A salvar a rechazados en la UAS
13 agosto 2018
""
Educar no debe ser el problema
Cada año por estas fechas Sinaloa cae en el absurdo de tener jóvenes que desean cursar diferentes carreras profesionales, pero se les rechaza por deficiencias en la cobertura educativa, orillándolos al dilema de perseverar en busca de preparación académica o anotarse en la lista de los frustrados, de donde el crimen recluta a sus ejércitos.
Los aspirantes y sus familias entran en desesperación debido a la rara simbiosis de ganas de ser alguien, en los estudiantes, y desidia que le apuesta al fracaso, por parte de las instituciones de enseñanza. Cualquier sistema de gobierno que sea incapaz de abrirle posibilidades de estudios a quienes las exigen, se convierte en Estado fallido.
Para el ciclo escolar 2018-2019 son nueve mil los aspirantes a ingresar a la Universidad Autónoma de Sinaloa sin que la casa de estudios les garantice un pupitre en las aulas. Se trata de un innecesario martirio en el que muchos concursan por un futuro, legítimo y digno y algunos no lo logran por el caduco mecanismo de selección.
Esto es un desafío colosal, en parte por la cuantía de desplazados del campus, pero sobre todo por los esfuerzos que realiza la UAS para evitar tal genocidio educativo. La sociedad, principalmente los estratos más vulnerables de ésta, tienen nada más a la casa rosalina y sienten que el porvenir se les derrumba si el alma máter les cierra las puertas de sus unidades académicas.
En el caso de la Universidad Autónoma de Occidente, el estatus de autonomía está lejos de ser sinónimo de mayor cobijo a estudiantes. Fue más en el papel que en los hechos, porque no se ha traducido en el crecimiento de la matrícula o el ajuste de las colegiaturas para que estén a la medida de las posibilidades de quienes buscan acceder a ella.
Por tal razón está en la cancha del Gobernador Quirino Ordaz Coppel volver a intervenir para que ningún joven con aspiraciones profesionales sea proscrito de los recintos universitarios. Es su obligación como Mandatario pero implica también la sensibilidad de padre de familia que no desea, ninguno lo quisiera, que la academia repela a sus hijos.
La educación constituye lo más valioso que se le puede dar a una sociedad. Es la llave de todas las mazmorras que nos aprisionan en la barbarie y luz al final del túnel del atraso económico político y social. ¿Bajo qué argumento se le puede negar a un ciudadano el acceso a la enseñanza? La única justificación sería dar por aceptado el desastre.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura se aferra a la consigna de que el acceso al conocimiento es un derecho universal, postulado que da sustento a la obligación constitucional para que nadie que quiera estudiar se quede sin poder hacerlo, sin embargo, son pocos los países que tienen resuelto el problema de atención total.
El informe 2017 de la UNESCO detecta una crisis global de aprendizaje y estima que hasta 2042 América Latina tendrá una cobertura total en educación primaria y para 2095 en el nivel medio superior. Podría ser que a mediados del siguiente siglo se abatan también las deficiencias en enseñanza superior.
Eso significa que los gobiernos y las sociedades deben ir más aprisa en el siglo actual para ganar la carrera de la educación. Y que hoy mismo la UAS y el Gobernador deben trabajar codo a codo para que ninguno de los rechazados de la UAS sea al final la marca infame en un Sinaloa que anhela llevar a su gente al mejor porvenir posible.
Re-verso
Me pides que deje la jaula,
Donde la ignorancia me apresa,
Pero niegas también el aula,
No entiendo la trampa aviesa.
A río revuelto
En la conjeturitis aguda que ocasionan los extraños cambios en el Gabinete de Quirino Ordaz Coppel se rumora de la renuncia por agotamiento del Secretario de Educación Pública y Cultura, José Enrique Peña Rivera, quien sería relevado en el cargo por Sylvia Paz Díaz Camacho. Y la misma gente que especula, teoriza también la pregunta: ¿para qué desarticular dos áreas que operan a la perfección en el equipo quirinista?