Talla caballitos para Navidad
09 noviembre 2015
"El carpintero Francisco Cornelio crea caballitos y carros de madera; juguetes cuya única instrucción para los niños es divertirse"
La alfombra del taller es de aserrín, no se pisa otra cosa; en las paredes cuelgan muletas, una fotografía del "Chicharito" Hernández, una placa de una calle llamada Urbide. En los rincones, como si estuviesen dormidos, descansan los muebles que por una o muchas justificaciones no han sido terminados.La carpintería de Francisco Cornelio podría ser como cualquier otra de Mazatlán, pero aquí, además de roperos o puertas con acabados al gusto de sus clientes, también se fabrica alegría. La alegría de un niño recibiendo un regalo de Navidad.
Desde hace 50 años, el lugar es usado para fabricar caballos y carros de madera, juguetes hechos por manos sinaloenses que tienen demanda en Navidad.
"Hacer un juguete es diferente a hacer otra cosa porque sé que es para la alegría de un niño. Se hace diferente, más contento", dice el carpintero de 40 años de experiencia.
"Todo comenzó porque a mi papá (también carpintero) le hicieron una vez un pedido de caballitos, entonces los hizo pero se guardó los moldes. Desde ahí comenzó a hacer caballitos de madera, después me quedé en la carpintería y los seguí haciendo yo".
Los meses sin Navidad recibe uno o dos pedidos, con suerte tres, pero considerados como mínimos. Diciembre es distinto. En este mes puede llegar a darle vida hasta a 30 caballos de madera que, seguramente, amanecerán en los pinos de Navidad de las casas para "cabalgar" con un jinete de dos años en adelante.
"Sé que son para niños porque nada más los gringos los piden para adornar una casa, la sala, los demás son para niños, a ellos son a los que les regalan los caballos".
La resistencia de los caballos está garantizada de acuerdo a la experiencia, pues sólo muchos años después los clientes han regresado para el mantenimiento de las piezas, heredándolos de generación en generación, de imaginación en imaginación. Los jinetes van cambiando pero el caballo sigue siendo el mismo.
Hacerlos es sencillo, asegura el carpintero, sólo se necesitan los moldes adecuados, cortar la mejor madera, tallar detenidamente para no dejar astillas que lastimen al pequeño jinete, ensamblar y, finalmente, embellecerlo.
"Puedo hacer un caballito en un día, pero necesitaría ser lo único que haga, estar dedicado a eso nada más porque me llevaría todo el día hacerlo", expresa mientras da mantenimiento a una de sus obras.
Una carrera que ganan los caballos
La ventaja del caballo tradicional de madera sobre los nuevos juguetes es de valor inestimable: aquí los niños usan la imaginación.
Si se habla de un juguete de fábrica, normalmente las mismas instrucciones que aparecen en la caja de envoltura o en una hoja junto con los accesorios, le dicen al niño cómo debe jugar o qué es aquello que puede o no hacer.
Con los caballos de madera no ocurre eso. La única e importante instrucción no escrita sobre el producto es entendida por el niño desde que se convierte en el dueño del animal de cedro o de pino: divertirse.
En el caso de los carros de madera es similar. No se necesitan baterías pero sí mucha imaginación. Y lo mejor para los padres es que si se dañan las piezas por un golpe no obstante su resistencia, su reparación es sencilla, nada que un buen carpintero no pueda hacer en unos cuantos minutos.
El precio no es tan elevado como pudiera serlo con un juguete moderno, hasta puede pedirse cierto detalle especial para hacer el obsequio más personal, contrario a comprar un juguete contemporáneo de fábrica.
Conociendo todo esto, Francisco fue el fabricante de los juguetes de madera de sus hijos, sus sobrinos y de muchos niños que nunca conoció.
"A mis hijos les hice sus camas, muchas cosas, también les hice juguetes", comenta en unos minutos de descanso para contestar las preguntas.
El taller de carpintería lo considera como el legado de su padre, también llamado Francisco, de quien aprendió el negocio que le daría el pan de todos los días.
"Él me dijo antes de morir que siguiera, que el negocio estuviera siempre", agregó.
Y el negocio ha seguido.
$800
Caballo sencillo para niños de 2 a 5 años
$1,000
Caballo grande para niños de 5 a 10 años