcanzar la primera Alcaldía en Sinaloa. Más tarde, en 1998, fue su indisciplina ante la decisión del centro –y, más particularmente ante Francisco Labastida, quien se desempeñaba como Secretario de Gobernación- de postular a Lauro Díaz Castro sin dar oportunidad de competir a otros aspirantes a la Gubernatura de Sinaloa.
Esta actitud poco usual en el viejo priismo, pero común desde cuando el Presidente Ernesto Zedillo decidió mantener una "sana distancia con el partido", estimuló a muchos liderazgos estatales que jugaron en un espacio más abierto, menos dependiente de las directrices nacionales y siempre con el recurso del chantaje del transfuguismo político.
En aquella época, recordemos, muchos priistas abandonaron a su parido para ir a buscar nominaciones en el PRD, como hoy parecen hacerlo en el PAN, constituía y constituye un recurso eficaz para ser escuchado y hasta promovido, sobre todo cuando se contaba con una base social lo suficientemente amplia y cohesionada alrededor de liderazgos locales.
Ahí radica la fortaleza del padrinazgo de Juan Millán. Ya en el poder amplió el poderío que tenía en el liderazgo cetemista, incorporando viejos y nuevos adeptos. Tejió durante los años de su mandato una filigrana de lealtades e intereses, que no sólo le permitieron designar a su sucesor sin ningún problema en el PRI, aun cuando muchos priistas veían a Jesús Aguilar Padilla como un candidato débil que no levantaba su imagen en la misma campaña por la Gubernatura.
No obstante, aun con todas las dificultades en el órgano jurisdiccional superior, el apadrinado salió adelante y tomó posesión del cargo en el Congreso del Estado el 1 de enero 2005, ante la ausencia de la bancada panista, que de esa forma marcaba su postura ante el nuevo gobernante.
Aguilar Padilla asumió que había que compartir el poder con el padrino y se reflejó claramente en el lema de su campaña cuando se multiplicaba el "Vamos por más". Así, muchos ex funcionarios del anterior Gabinete conservarían sus posiciones o serían promovidos a cargos públicos más altos. Millán mantuvo una discreta distancia, pero era vox populi que su peso se hacía sentir en el sexenio aguilarista. Fue de esa manera como, adelantándose a los tiempos electorales, en un inesperado destape apadrinó a Mario López Valdez, rompiendo la regla de oro de que el Gobernador siempre escoge al candidato del PRI. Más aún, Malova en todo momento ha reconocido la deuda que tiene con su tutor político, incluso en los momentos de mayor resistencia del panismo tradicional.
Se decía, en el momento de las definiciones de 2004, que la influencia de Millán Lizárraga era tan grande en el sistema de partidos que no sólo era capaz de designar al candidato del PRI, sino también en el PAN. Heriberto Félix Guerra, había formado parte de su gabinete económico y era el candidato del PAN. Este buscapiés evidentemente se lanzaba con el fin de debilitar la candidatura opositora y fortalecer al candidato del PRI. No obstante, hoy, en 2010, si ése no era su propósito, sin lugar a dudas existe esa idea en el imaginario colectivo. Aunque habría que matizarlo señalando que en este singular apadrinamiento, dividió a su propio partido.

Jesús Aguilar Padilla

El Gobernador, haciendo uso de los poderes metaconstitucionales revividos en los estados, decidió apadrinar a su propio candidato. El partido se plegó y formalizó la decisión. Jesús Vizcarra es ya el candidato oficial del PRI, del PANAL y el PV. No obstante que la disciplina partidaria siempre ha sido una constante en muchos estados, Sinaloa fue junto con Durango la excepción a la regla, y el PRI, en su ruptura, creó el candidato de la Oposición y uno de los dos candidatos será el próximo Gobernador.

No necesariamente el apadrinado por el Gobernador. Será a todas luces un proceso electoral muy competido y va a reeditarse el escenario de los comicios que tuvimos en 2004. Cuando, recordemos, la alta polarización cerró el resultado y la diferencia entre ambos candidatos fue de escasos 11 mil votos. Incluso, por las múltiples irregularidades del proceso –actos anticipados de campaña, propaganda negativa- la calificación última vino del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hasta el día previo de la toma de posesión.

En fin, el apadrinamiento de Jesús Vizcarra es un tutelaje con riesgos, tanto los que son producto de la ruptura en el PRI como los provenientes del ambiente mediático desfavorable para su candidatura. Al padrino le podría pasar lo sucedido en Sonora el año pasado, cuando Eduardo Bours no pudo dejar el cargo a su ahijado político.

Felipe Calderón

En esta crisis del PRI sinaloense, el Presidente de la República, a través del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, ha dejado de lado la sana distancia entre su oficina y el partido para aparecer como padrino indirecto de Malova. Las últimas reformas que se hicieron al estatuto del blanquiazul dieron mayores competencias a la dirigencia nacional del blanquiazul para decidir sobre las candidaturas a cargos de elección popular. Sucedió con las nominaciones al Congreso de la Unión, donde el PAN fue el partido más afectado, ya que de los 206 diputados que tenía en la legislatura anterior solo quedaron 143 en la actual.

Y ahora, en la lógica de las alianzas, el PAN con cierta angustia busca reforzar su posición en los estados donde habrá elecciones, así sea con candidatos de otros partidos. Es decir, hablamos de un padrinazgo interesado que busca jugar en el río revuelto del PRI, aun cuando sea con candidato prestado intenta reposicionar al partido de frente a la integración de los gobiernos estatales y municipales, como en la perspectiva de las elecciones presidenciales de 2012.

Un juego que está demostrado tiene sus riesgos por la pérdida de identidad de este partido que siempre ha aparecido como la oposición ideológica y, de repente, por un cálculo político, incursiona en una estrategia pragmática, donde podría obtener los resultados fatales de 2009.

Más allá del prurito ideológico de la mezcla del agua y el aceite habría que decir que en estos tiempos de posmodernidad, donde los viejos paradigmas están cambiando vertiginosamente, una alianza entre el partido exponente de la derecha y el de la izquierda o las izquierdas no debería verse en una lógica meramente ideológica, sino programática. La experiencia de la alianza entre de la CDU/CSU (de centro-derecha) y el SPD (de centro-izquierda) en el gobierno de Alemania es una muestra de que ante la crisis de referentes ideológicos la distancia ideológica empieza a ser más angosta.
Sinaloa tiene muchos problemas que los gobiernos no han atendido eficientemente, y lo que el ciudadano de a pie está viendo es como sacudírselos, de manera que la sociedad camine por senderos de mayor prosperidad. Y eso está más allá del agua y el aceite, por eso las diferencias habrán de dirimirse en las propuestas de ambas coaliciones. Si no las hay, se iría una nueva oportunidad. Fracasarían los padrinos.

En definitiva, el padrinazgo responde a una estrategia de actores fundamentales y desde ahí es donde habría que evaluar los intereses en juego y cómo les podría ir a los sinaloenses con el siguiente Gobernador.