Adiós a CEAIP, ¿bienvenida la opacidad?
Transparencia: logro difícil; pérdida fácil

Alejandro Sicairos
19 diciembre 2025

Como una de esas cosas que pueden ser operadas de manera correcta, pero de alguna forma quienes toman las decisiones se empecinan en hacer que parezcan malas, las bancadas del Movimiento Regeneración Nacional y de los partidos Verde Ecologista de México y del Trabajo, consumaron ayer el albazo legislativo que se veía venir en el Congreso del Estado para aprobar la reforma constitucional que extingue como ente autónomo a la Comisión Estatal para el Acceso a la Información Pública y le traspasa las funciones de ésta a la gubernamental Secretaría de Trasparencia y Rendición de Cuentas.

Fue un día de regresiones sincronizadas en el Congreso; jueves negro para la trasparencia: la Oposición que le había aprobado al Gobernador el presupuesto para 2026 y el nuevo crédito por 2 mil 200 millones de pesos, dio marcha atrás; el partido en el poder y la chiquillada acompañante recularon en la postura de armar los indispensables acuerdos legitimadores, y la Cámara toda ignoró a organismos ciudadanos que pretendían ayudar a que Sinaloa se alzara con la mejor norma posible.

El reporte de la sesión parlamentaria convocada de último momento y en deshoras de la actividad camaral podría reducirse a “sin novedad” debido a que en la víspera reinó la desconfianza popular sobre la voluntad política que pudieran ofrecer Morena y cofrades para elevar el debate a la altura que la transparencia requiere. Una trapera derrota propinada a la ciudadanía y victoria con faz de autoritarismo se inscribieron en el tablero de votación del salón de plenos del recinto legislativo.

Y sí. Mediante el innecesario uso de la “aplanadora” morenista se echó abajo la expectativa de organizaciones de la sociedad civil y gran parte de los sinaloenses, en el sentido de que el ejercicio de participación ciudadana llevara a mejores tiempos y condiciones la rendición de cuentas. Sin embargo, la destrucción estrepitosa de la lupa cívica que a duras penas fue colocada encima del manejo de recursos públicos, dispersa filosos fragmentos de autoritarismo que hieren a los autores de la demolición de la CEAIP.

Bastaron unos minutos de las y los asambleístas de Morena, PVEM y PT para que colapsara la exigencia de mayor intervención social en ofrendarle a Sinaloa una Ley de Transparencia vanguardista. De súbito, el discurso de las diputadas y diputados cuatroteístas y afines, que prometían el debido ejercicio de Parlamento Abierto, decayó a arma de dominación alevosamente blandida contra sectores sinaloenses que negociaban propuestas complementarias a la iniciativa que presentó el Gobernador Rocha.

Llama la atención el tiempo que se tomó Rocha Moya para extinguir la CEAIP cuando pudo hacerlo a mediados de 2025 por disposición del decreto de eliminación del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, publicado el 20 de diciembre de 2024. Además la mitad de los estados del País ya habían procedido a demoler los órganos locales de acceso a la información y el período de gracia concedido a la Comisión de Sinaloa alentó un desenlace más alentador que el asestado en el resto de México.

Esta batalla fue perdida por los ciudadanos. Si de algo sirve, viene la oportunidad de que en el proceso legislativo de la nueva Ley de Transparencia, que es lo que sigue después de la reforma constitucional, los organismos de la sociedad civil logren inducir las propuestas integradas en las tres iniciativas presentadas ante el Congreso desde antes de que Rocha Moya haga llegar la suya.

No obstante, el golpe asestado ayer a la esperanza de avanzar en abatir la opacidad de la cosa pública es de esos reveses que hacen las veces de acicates para no bajar la guardia. Recordemos que si edificar el Sistema Anticorrupción nacional y estatal requirió de colosales tenacidades, no será fácil borrar la huella de ese logro épico. También hay que tener presentes a las diputadas y diputados que sin tantita pena vendrán pronto a pedir el voto apostándole a la corta memoria de electores que de la noche a la mañana olvidan los agravios.

Tiempos traen tiempos. Algún día la acción popular podrá demostrar que la transparencia en Sinaloa no estaba muerta; andaba de parranda.

Aprendimos sobre transparencia,

siempre a golpes de realidad;

si ayer alentó su presencia,

hoy nos abate la opacidad.

Siempre con la expectativa de que vengan tiempos mejores de paz y concordia en todo y para todos, esperanzas que parecen ser más quimeras que posibilidades, este ejercicio de periodismo de opinión realiza la indispensable pausa no por agotamiento del autor sino para el descanso de los lectores que también necesitan calibrar su cálculos y criterios frente al año 2026 donde la prioridad de clausurar la narcoguerra es de igual manera la urgencia de cerrar las heridas que deja un 2025 atroz, con hogares nunca más enlutados por la barbarie, familias que necesitan del retorno de sus desaparecidos y alto a cualquier modo de violencia que nos roba el sueño y empequeñece la visión de futuro. Acá nos reencontramos en las versiones impresa y digitales de Noroeste el próximo lunes 5 de enero. ¡Que esta Navidad recuperemos la paz perdida y venga un año de civilidad restablecida!