Alexandre le Grand
Alejandro Magno es considerado el más grande conquistador de la antigüedad. Hijo de Filipo II, nació en Macedonia, y en sólo 10 años cambió la faz del mundo al encabezar el más grande imperio jamás visto, desde las costas del Mediterráneo hasta la actual India, creando un punto de contacto entre Oriente y Occidente. Su nombre está compuesto por dos vocablos: alexein, que significa proteger, y andrós, hombre; por tanto, es el protector de los hombres.
Se le concedió el apodo de “Magno” o “Grande”, por la proeza que realizó al asumir el poder a los 20 años, tras el asesinato de su padre, sofocando las rebeliones internas y expandiendo su imperio al derrotar al dominio persa y conquistar Egipto (de hecho, fundó en el 332 a.C. la ciudad de Alejandría, en las orillas del Mediterráneo), además de extender su dominio miles de kilómetros al Oriente.
Sin embargo, hoy queremos referirnos a otro Gran Alexandre; canadiense, no macedonio, y de apellido Da Costa, quien el jueves fungió, ya, como actual director titular de la OSSLA encabezando un espectacular concierto en el Teatro Pablo de Villavicencio, que repetirá este domingo a las 12:30 horas.
Alexandre señaló en rueda de prensa que se sumaba a la orquesta no solamente como director, sino como un músico más (recordemos que es un magistral solista con el violín), dicho que comprobó en el concierto del jueves.
En efecto, después de cumplir con el programa y dirigir con afecto y entusiasmo a los integrantes de la orquesta, mostró su grandeza con un revelador gesto de tacto, cortesía y humildad, al cederle la batuta al violinista y compositor, Samuel Murillo, para que dirigiera la interpretación de su Cumbia Mestiza, mientras él ocupó su lugar entre los violines.
¿Demuestro mi grandeza con humildad?