Amigos reales y virtuales

Rodolfo Díaz Fonseca
14 febrero 2018

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@rodolfodiazf

 

 

El añorado deseo de Roberto Carlos se cumplió con el auge de las redes sociales. El cantautor brasileño hizo famosa la frase: “yo quiero tener un millón de amigos”. Actualmente, sí es posible hacerle al genio de la lámpara y concederle el deseo. Los amigos reales se cuentan con los dedos (y todavía sobran), mientras que los amigos virtuales se convierten en legión.

 

¿Puede aplicarse con propiedad a los conocidos virtuales la palabra amigos? Las opiniones son diversas, pero siendo estrictos en el término podríamos precisar que no. El amigo virtual ofrece cierta gratificación, pero no la plena comunión. Sin denigrar el papel del amigo virtual, habrá que decir que el amigo real tiene rostro, trato, tiempo, historia y convivencia; ha sido confidente, compañía y hasta paño de lágrimas.

 

Siglos antes de Cristo, sin la existencia de la redes sociales, Aristóteles precisó que hay amistades de placer y de utilidad, pero sólo algunas son de verdadero amor. “Ni es de maravillar que tales amistades como estas sean raras, porque hay pocos hombres tales cuales ellas los quieren. A más de esto, tienen necesidad de tiempo y de comunicación, porque, como dice el vulgar proverbio, no se pueden conocer los unos a los otros sin que primero hayan comido juntos las fanegas de sal que se dicen, ni aceptarse el uno al otro, ni darse por amigos, hasta que el uno al otro le parezca ser digno de amor y se fíe de él. Pero los que de presto traban amistad entre sí, quieren, cierto, ser amigos, pero no lo son si no son dignos de amor, y el uno del otro entiende que lo es. La voluntad, pues, de amistad fácilmente se concibe, pero la amistad misma no”.

 

¿Cultivo una amistad real y auténtica?