ORQUESTANDO El violinista Julio Saldaña

16 marzo 2016

"El virtuoso músico será el solista de hoy en el concierto de la OSSLA"

Guianeya Román

 

Es cierto que la OSSLA no está en una temporada formal, formal lo que se dice formaL, puesto que no ha sido anunciada programación alguna, no hay ruedas de prensa y sus solistas casi han pasado de noche, por ejemplo cuando vino el pianista Rodrigo González Barragán.

 

Es de pena ajena que se ignore la presencia de personalidades del mundo de la música y cultura como el mencionado pianista quien es además presidente del patronato del Ballet de Monterrey. 

 

Este jueves, a las 20:00 en el teatro Pablo de Villavicencio se presentará como solista el violinista Julio Saldaña quien al igual que González Barragán ha sobrepuesto su vocación filantrópica y didáctica a la carrera artística, el maestro Saldaña es ni más ni menos que el creador de lo que ahora es el sistema de Orquestas Azteca que además de estar en casi toda la república mexicana también tiene presencia en Estados Unidos y Centro América.

 

El maestro Julio Saldaña curso estudios en nuestro país y en Europa, de regreso a su patria, se incorporó a la Universidad de las Américas como director de la Escuela de Música, donde formó la Camerata en Movimiento integrada por doce cuerdas, así comenzó a ofrecer conciertos en zonas populares y a compartir sus conocimientos con los niños y jóvenes de estas colonias. 

 

Para 2009 ya existía el programa “Música Esperanza”, con el fruto de los conciertos de la Camerata en Movimiento y las presentaciones del maestro compraban instrumentos y de manera altruista daban las clases de música, las necesidades eran muchas y el dinero nulo; al maestro Saldaña no lo apoya el gobierno de ningún nivel, ni ninguna institución; pero él se las ingeniaba para compartir la belleza de la música académica con 275 niños y niñas de entre 6 y 17 años.

 

Después Fundación Azteca valorando la importancia del proyecto, su impacto social y los beneficios que generaría a corto, mediano y largo plazo le dio su respaldo a lo que ahora conocemos como Orquesta y coro Azteca a cuya dirección artística ejerce merecidamente el maestro Saldaña. 

 

Como interprete ha logrado múltiples reconocimientos, ha sido solista en diferentes orquestas nacionales y extranjeras. Bajo la dirección del maestro Campbell y con acompañamiento de la OSSLA interpretará El Concierto para violín y orquesta en Sol Menor op. 26 de Bruch (1838-1920).

 

La versión final de este concierto fue dada a conocer en 1868 y dedicada al legendario Joseph Joachimel quien le estuvo asesorando durante la creación de la obra. Dentro de la literatura para violín está reconocido como uno de los más bellos junto a los de Brahms y Beethoven; es sin duda alguna el más famoso de los trabajos del compositor alemán.

 

Lamentablemente el compositor quedó atrapado en la Primera Guerra Mundial, había vendido su obra a una editora y había conservado una copia para sí. Al concluir la gran guerra, le era imposible cobrar las regalías correspondientes a sus otras composiciones, se encontraba sin trabajo. 

De buena fe, envió su original a quienes creía que eran sus amigas las pianistas Rose y Ottile Sutro a quienes les había escrito un concierto para dos pianos, radicaban con holgura en los Estados Unidos; el maestro murió sin recibir ni un centavo.

Las buenas hermanas dejaron desamparada a la familia, conservaron el manuscrito hasta que en 1949 lo vendieron por una muy buena cantidad a un coleccionista, los descendientes del Bruch no fueron resarcidos en el daño.

 

Esta noche también tendremos la oportunidad de escuchar la obertura Russlan y Ludmila de Glinka (1804-1857); de la ópera del mismo nombre, la pieza llena de fantasía para orquesta completa, se mantiene hasta fecha en el repertorio de las orquestas del mundo. El drama está lleno de fantasía en donde hay un príncipe, una princesa, un gnomo malvado que roba a la bella, y espíritus buenos del bosque que ayudan al héroe a cumplir su cometido. Esas aventuras se reflejan en la música que hará vibrar la sala.

 

Para cerrar el concierto el maestro Campbell eligió la majestuosa Segunda Sinfonía de Rachmaninoff (1873-1943) cuya premier fue en 1909. Para el virtuoso pianista que soñaba con ser reconocido como un compositor el triunfo de esta sinfonía fue un gran aliento frente al estrepitoso fracaso de la primera.

 

Se encuentra dividida en cuatro movimientos y está dedicado a su maestro Sergéi Tanéyev quien a su vez fue alumno de Tchaikovsky; en las primeras audiciones se identifica la influencia del célebre compositor ruso.

 

La obra es un sueño que se va a transformando frente a nuestros ojos, en el scherzo del segundo movimiento llega a momentos sublimes apoyado en los sonidos de los alientos, que forman un coral en donde es inevitable sentir la piel de gallina; esta parte está inspirada en la estructura de los cantos gregorianos. El final es grandilocuente, apabullante y al mismo tiempo sublime y delicado.

 

Rachmaninoff conocería la gloria como virtuoso del piano, llegaría a ser un gran vendedor de discos, y acumuló una considerable fortuna en su nueva patria los Estados Unidos. Pero su sueño fue siempre ser reconocido un buen compositor.

 

 

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