A marchar o darnos por vencidos
Sinaloenses salen a buscar la paz

Alejandro Sicairos
02 septiembre 2025

Las condiciones parecen darse para que la marcha ciudadana convocada para el domingo 7 de septiembre, dos días antes de que se cumpla un año del mayor estallido de violencia que haya vivido Sinaloa por pugnas en el narcotráfico, aglutine a una multitud diezmada, indignada e inmovilizada debido a la acción del crimen organizado y la operación del Estado para contenerla.

En caso de no acudir la gente pacífica a este llamado, significará la resignación a estar así como primer signo de la rendición.

Puede ser que decidamos salir abrumadoramente a sacarle respuestas al pavimento. Dibujar sobre la avenida Álvaro Obregón, en el trayecto de La Lomita a Catedral, enormes signos de interrogación.

Preguntarles al Gobierno, a los criminales, a la conciencia colectiva, e inclusive a entes providenciales. Cuestionarnos a nosotros mismos qué tenemos que ver en que la barbarie suceda.

La sangre derramada por los inocentes traza las sendas a recorrer para converger todos en la manifestación pacífica que le deje la voz al silencio que no es sinónimo de mudez ni de conformismo.

Sin posibilidad de extravío en el propósito de marchar construyendo paz, nos guía el memorial de las desapariciones forzadas, de los domicilios incendiados, de los vehículos robados, de los negocios cerrados y de las vialidades y carreteras cerradas a la circulación.

Debemos asistir desde el podio de sociedad civil sin permitir que alguien se adjudique la proeza de activarnos ni nos endilgue estandartes políticos ajenos. Nadie debiera tener en mente apropiarse del sentimiento social mucho menos sacar raja del dolor unánime.

Si cada persona, familia, sector y comunidad abandona la intrascendencia del habitante pasivo y alcanza la cúspide del ciudadano participativo, pronto sacaremos las soluciones así estén bajo las losas de concreto.

Habrá quienes le apuesten a la estridencia y también aquellos partidarios de la tácita denuncia y apremios que en sí materialice el contingente que concurra, esa controversia en las redes sociales sobre la pertinencia del choque frontal contra las instituciones y quienes las presiden, o el requerimiento de civilidad que pone el ejemplo de blandir banderas blancas en vez de filosas palabras.

El dilema de la pelea irascible o la concordia como antídoto contra la irracionalidad.

Sin embargo, el domingo podría ser un buen día para replantearnos como el conjunto humano dispuesto a otorgarnos la oportunidad de vivir, en la amplia acepción de la palabra, sin el trauma de seres humanos sometidos por entes bestiales que nos asignan la cobardía como destino. Trasponer los muchos tipos de cautiverio en la mayoría de las veces tras rejas tan etéreas como el miedo mismo.

Estará a prueba la voluntad por recuperar la tierra que la delincuencia nos arrebata. La intrepidez de no entregarla para que la historia sepa que no somos la sociedad pusilánime, la que un día vive en el horror y al siguiente normaliza la pesadilla volteando a todos lados para buscar a los culpables porque el “yo acuso” despresuriza más que el mea culpa.

Se acerca la fecha en la cual tendremos que calibrar nuestros miedos y calarnos en la indecisión que aniquila o el involucramiento que reanima.

Hemos esperado durante un año las condiciones para estar seguros y hasta se han burlado de nosotros los intersticios de paz que son la víspera de narcoguerras de mayor intensidad.

Se han agotado los plazos de la confianza y llegan los tiempos de la intervención cívica como último salvoconducto de quienes desde la operación legal queremos derrotar a los facinerosos. No quedan horas ni días para ver pasar desde el balcón los cortejos fúnebres que predicen atrocidades a la vuelta de la esquina o en el quicio de todas las puertas.

La legítima trinchera ciudadana está lista con los arsenales de fe, valentía y actitud. En horas llegarán a ocuparlas las legiones de los pacíficos.

Entre iguales, los sinaloenses abrimos la tregua en desidias y divisionismos para asumir la sana hostilidad contra la pasividad, indolencia y abandono de nosotros mismos. Hoy no nos dejemos derrotar por la indiferencia.

El domingo hagamos tañer las campanas de la paz para que acallen aquellas que doblan a muerte.

Marchemos. Sinaloa nos requiere luchando.

Que griten tanto los pasos,

Con los gemidos del duelo,

Hasta que no haya suelo,

Lastimado por balazos.

Con la reiteración que hizo ayer la Presidenta Claudia Sheinbaum al rendir su primer informe de labores, de que las labores de construcción de paz se definen a diario en la Ciudad de México donde “nos reunimos todos los días a las 6 de la mañana para evaluar y fortalecer la estrategia”, entonces en la capital del País deben responderse las preguntas y preocupaciones de los sinaloenses por el retiro de la seguridad pública permanente de los hospitales Civil y General de Culiacán, dando pie a que el crimen organizado les quitara a vida a cinco personas y ninguna corporación militar y policial estuviera allí para evitar las víctimas letales. Hasta ayer ninguna autoridad había informado de tal negligencia.