A la Patria sí que le cobran

25 mayo 2018

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Joel Díaz Fonseca

“Soy yo quien pago a los políticos, no veo ninguna razón para que el dinero del contribuyente sea usado para darles una vida de lujo”.
 
Estas palabras no son de algún mexicano harto de la vida de lujos que se da la clase política a costillas de los causantes. Fue dicha por un ciudadano de Suecia, país donde quienes buscan formar parte del gobierno o de las cámaras legislativas saben que deben llevar una vida de austeridad.
 
En Suecia la clase política no tiene privilegios. Los representantes populares, por ejemplo, viven en pequeños departamentos de entre 18 y 40 metros cuadrados, comparten el comedor y el cuarto de lavado, entre otras cosas.
 
No cuentan con empleados domésticos, ni secretaria, ni ayudante particular, incluso tienen que esperar turno para usar las lavadoras, porque ellos mismos lavan su ropa.
 
El propio Jefe de Gobierno vive en una residencia de apenas 300 metros cuadrados, y no cuenta con empleados para las tareas domésticas. El portavoz del gobierno sueco dice que el Primer Ministro lava y plancha su propia ropa.
 
En Suecia la austeridad es la regla, a diferencia de nuestro país, donde el gobierno y las élites del poder en general se dan vida de reyes, y todavía se dan el lujo de robar del erario a manos llenas y apropiarse de fincas y terrenos.
 
Un informe publicado por Vanguardia.mx en diciembre pasado señala que “un Diputado federal puede ganar en un año hasta 2 millones 362 mil 953 pesos, que equivale a un sueldo diario de 6 mil 473 pesos, incluso los días sábados y domingos, de acuerdo con información proporcionada por la sede legislativa y los lineamientos vigentes”.
 
Los legisladores reciben recursos económicos por todo, incluso por asistir a las sesiones. Asistencia legislativa, llaman a ese concepto, que es “para el desempeño de sus funciones”. Esto significa que si asisten a las sesiones tienen una doble remuneración, si no de todos modos ganan.
 
Añádale a todo eso los 40 días de aguinaldo; la aportación de la Cámara por el equivalente a la cantidad que ingresen al fondo de ahorro, que puede ser hasta por 12 mil 545 pesos; una partida extra de hasta 46 mil pesos “para el desempeño de sus funciones”; más 28 mil pesos “para atención ciudadana”.
 
¿Ahora entiende usted por qué son tan peleadas las candidaturas para diputados y senadores? Perciben ingresos por todo y para todo, trabajen o no trabajen.
 
Y los funcionarios públicos, del Presidente de la República para abajo, se sirven con la cuchara grande, con sueldos y prestaciones ante los que palidecen los ingresos de gobernantes de otras naciones que, sin menoscabo de su dignidad, viven austeramente.
 
Si reviviera el Presidente Benito Juárez ¿qué diría al ver que el gobierno y las cámaras se han convertido en centros de mercadeo donde se compran y venden posiciones y dignidades?
 
Vale recordar el discurso pronunciado por el oaxaqueño el 2 de julio de 1852, durante la instalación de la Décima Legislatura de su estado natal:
 
“Los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes; no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado”.
 
¿Esos sueldos descomunales que perciben el Presidente, los magistrados de los diversos tribunales, los legisladores, los gobernadores, los alcaldes, etc., son la “honrosa medianía” a la que se refería Juárez? Sus ingresos ni son medianos ni son honrosos. Ah, y además roban con ganas.
 
A Vicente Riva Palacio, que fungiera como Secretario de Fomento en su gobierno, el Presidente Benito Juárez quiso pagarle los cinco años de sueldo que no cobró porque no hubo recursos para pagarle en su momento, y la respuesta de aquel, según relató Pablo Ignacio Taibo II en su visita a Mazatlán en septiembre pasado, debería grabarse en la pared principal de las casas de gobierno y de los parlamentos: “A la Patria se le sirve, no se le cobra”.
 
¿Qué les preocupan a nuestra clase política las penurias de millones de mexicanos si ellos lo tienen todo, y lo que no tienen se lo apropian? Alguien con un ingreso de dos salarios mínimos diarios tendría que trabajar más de 50 años para obtener lo que los legisladores ganan en uno, y hay muchos obreros, asalariados del campo y pensionados que perciben mucho menos que eso.
 
jdiaz@noroeste.com