Política, medios de comunicación y poder económico

Vladimir Ramírez
15 noviembre 2015

"Política, medios de comunicación y poder económico"

Lo que hoy se puede entender como el poder se ha desplazado
esencialmente a la esfera de la economía.
Ignacio Ramonet



Ponderar la influencia de los medios de comunicación en los aspectos de la vida económica, política y social de nuestro tiempo, es ahora un consenso unánime en el siglo XXI. La llegada del multimedia y la Internet en el uso del manejo de la información, han significado alteraciones y alcances de gran importancia y dimensión. La articulación del televisor, la computadora, el teléfono celular y las redes sociales, han generado las posibilidades de una comunicación cada vez más interactiva y a la vez han provocado una ruptura generacional en lo que a percepción de la información se refiere. Las nuevas generaciones reciben y acceden de manera diferente a los medios de comunicación. Esta es una realidad que llegó para quedarse y modificar el rumbo de la historia universal como lo fue en su momento la invención de la imprenta.
Este fenómeno social de nuestro tiempo, que con sobradas evidencias ha trastocado los aspectos de una vida económica más influyente y globalizada, ha transfigurado de igual manera las pirámides del poder a partir de una muy marcada intervención de los medios de comunicación en sus diversos planos de la política, situándola con una nueva alineación en las democracias modernas.
Lo que en su tiempo, a mediados del Siglo XX y todavía hasta su segunda mitad, en nuestro país era notorio ubicar a los medios como el llamado "cuarto poder" frente a los otros tres formalmente conocidos como el Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Eran los tiempos de la figura del Estado controlador, autoritario y presidencialista de México.
En esta parte de la historia moderna, se podía observar la figura de una pirámide del poder que ubicaba a los políticos en la primera posición, a los empresarios en segundo y a los medios de comunicación en una tercera. Los medios asumían una función entendida como la parte cívica representada por las actividades de prensa informativa, y que a su vez configuraba un espacio de juicio y crítica al funcionamiento y actuación de los dos primeros.
En la actualidad, los escenarios y actores se han modificado. Los cambios fueron propiciados luego de la caída del viejo régimen político que dio paso a la alternancia en la Presidencia de la República y con ella la consolidación de una serie de reformas económicas y políticas ya iniciadas en el periodo gubernamental del presidente Carlos Salinas de Gortari.
Esta sacudida al sistema político mexicano marcó las pautas para un nuevo reacomodo de las posiciones del poder. Ahora es posible observar al llamado poder económico empresarial en la punta de la pirámide, mientras que los medios de comunicación ascienden con mucha mayor presencia e influencia a un segundo plano y a la clase política al final de la figura piramidal del poder.
Es así que los aspectos consustanciales a la práctica de la política, como los asuntos ideológicos, se han visto gradualmente disminuidos, con una cada vez menor presencia y relevancia. Una de las razones más apreciables fue sin duda la dispersión de las estructuras sociales que se conformaban alrededor de los partidos políticos, principalmente en el Revolucionario Institucional y su particular conformación de organizaciones corporativizadas que en un tiempo reunían los intereses de los sectores mayoritarios de la sociedad.
Esta nueva atmósfera de lo político-electoral fue situando al quehacer de la política como una actividad cada vez más dependiente, por una parte, del poder que representa lo económico, y por la otra, al influyente ámbito de los medios de comunicación. Un político que se encuentre en el desamparo de estos dos nuevos protagonistas, anuncia casi de inmediato su seguro fracaso en la política.
Como resultado de estas avasallantes modificaciones del andamiaje de la actividad política, se aprecia una constante y cada vez mayor dependencia del poder económico y mediático. Estos instrumentos de poder son ahora la medida que afina las posibilidades del éxito de la clase política.
La esencia de la política y su antigua vocación de justicia, libertad y fraternidad se disipan en la equivocada creencia de que ya no son necesarias y se acentúa más en la aturdida y desarticulada inspiración de la nueva generación de jóvenes políticos.
La afirmación del polémico ensayista y filósofo español Ortega y Gasset, al referirse en su tiempo que no existía en la vida pública mayor poder espiritual que la prensa, retoma nuevas dimensiones en la actualidad. El ejemplo más preciso se distingue con el resurgimiento casi implacable de los medios de comunicación, como el instrumento necesario para otorgar el prestigio y legitimidad de los que ejercen el poder público en los gobiernos. La percepción de la ciudadanía y la imagen que guardan de sus gobernantes y representantes populares, se refleja poderosamente a través de las redes, la televisión, la radio y la prensa escrita.
