2022

Arturo Santamaría Gómez
01 enero 2022

El anuncio de la inminente cuarta ola de la pandemia en México pronostica un mal inicio para 2022. Solemos desear los mejores augurios para el Año Nuevo, y lo seguiremos haciendo, pero la contundente realidad nos dicta que, al menos en términos de salud pública, para México y el mundo no será así durante los primeros meses.

Si la cuarta ola se profundiza y extiende, tal y como está sucediendo en gran parte del mundo, la economía tampoco podrá marchar bien.

No sabemos qué características tendrán otras variantes del virus en el futuro. Ómicron, ya nos lo han dicho la mayoría de los expertos, se contagia más rápidamente, aunque no parece tan letal como la primera cepa. Además de su rapidez, el gran problema es que, por lo mismo, está saturando los hospitales donde ya se propagó masivamente.

A dos años de la aparición del virus, en todos los países del mundo hay millones de personas que siguen sin aceptar que el Covid-19 es una enfermedad brutal, es más, llegan a decir a estas alturas que no existe. Hay multitudes que se oponen a las medidas de control, se resisten al uso de los cubrebocas, a la sana distancia y a las vacunas. Es increíble que eso suceda, pero es cierto.

Aunado a lo anterior, en gran parte del mundo, como en la mayoría de los países africanos y en Centroamérica, las personas vacunadas son una minoría.

Ante un panorama así, es imposible que cese la pandemia.

Ya sabemos que en México el manejo del desafío, aun con más del 50 por ciento de la población vacunada, ubicándose dentro de las 10 naciones con mayor porcentaje de atención, ha sido, según numerosos expertos mexicanos y extranjeros, muy desacertada, si es que vemos la cantidad de decesos provocados por el virus.

Si a lo anterior le sumamos los históricos y enormes problemas de desempleo, economía informal y muy desigual distribución del ingreso en México, el asunto se complica enormidades.

Para cualquier gobierno, y de cualquier nivel, al margen de su orientación política e ideológica, el reto es mayúsculo. ¿Cómo equilibrar políticas de salud y funcionamiento de la economía? Es decir, ¿cómo se mantiene el trabajo, inversión, ganancia y salario, a la vez que combates la epidemia y cuidas la salud?

Es muy claro, que después de la cuarentena de 2020, donde se privilegió el cuidado de la salud, en gran medida porque se sabía poco del virus y no había vacunas, la mayoría de los gobiernos optaron por buscar el equilibrio entre salud y economía; es decir, atenuaron las medidas restrictivas y permitieron más actividades económicas. En general, esta es la política que han seguido la mayoría de los países. Unos son más severos con las medidas médicas, y algunos son muy restrictivos, como China, -porque tiene condiciones políticas, médicas y económicas para hacerlo-, y otros son flexibles, incluso laxos, para mantener las actividades económicas, como México y Estados Unidos.

México crecerá económicamente poco el próximo año y en lo que resta del sexenio amloísta, y por esta razón están siendo laxos en el manejo de la pandemia. En Palacio Nacional tienen temor de que un entorpecimiento mayor de la economía genere una disrupción social incontrolable y una crisis política, sobre todo cuando se celebran elecciones en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Oaxaca y Tamaulipas.

En Sinaloa el manejo de la pandemia está siguiendo las pautas federales, es decir, con algunas restricciones como la que estableció Sheinbaum en la capital, pero en Mazatlán parece haber una excepción con las decisiones que está tomando “El Químico” Benítez, quien está apostando a que Morena pierda la aceptación que ha logrado con los programas de López Obrador. Solo las políticas sociales de AMLO, quien para el padre Solalinde tiene rasgos de santidad (¡gulp!), han mantenido a Morena en Sinaloa porque si fuera por las formas y resultados de gobierno de sus alcaldes, sobre todo los de las tres principales ciudades del estado, los morenos estarían fuera de combate.

Es difícil de creer que haya gobernantes del corte de Benítez Torres y Estrada Ferreiro porque desbordan cualquier racionalidad y sentido común. Se parecen al personaje Trastupijes, que hiciera célebre Rius en Los Supermachos, y no políticos de nuevo tipo como los que promete la 4T.

Ejemplifiquemos con una reciente: Por más que una busque una explicación sensata del por qué “El Químico” organiza una celebración tumultuosa de fin de año en medio de una amenazante cuarta ola de contagios, es imposible hallarla. Apenas en la historieta de Rius podremos encontrar un absurdo trastupijiano como el que sucederá en Olas Altas, el emblemático paseo mazatleco.

Si no fuera por el auge turístico por el que transita Mazatlán desde hace varios años, Benítez Torres ya se la hubiera acabado.

Cuando creíamos que el asesinato de Valentina, una niña de 13 años, era el caso extremo de violencia e inseguridad en Sinaloa, brota en Navolato otro tan insano y crítico, con el homicidio de una pequeñita de 6 años.

Parecía que llegábamos a lo indecible y no es así.