Aguiluchos
Cuando uno se encuentra ante la disyuntiva de escribir unas letras sobre la vida y obra de un amigo y compañero de luchas en la Universidad de los sinaloenses, que lamentablemente nos ha dejado para siempre, es difícil encontrar las palabras precisas. Me refiero a nuestro inolvidable amigo Jaime Palacios Barreda, un compañero en episodios memorables, registrados desde el año 66 al 72, en aquellas batallas históricas por democratizar a la UAS y llevarla hasta la cúspide de su excelencia académica. Eran tiempos de reforma universitaria, de amor y sacrificio por nuestra Alma Mater.
La historia es más sólida que la roca y resiste con éxito todo intento de tergiversarla, como quieren hacerlo ocasionales oportunistas de pacotilla, que pretenden borrar esas páginas que escribió con letras de oro esta joven generación del 68, donde destacó, con luz propia, Jaime Palacios Barreda. La historia está ahí, para el estudio de la nueva generación que, al repasarla, se dará cuenta de esas páginas gloriosas de la Universidad. De hecho, la visión de una Universidad moderna, con su rico postulado de Reforma Universitaria integral, nació de esas luchas protagonizadas por jóvenes como Jaime Palacios.
Recuerdo que los dirigentes del 66-72, en sus discursos, enfatizaban mucho el contenido del Manifiesto de los estudiantes de Córdoba, como piedra angular de la lucha por la autonomía universitaria en todo el Continente Americano. Decían: “En este 50 aniversario (1918-1968) del Manifiesto de Córdoba, Argentina, vamos a luchar por la libertad en el aula y fuera de ella”. Era nítida la conciencia que tenían los dirigentes estudiantiles de su época histórica, por ello el movimiento del 68 fue un verdadero parteaguas en la vida política y cultural del País.
Jaime Palacios Barreda, junto a otros dirigentes estudiantiles, dejó una huella imborrable en la historia de la UAS. Voy a recordar una acción que, el 30 de marzo de 1970, protagonizó Jaime Palacios. Eran los inicios de la huelga estudiantil y magisterial contra Gonzalo Armienta Calderón. Un grupo de estudiantes estaba en el techo del edificio Central de la UAS haciendo guardia. Como a las 12 de la noche, notaron que personas ajenas se introducían furtivamente a la Universidad, eran los llamados “Gorilas”, partidarios de Armienta. Un grupo de compañeros bajó a enfrentarlos, logrando repelerlos hasta la esquina de Hidalgo y Riva Palacio. De pronto, vieron acercarse una patrulla de la Policía Municipal, de donde bajaron a un estudiante, que era Jaime Palacios. Los policías que lo custodiaban le ordenaron que les hablara y, Jaime, con un valor a toda prueba, gritó: “Compañeros, no se rindan, hasta la victoria”. Los policías, desconcertados, lo vuelven a meter violentamente a la patrulla y se lo llevan a la cárcel. Después, Jaime nos platicó que lo querían forzar a que nos gritara que nos rindiéramos.
De ese talante y firmeza era nuestro amigo y compañero Jaime Palacios Barreda. Podemos decir, con orgullo, que esa era la convicción de la mayoría de los miembros del Consejo Estudiantil de la FEUS. Durante la larga huelga, de 1970-72, que sostuvieron los estudiantes contra la imposición del Rector Gonzalo Armienta Calderón, Jaime Palacios encabezó una pléyade de jóvenes universitarios -eran verdaderamente unos aguiluchos- que lucharon por hacer prevalecer la autonomía y la democracia plena en la UAS. Dos largos años y medio duró esa huelga, pero jamás desmayaron, jamás renunciaron a engrandecer la autonomía de la Universidad de los sinaloenses.
La generación de Jaime Palacios Barreda fue una generación de jóvenes ilustrados. Daba gusto ver a los estudiantes de ese tiempo en la calle con libros bajo el brazo, leyendo en una banca, discutiendo en los cafés acerca de los más reconocidos autores. Creo que no ha vuelto a haber una generación como esa, tan culta, tan ávida de conocimientos y lecturas. Pasaban de mano a mano, intercambiándolos entre ellos, los libros de Marcuse, las novelas de Carpentier, García Márquez y Carlos Fuentes, los poemas de Octavio Paz, las crónicas de Monsiváis y de Elena Poniatowska. Culta, comprometida políticamente, con gran amor a su Universidad Rosalina y a su pueblo, la generación de Jaime Palacios luchó por la defensa de la Universidad y por la excelencia académica.
Dejamos en el tintero, seguramente para nuestra siguiente entrega, abordar, con la mayor objetividad posible, los últimos acontecimientos en la Universidad de los sinaloenses.