Posicionados en la nueva pirámide del poder, por debajo del económico y por encima de los políticos, los medios de comunicación son la parte indispensable para los que incursionan y aspiran a los privilegios que representa el uso y beneficio del poder político en las instituciones del Estado mexicano.
Esta es la razón por lo que ahora, políticos y funcionarios públicos incluyen en sus preocupaciones inmediatas la buena y estratégica relación con los medios. Aunque también se pueden localizar, con más de algún ejemplo, los que prefieren mantenerse lejanos de la noticia y opinión de los medios. Son los que optan por el llamado bajo perfil.
Así transitan en el casi anonimato muchos legisladores, regidores y servidores públicos. Ellos prefieren permanecer al margen de los acontecimientos importantes. Esto le permite de alguna manera eludir sus compromisos y la rendición de cuentas. Es como una de las tantas reglas no escritas, donde es mejor jugar a las escondidas para asegurar los privilegios que les permite su posición, ocultándose de los reflectores de la información periodística.
Sin embargo, todos necesitan del uso de los medios, ya sea para ocultar o dar a conocer información que les contribuya y beneficie a su imagen, sobre todo en tiempos electorales. Es por demás una certeza de nuestro tiempo que la información mediática determina con un amplio porcentaje las decisiones del voto electoral.
Aquí la razón por la que muchos de ellos dedican sus esfuerzos para formar parte de los benefactores, gestores y corruptores de periodistas y medios de comunicación, bajo el auspicio y manto protector de la libertad de prensa.
Otra es el uso directo de los medios de comunicación por la clase política, que se refleja cotidianamente en los llamados columnistas, que sin el rubor de sacrificar los espacios para el verdadero análisis, lo dedican para mantener "vigentes" algunos nombres y actividades de políticos y servidores públicos. El mismo patrón se repite en las diversas redes sociales, así como en programas de televisión y radio. Esta forma, para nada novedosa, parece reproducirse con mayor insistencia. Una actividad que sin pena y sin gloria envilece lamentablemente la actividad política y el periodismo. Aunque las hay, y qué bueno, valiosas excepciones.
Para Ignacio Ramonet, un estudioso de los medios de comunicación de origen francés, la promesa de felicidad en la familia, la escuela, la empresa o el Estado, se encarnan ahora en la comunicación. Su afirmación parece tener cada vez mayor razón y razones.
Y es que ante los acontecimientos de la vida política y sus consecuencias en la percepción y uso de los medios de comunicación, se ha marcado una nueva forma de actuar en los políticos y una manera muy disímil de recibir información por la ciudadanía.
La presencia cada vez más clara del uso frívolo de los medios de comunicación, ausentes de imaginación y elocuencia en sus criterios de lo político, separa con mayor insistencia las antiguas aspiraciones y anhelos de concebir la práctica de la política como el medio idóneo para construir mejores sociedades.
Las tan solicitadas estrategias del llamado "Marketing político" han llevado a los partidos a sumergirse en la necesidad de incorporarse a la gran influencia de los medios para capitalizar el fenómeno de la enajenación de los Mass Media, supliendo los perfiles del político tradicional por el de la caracterización de famosos personajes televisivos.
Es indudable que la causa principal de esta parte de la historia política en México, es en gran parte por el resultado de la multicitada y evidente falta de credibilidad y confianza en la clase política actual. El desprestigio y daño que han causado los propios partidos políticos a la política, los ha llevado al límite de reconocerse como personajes con poca aceptación en la ciudadanía, lo que trajo como consecuencia la necesidad de hacerse de figuras creadas en ámbitos distintos de su quehacer, para poder sostener y lograr sus aspiraciones electorales y políticas.
Sin embargo, hay un actor principal y responsable mayor en este proceso de transición y madurez democrática en el País, el indicado infalible para que la política retome su valiosa significación, me refiero al mayoritario sector de la ciudadanía. Sin duda alguna, el protagonista más complejo y amorfo de nuestra sociedad, al que habrá que apostar para que las cosas puedan cambiar, y al que también habremos de esperar, con impasible y resignada paciencia.



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