Adagio para cuerdas
Ayer, 9 de marzo, se cumplieron 115 años del nacimiento del compositor Samuel Barber, en West Chester, Pennsylvania. Se especializó en piano, pero tocaba varios instrumentos, además de estudiar dirección orquestal, composición y cantar en la tesitura de barítono. Su vida estuvo marcada por una apasionada relación con el compositor italo-estadounidense, Gian Carlo Menotti, quien escribió el libreto de algunas de sus óperas y con quien pasaba largas temporadas en Cadegliano, Italia, pero residían en Capricornio, al norte de Nueva York.
Compuso muchas obras musicales, entre ellas dos sinfonías, y se distinguió por el refinado sonido que hacía arrancar a los instrumentos. Hoy, queremos detenernos solamente en el segundo movimiento de su “Cuarteto de Cuerdas en si menor”, que, a sugerencia del director Arturo Toscanini, arregló para orquesta de cuerdas y dio el nombre de “Adagio para cuerdas” y, posteriormente, como coro mixto para ocho voces del Agnus Dei.
La melodía es intensamente dramática, patética y melancólica, y ha sido utilizada en muchas bandas sonoras de televisión y películas, como el célebre film de guerra, Pelotón, así como en El hombre Elefante, además de ser elegida la “obra clásica más triste” en el programa BBC’s Today, en 2004, superando al sublime “Adagietto” de la quinta sinfonía de Mahler, o el Lamento de Dido y Eneas, de Purcell.
El grupo “Il Divo” interpretó este adagio en una adaptación italiana titulada “Dove é l’amore”, con letra de Marco Marinangeli, que dice: “Sueños fugados, pensamientos robados vividos contigo. ¿Dónde está el amor?, ¿dónde aquel ardor? Se ha ido, ¿por qué? Me hablabas de amor con la mano sobre el corazón, ¿por qué? Me hablabas cantando, ahora hablo con llanto, ¿por qué? ¿Dónde está el amor? Un vacío en el corazón, esta nostalgia por ti”.
¿Vibro con el adagio?