¿No hay nada de qué alarmarse?

01 abril 2016

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Joel Díaz Fonseca

¿Qué es un retén? La Real Academia de la Lengua Española aporta varias definiciones, dos de ellas las que más nos atañen en cuanto a la seguridad pública. La primera lo define como “tropa que en más o menos número se pone sobre las armas, cuando las circunstancias lo requieren, para reforzar, especialmente de noche, uno o más puestos militares”. La otra establece que en Bolivia, Colombia, El Salvador, Honduras y México se conoce como retén un “puesto fijo o móvil que sirve para controlar o vigilar cualquier actividad”.

En Sinaloa, no sé si ocurre lo mismo en el resto de las entidades, los retenes suelen instalarse en un punto fijo, lo que los hace fácilmente eludibles por los delincuentes y en general por quienes buscan evadir las revisiones de las fuerzas públicas.

Un retén o puesto de revisión es útil y exitoso si cuenta con el factor sorpresa, cuando se vuelve rutinario es fácilmente eludible y vulnerable.

Por ejemplo, en Mazatlán, que me imagino es el caso de otras ciudades del Estado, desde hace varios años se instala los fines de semana un retén o puesto de revisión un poco adelante del Fraccionamiento Club Real, en la zona de la Marina, donde se aplica el alcoholímetro a los conductores que por ahí circulan, con el plausible propósito de detectar a quienes van al volante de un vehículo con algunas copas de más.

Independientemente de las no pocas quejas en el sentido de que en el mencionado retén hay quienes se aprovechan para quitarles alguna feria a conductores que no están conscientes de sus derechos, el problema es que todo mundo sabe que ese puesto de revisión siempre está en ese lugar, de tal manera que quienes temen que les confisquen temporalmente sus unidades por no estar en condiciones de conducir, encuentran la manera de “sacarle la vuelta” por otras rutas.

Menciono todo esto porque a pesar del enorme despliegue de fuerzas policiacas en todo el Estado, se han registrado incontables hechos delictivos y percances viales, precisamente porque los retenes y los rondines están mal diseñados, son fácilmente detectables y sorteables, principalmente, como dije, por los grupos delincuenciales.

Pero si los operativos están mal diseñados, es peor todavía que las autoridades persistan en querer jugarnos el dedo en la boca. Si no están dispuestas a agarrar al toro por los cuernos, que mejor cierren la boca, calladas al menos se ven más bonitas.

Todavía está fresca en la memoria aquella faramalla del Alcalde Carlos Felton y del entonces secretario de Turismo, Frank Córdova, que posaron como soldaditos de desfile escolar, con sendos rifles de palo y cartucheras de cartón, tratando de encubrir el hecho de que la población quelitense y muchos turistas vivieron el susto de su vida con el paso por todo el pueblo de El Quelite de camionetas llenas con gente armada, disparando sin ton ni son con sus armas largas.

El Alcalde mazatleco tuvo incluso la ocurrencia de decir entonces que la información que tenía era que no había habido disparos sino una “tronadera” de cohetes de los conocidos como “garra de tigre”.

Ahora nos sale con la trillada canción de que el Municipio está en calma y que “alguna gavilla” anda por ahí, pero que no hay nada de qué alarmarse.

Que le pregunten a la madre de familia culiacanense a quienes unos encapuchados interceptaron cuando se encontraban en las inmediaciones de El Quelite. Balearon a su primo político, golpearon a su esposo y abusaron sexualmente de una de sus hijas.

La señora tuvo el coraje de denunciar el hecho ante la Subprocuraduría General de Justicia en Mazatlán, y ahora nos viene el Alcalde con que no se trata de un “hecho grave”, y que no hay ninguna situación de alarma en la zona rural del municipio.

Señaló que hay algunos hechos como el denunciado por la madre de la familia ultrajada, cometidos por “algún tipo de gavilla que anda por ahí, pero nada de qué alarmarse”.

El Alcalde Carlos Felton y el Secretario General de Gobierno, Gerardo Vargas Landeros, militan en partidos políticos distintos pero “cojean” del mismo pie. Ambos han hecho de la seguridad pública un “muñeco” al que visten con la ropa que a ellos les conviene que luzca, hasta con piel de tigre con todo y sus “garras”.

Y como buenos políticos, usan gafas oscuras, no ven lo que todos vemos.

No es el azote de “alguna gavilla” lo que estamos viendo los mazatlecos, sino un grupo bien organizado y fuertemente armado, que ha aprendido a burlar los retenes, los puestos de revisión y los rondines de las fuerzas policiacas, que no están diseñados para disuadir e interceptar a los grupos delictivos, sino para mantener bajo control a los ciudadanos de bien.

A ver cómo responden las autoridades al indignado cuestionamiento de la madre de familia que demanda justicia y exige que se haga algo para que a otras familias no les pase lo que ellos vivieron.

jdiaz@noroeste.com