Se arraigan en Mazatlán
06 noviembre 2015
"De forma pacífica, los movimientos contraculturales han hecho de la Plazuela Machado su lugar de reunión en el puerto"
Héctor Contreras
MAZATLÁN._ Los señalan por estrafalarios, por ir contra la cultura y moda convencional.Metaleros, punketos, skatos, darketos, góticos y emos tienen un punto en común: la marginación.
Un conflicto entre ellos, hace una semanas en Querétaro, los han puesto bajo los reflectores, aunque ellos tengan medio siglo diversificándose, según los movimientos musicales y estéticos que van surgiendo.
Y aunque en muchos casos se identifican por vestir de negro, y hay eclecticismo entre sus formas de vestimenta, ellos se distinguen por mantener una estética definida.
Los centros de las ciudades, y tianguis culturales son sus puntos de reunión.
En Mazatlán, la Plazuela Machado se ha convertido en su sitio los sábados por la noche.
Hace 3 años no eran más de una decena, ahora se cuentan casi en un centenar. Los llaman emos.
Mas allá del código de vestimenta que los diferencia a unos de otros, su identidad está marcada no por una filosofía o su apariencia, sino por la música.
Ricardo Castillo, de 19 años, estudia guitarra en el Centro Municipal de las Artes y la Licenciatura en Inglés en la UAS.
Es uno de los pocos que se atreven a decir, en medio de un ambiente de intolerancia: Sí, soy emo.
Escucha música como Silverstein, Atreyu, My Chemical Romance, y apunta que otros emos tienen como referente de México al grupo Panda.
El emo está más centrado en las emociones de las personas, demostrar los sentimientos. Romper el tabú de la cultura machista, explica.
Su padre es doctor y su madre es promotora. Explica que su estilo de vestimenta o gusto musical no los liga a situaciones depresivas como se ha etiquetado de forma masiva por los medios.
El emo se está agarrando como una moda. Tiene como cinco años, pero antes no se veían porque eran pocos. Ahora tienen el estereotipo de música emo a Panda, pero en realidad no tiene nada que ver, explica.
A mí me gusta mucho la música emo y que no te cierres en los sentimientos, pero no me gusta etiquetar.
Carolina Velazco Lizárraga, de 18 años, estudia batería en el Centro Municipal de las Artes. También se autodenomina emo.
Tan extraño sería pensar en un metalero que lo sea sin conocer de grupos de rock metal, como un emo que no escuche bandas de música emo, explica Carolina.
Escucho el Screamo y el Hardrock, grupos que hablan de amor como Atreyu, dice.
Normalmente nos vestimos con pantalones entubados, tenis tipo skate, camisas negras o de rayas, con pulseras, y el pelo largo al frente.
A los 16 años comenzó a aficionarse a esa música. Su playera con una calavera rosa con un corazón remite a su gusto por Avril Lavigne, quien es considerada por muchos una punk popera, pero Carolina no esconde sus gustos.
Recuerda que cuando ella empezó a reunirse en la Machado, eran menos de 10, ahora son casi un centenar, aunque la mayoría lo hace por sumarse a una moda.
Dentro de las tribus urbanas se pueden encontrar personas denominadas Poseur, que usan la estética y comportamiento de la tribu urbana, pero olvidando por completo la filosofía e ideologías propias del movimiento. Dichos Poseurs son comúnmente marginados y despreciados por las tribus a las que se intentan asemejar.
Y a muchos emos los tachan ahora como poseurs.
Las cosas aquí se dan mucho por moda. De repente salieron muchos emos, por moda, por hacer amigos, pero si les preguntas a muchos de ellos, no tienen nada de cultura musical. La base es la música, más que la ropa.
Sus edades van de los 15 a los 20 años. Muchos acostumbran hacerse cicatrices en las muñecas o el rostro como una manera de sentirse bien, aunque no existen estereotipos que sigan todos por completo.
Carolina explica que los emos han sufrido acoso por otros grupos, pero los emos no responden, no actúan aunque sean mayoría.
La semana pasada estábamos en la playa y otros tipo cholo nos empezaron a tirar arena, nos empezaron a gritar cosas. Qué lástima que no haya tolerancia en Mazatlán, comenta.
Juntos pero no revueltos
Metaleros, punketos, darketos y todos los demás, en Mazatlán tienen vestimentas que podrían confundirse unos con otros.
Se mezclan entre ellos y conviven sin que aparenten grandes diferencias.
Mónica Lizárraga comenzó a escuchar rock pesado desde los 11 años, ahora a sus 16 viste completamente como metalera.
Sus bandas favoritas son Lacrimosa, Mago de Oz y Rata Blanca.
Su padre, que era baterista de una banda de rock la aficionó a la música metalera. Viste con el pelo suelto, pantalón de mezclilla y camisa negra, tenis y una actitud muy aguerrida.
Para Moni, la diferencia entre los grupos son los detalles.
El metalero viste de negro, botas y pelo largo. El gótico se viste completamente de negro, pero se pinta un poco los ojos y los labios, muchos se liman los dientes para que le queden como de vampiro.
El punk se pinta el pelo, se viste de negro, pero lo combina con un color llamativo. El dark viste todo negro, labios y uñas negras.
Mínimo hay unos 20 metaleros, unos 4 punketos y emos hay un montón. Son plaga. Aquí es libre, nadie te dice nada. En la Zona Dorada nos ven raro, como si fueras animal, en cambio aquí en la Machado nadie se fija.
Josué Javier Reyes Corona, de 19 años, también es metalero. Es aficionado a bandas como Dir en grey y de Blackmetal.
Su rostro tiene varios pierceng (aretes en la piel).
Cada percing en mi labio significa las muertes que he tenido de un familiar querido.
Ivette Sánchez, de 17 años, es anarco punk, o como dicen, punketa.
Soy un punk con anarquía. El punk rocker es sólo echar desmadre. Los anarcopunks es anarquía, afirma.
Escucha grupos como Los Muertos, Sin Dios y Non Servium.
La filosofía no se lleva en la vestimenta. Antes había muchos punks, pero ya casi no hay, son muy apáticos. Somos como cuatro.